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Cuando los guerrilleros coparon La Silleta

Hace 50 años, directivos del Hospital Neuropsiquiátrico denunciaron que había sospechosos en cerros de La Silleta.
Domingo, 02 de febrero de 2020 10:46

Poco después del mediodía del miércoles 21 de enero de 1970, circuló en nuestra ciudad un inquietante rumor: un grupo de “barbados” guerrilleros, émulos del Che Guevara, habían copado los cerros aledaños a Potrero de Linares, en La Silleta. Con el correr de las horas se conocieron otros detalles: el grupo de subversivos estaba integrado por lo menos por cuatro jóvenes, aunque se sospechaba que monte adentro podían estar escondidos varios más y todos, armados hasta los dientes. 
Consultadas por El Tribuno, las autoridades del Neuropsiquiátrico de Salta contaron que efectivamente ellos habían detectado que desconocidos -supuestamente guerrilleros- habían acampando en cercanías de la colonia que el hospital tenían en Potrero de Linares. Agregaron que estaban a 34 kilómetros de la ciudad, en un desvío de la ruta a Campo Quijano. Además, señalaron tener conocimiento de que habían instalado dos carpas en medio del espeso monte, cercano a los cerros del oeste. Por último, dijeron saber que allí habían estado efectuando disparos de armas de fuego, lo que alarmar sobremanera a los pacíficos lugareños. 
Lo que los del “neuro” no confirmaron fue la versión que sostenía que los presuntos guerrilleros, al asaltar una vivienda del lugar, habían herido de un balazo a un menor. 

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Poco después del mediodía del miércoles 21 de enero de 1970, circuló en nuestra ciudad un inquietante rumor: un grupo de “barbados” guerrilleros, émulos del Che Guevara, habían copado los cerros aledaños a Potrero de Linares, en La Silleta. Con el correr de las horas se conocieron otros detalles: el grupo de subversivos estaba integrado por lo menos por cuatro jóvenes, aunque se sospechaba que monte adentro podían estar escondidos varios más y todos, armados hasta los dientes. 
Consultadas por El Tribuno, las autoridades del Neuropsiquiátrico de Salta contaron que efectivamente ellos habían detectado que desconocidos -supuestamente guerrilleros- habían acampando en cercanías de la colonia que el hospital tenían en Potrero de Linares. Agregaron que estaban a 34 kilómetros de la ciudad, en un desvío de la ruta a Campo Quijano. Además, señalaron tener conocimiento de que habían instalado dos carpas en medio del espeso monte, cercano a los cerros del oeste. Por último, dijeron saber que allí habían estado efectuando disparos de armas de fuego, lo que alarmar sobremanera a los pacíficos lugareños. 
Lo que los del “neuro” no confirmaron fue la versión que sostenía que los presuntos guerrilleros, al asaltar una vivienda del lugar, habían herido de un balazo a un menor. 

Destacamento La Silleta

Al tomar conocimiento de estos acontecimientos, el administrador de la colonia neuropsiquiátrica dijo que de inmediato se comunicó con el destacamento policial de La Silleta para ponerlo al tanto de la situación. A poco, su jefe, comisario Serapio Yapura, trasladó la novedad a Jefatura de Policía, por entonces a cargo de don Elías Bolea. Ante semejante denuncia, la repartición resolvió enviar de inmediato a La Silleta una comisión como fuerza represiva (un automóvil y dos patrulleros lleno de efectivos bien pertrechados). 
Según la última información del miércoles 21, esa comisión debía alcanzar por la tarde, el sitio que presuntamente dominaba el grupo guerrilleros “guevaristas”. Ya en el lugar, debía proceder a detener a sus integrantes, secuestrar armas y municiones que encontrasen en su poder y traerlos atados a Salta, donde serían sometidos a un “hábil” interrogatorio.

