¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

15°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Vende tapabocas en el centro de Salta para poder comer

La historia de una mujer que cambió la venta de pochoclos por necesidad.
Jueves, 14 de mayo de 2020 02:44

La de Mónica Sánchez es una historia como muchas otras, pero quizás le sirva a alguien como una inspiración para seguir luchando por sobrevivir en medio de esta pandemia que dejó sin trabajo y sin ingresos a muchas familias.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La de Mónica Sánchez es una historia como muchas otras, pero quizás le sirva a alguien como una inspiración para seguir luchando por sobrevivir en medio de esta pandemia que dejó sin trabajo y sin ingresos a muchas familias.

Si bien de hecho, la cuarentena ya se flexibilizó, hay algunos trabajos que no pueden volver. Tal es el caso de los pochocleros que habitan el casco histórico de la ciudad.

Como no tienen (o no lograron redactarlo) un protocolo no pueden regresar a su noble actividad de endulzar el paso tranquilo de los salteños y turistas que pasean por el centro salteño.

No existe una asociación de pochocleros de Salta que los aglutine y que redacte el trámite burocrático. Entonces esas familias están sin trabajar desde hace más de 50 días.

Así fue que Mónica decidió que tenía que hacer algo urgente. Ella es una mujer joven de 36 años que viene de dos generaciones de pochocleros; su papá le enseñó el dulce oficio. Cuando se hizo grande se casó con Ricardo y tuvieron a sus cuatro hijas.

Con su esposo y su carro ubicado en España y Mitre solventaron los gastos de una familia hasta que un día llegó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) por el COVID-19.

"Cualquier familia puede tener ahorros, pero no para tantos días. En más de cuarenta días solo se trabajó una sola jornada y con eso no se puede vivir. Nosotros tenemos hijas de 14, 12, 6 y dos años, que piden de todo: para comer, para las tareas; no es fácil la cuarentena para cuatro niñas", explicó Mónica.

Ante ese terrible contexto tuvieron que salir como sea a conseguir dinero.

"Yo tenía una vieja máquina de coser y algo de tela. Así fue que nos pusimos a pensar y comenzamos a diseñar barbijos o tapabocas para salir a vender. Tengo un gran amigo que nos hace precio con el sublimado y con eso fue solo cosa de ponerle toda la creatividad para la variedad de preferencias", dijo Mónica.

Hay de clubes de fútbol, de Pepa Pig y de dibujos animados de todos los tiempos, también de varios tamaños y más chicos para niños y niñas, de música, de la suma y de la ausencia de colores, más sobrios para gente mayor, más disparatados de películas de terror para más jóvenes y por supuesto tiene con las imágenes de los Santos Patronos.

"Yo hice estos tapabocas del Señor y la Virgen del Milagro porque somos sus fieles devotos. Yo tengo fe en que nuestros Santos Patronos nos van a ayudar a salir de esta cuarentena sanos y con trabajo", dijo llorando con profunda emoción esta vendedora de la Catedral.

Muchas veces se queda vendiendo al lado de su carro, en la vieja esquina de Dinar; otras veces se va para atrás del Santuario del Señor y la Virgen del Milagro, sobre la Belgrano.

Mónica trabaja durante las mañana y su esposo va por las tardes.

La familia viven en el barrio La Angostura, que está ubicado por detrás de Portezuelo Chico, en la popular zona este de la capital salteña.

"Esta es una actividad que salió como una alternativa a la falta de ingresos por la pandemia. Pensamos (en la familia) que cuando se habilite la venta de los pochoclos vamos a volver a lo original. Si al fin y al cabo, lo que mejor sabemos hacer es la venta del carro; eso es lo que nos alimentó durante tanto tiempo a nuestra familia. Ponemos todo el amor, pero por ahora eso solo está suspendi do", concluyó.

Especulación y falta de insumos

Justo que el negocio de la confección de barbijos estaba comenzando a funcionar como alternativa de ingresos, el precio de los insumos está comenzando a elevarse. 
Desde hace unos días que no se consiguen elásticos por lo que su costo está aumentando astronómicamente. 
La especulación y la usura fueron moneda corriente en este presente salteño de pandemia.

Temas de la nota

PUBLICIDAD