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Un amor en celeste y blanco

Desde su debut en 1977 hasta su último partido en 1994. Maradona dejó su sello. Fue clave en las obtenciones del Mundial Juvenil Sub-20 en 1979 y México 1986.
Sabado, 28 de noviembre de 2020 20:37

“Maradona! Maradona! Venga!”. Dos veces debió llamar César Luis Menotti a Diego, que precalentaba junto a sus compañeros a un costado de la línea de cal de la Bombonera. La selección argentina ya goleaba 5 a 1 a Hungría y el entrenador decidió que era el momento indicado para hacer debutar al pibe de 16 años y 4 meses, que apenas 130 días antes había tenido su estreno en la primera de Argentinos Juniors. Sin saberlo, estaba escribiendo un capítulo fundamental de la historia del fútbol.

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“Maradona! Maradona! Venga!”. Dos veces debió llamar César Luis Menotti a Diego, que precalentaba junto a sus compañeros a un costado de la línea de cal de la Bombonera. La selección argentina ya goleaba 5 a 1 a Hungría y el entrenador decidió que era el momento indicado para hacer debutar al pibe de 16 años y 4 meses, que apenas 130 días antes había tenido su estreno en la primera de Argentinos Juniors. Sin saberlo, estaba escribiendo un capítulo fundamental de la historia del fútbol.

Su primer contacto con el balón fue casi instantáneo: Gatti sacó desde el arco, Gallego la recibió y se la pasó. El pibe, con una melena enrulada negra que le tapaba la frente, habilitó a René Houseman. No fue gol, pero a Diego le sirvió para quitarse la ansiedad. Con el Nº 19 en la espalda recibió la primera gran ovación.

Dirigió 24 partidos a la Selección Mayor ganando 18 encuentros y perdiendo seis cotejos. No registró empates y su último partido fue en la derrota 4 a 0 frente a Alemania por el Mundial de Sudáfrica en el 2010. 

En ese puñado de minutos frente a los húngaros y en todo lo que le siguió después, en los 91 partidos que le tocó defender esos colores, con los que celebró 34 goles.
Tiempo después, con esos mismos colores sobre el pecho, Diego se frustró por quedar excluido del plantel que ganó el Mundial 78; se fue expulsado por un tremendo planchazo al brasileño Batista en España 82; voló al infinito y más allá para ganarle con la Mano de Dios el salto a Peter Shilton para el 1 a 0 y se disfrazó de Mozart, Beethoven, Picasso, Dalí o todos ellos juntos para construir ante los ingleses el gol más bello de la historia de los Mundiales; alzó la Copa en México 86; lloró de impotencia tras perder la final de Italia 90; le gritó a la cámara y a todo el planeta que estaba más vivo que nunca tras su golazo a Grecia en Estados Unidos 94 y, en su último partido oficial con la Argentina, sonrió de la mano de una rubia enfermera poco antes de que le cortaran las piernas en Boston.

El Mundial Juvenil

Diego Maradona se convirtió en el “10” conductor del equipo indestructible en aquel Mundial Sub-20 Japón 1979.

Ese equipo argentino generó lo que nunca antes había generado otro: el pueblo futbolero interrumpía la noche y se levantaba a observar por la TV en blanco y negro a un conjunto al que César Luis Menotti le puso su sello para conducirlo.
Diego fue siempre la luz más nítida de un combinado albiceleste que alcanzó la maduración en la Copa del Mundo.

En ese Mundial, Argentina arrancó con una rotunda victoria sobre Indonesia (5-0) con tres goles de Ramón Díaz y otros dos de Maradona, que se erigió en el verdadero titiritero del equipo vencedor.

Yugoslavia, el segundo adversario del grupo, era el rival a vencer. Y un triunfo ajustado 1-0, con gol de Escudero, marcó que el equipo estaba por el buen camino.

La zona D de esa Copa del Mundo se completó con un éxito 4-1 sobre Polonia y El 10 convirtió un gol.

En el partido de cuartos de final, ante Argelia (5-0), con el encuentro ya definido, el entrenador Menotti resolvió el cambio a los 12 minutos del segundo tiempo: el ingreso de Juan José Meza por Maradona. “Diego tenía una calentura bárbara, desde el banco lo miraba y se le salían los ojos”, contó Marcelo Bachino, también componente de ese plantel.

En la semifinal, Argentina se cobró revancha de Uruguay del Sudamericano y lo derrotó por 2-0, con un tanto de Ramón Díaz y otro de Maradona. Y en la definición, ante la Unión Soviética, el equipo albiceleste se impuso por 3-1, a pesar de quedar en desventaja apenas comenzada la segunda parte.

Un penal de Hugo Alves, una corrida del Pelado Díaz y un magnífico tiro libre del 10 rubricaron la victoria de un equipo que enamoró a la distancia y que dejó un recuerdo imborrable en el pueblo argentino.



 

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