Inquietud 

La noticia también inquietó a la Policía Federal y al Ejército, organismos que de inmediato comenzaron a tender sus redes ante la posibilidad de que la información proveniente de La Silleta se confirmase. Asimismo, corresponsales de importantes medios de prensa del país, también se movilizaron para tratar de obtener detalles exclusivos de la inminente captura de la célula de “guerrilleros guevaristas”, descubierta al oeste de la ciudad de Salta y muy cerca de la línea férrea internacional a Chile. 

Detalles de la captura 

Luego de que los policías arribaron a La Silleta, siguieron camino a Potrero de Linares donde dejaron sus móviles para seguir a pie por los matorrales, donde en varias oportunidades debieron echar mano a machetes para abrirse camino. Luego de hora y media de trepar, los efectivos llegaron al lugar donde estaba el “campamento guerrillero” con dos carpas con techos amarillos. Previo al asalto final, las fuerzas hicieron un hábil movimiento envolvente logrando sorprender y pillar a cuatro de “subversivos”, en tanto que otros tres se fugaron. 
En el acto, los detenidos fueron “invitados gentilmente” a descender hasta Potrero de Linares, desde donde fueron trasladados directamente a la Central de Policía y alojados en la cuadra perteneciente al Cuerpo de Infantería. 

Son tupamaros!, decía un policía

En la mañana del jueves 22, el misterio quedó develado: los émulos del Che Guevara no tenían barba y solo eran cuatro universitarios salteños que habían salido de excursión y que portaban dos rifles del 22 y un aire comprimido. La noche del jueves fueron liberados luego de estar 51 horas detenidos y sin comer. 
El sábado 24, los “guerrilleros” llegaron a El Tribuno y contaron lo ocurrido. Los cuatro eran egresados del Salesiano en 1968: Alfredo Ortiz (17), estudiaba Medicina en Córdoba, Oscar Albiero (18) hacía Ingeniería en Tucumán; Luis Salmoral (18), Medicina en Córdoba y Silvano Locatelli (19) estudiaba Ingeniería Química en Ciencias Naturales de Salta. 
“Estábamos durmiendo en la carpa cuando llegaron...”, cuenta Albiero. “Yo los vi primero -interrumpe Locatelli- yo había ido por agua al río y se me apareció un policía con ametralladora. Me ordenó que me tirara al suelo. Después, los catorce restantes rodearon las carpas y a patadas nos hicieron salir”. A todo esto, un policía repetía a viva voz: “Son tupamaros! Son tupamaros!”.
“Sin interrogarnos, ni pedir documentos, nombre, edad ni nada de nada, nos tiraron al suelo y nos patearon”, agregó Salmoral.

Las armas

Por su parte, Ortiz contó a El Tribuno: “Teníamos dos rifles calibre 22 para cazar y uno de aire comprimido. No sabíamos que había casas en medio del monte y tampoco se las veía. Nadie vino a quejarse por los tiros, eso sí, en la mañana del miércoles escuchamos disparos a unos trescientos metros más o menos o quizá menos; parecían de escopeta o de un arma de más calibre”, concluyó.
En cuanto a las insignias, Albiero aclaró que él portaba una: “Yo tenía un birrete con estrellitas que le había comprado a un loco. Era de los Exploradores de Don Bosco”.

Una madre

Por su parte la madre de Ortiz, Alba Arzelán de Ortiz, contó lo siguiente: “No nos avisaron nada. Estuvieron detenidos desde el miércoles a la siesta hasta las once de la noche del jueves, que es cuando recién los pudimos volver a ver. Los tuvieron incomunicados a pesar de ser menores de edad”. 
“Aparte del susto, se pasaron un día sin probar bocado y 51 horas presos en la Central de Policía y en la seccional 1ª. Es difícil imaginar que tenemos un cuerpo de seguridad que, sin mediar palabras ni averiguar nada, cargue contra cuatro changos por el solo hecho que estaban de camping”, concluyó la señora de Ortiz. 
 

 

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