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La pandemia no admite distracciones

Jueves, 30 de julio de 2020 02:43

El anuncio presidencial del 17 de julio con respecto a la nueva etapa de aislamiento preventivo en el conglomerado metropolitano de la ciudad y provincia de Buenos Aires parece un episodio lejano en el tiempo.

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El anuncio presidencial del 17 de julio con respecto a la nueva etapa de aislamiento preventivo en el conglomerado metropolitano de la ciudad y provincia de Buenos Aires parece un episodio lejano en el tiempo.

Con la presencia de los mandatarios de Jujuy, Chaco y Río Negro, el presidente describió la situación epidemiológica con comparaciones regionales y mundiales. Una de ellas, con la región vasca en España, le valió la crítica de la delegación Euskadi en Argentina, que afirmó que el "sistema sanitario vasco ha atendido a todos los pacientes en las propias instalaciones sanitarias... sin que su capacidad en las Unidades de Cuidados Intensivos llegará a su ocupación plena". Ya en otras oportunidades las comparaciones mundiales con Suecia, o regionales con Chile y Uruguay valieron correcciones desde Cancillería y el Ministerio de Salud.

Lo notable del anuncio presidencial tiene que ver con una cuestión político - narrativa sobre el episodio mundial que es la pandemia. Con partes del gabinete y la población llamando al fin del confinamiento, los datos epidemiológicos no dan tregua.

Desde el anuncio de reflexiblización hasta la fecha cada una de las jurisdicciones representadas en el anuncio: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires, Chaco, Río Negro y Jujuy, todas, experimentaron picos máximos de contagios y muertes. Sin ir más lejos, y con la ayuda de Córdoba enviando a cuatro médicos terapistas, la provincia de Jujuy retrocedió a Fase 1 por 15 días.

Es aquí donde vuelve el interrogante: ¿es sensible cambiar el tema (y medidas de políticas públicas) en la agenda política en medio de una situación límite por COVID-19 en Argentina, la región (el foco de la pandemia según la Organización Mundial de la Salud) y el mundo?

La experiencia a nivel mundial no denota una recuperación de la pandemia de forma lineal; en otras palabras, aun en países con pocos casos y recuperaciones económicas leves -como Nueva Zelanda- el riesgo de la propagación comunitaria del coronavirus es el tema principal en agenda, sobretodo por el riesgo que comprende y engloba en cada acción de estado o de la vida civil.

Más allá de ponderar el liderazgo de la mandataria Jacinda Ardern (parte de un grupo de mujeres líderes que lograron resultados alentadores en Noruega, Finlandia, Dinamarca y Taiwán), la clave está en comprender el riesgo histórico de la pandemia logrando consensos a mediano y largo plazo. Estos consensos tienen dos características: deben ser amplios y deben ser constantes, ambos, apoyados por una estrategia de comunicación clara, eficiente y pedagógica que sintetice el acuerdo político y las medidas para paliar la crisis sanitaria, económica, social y psicológica que nos aqueja.

Tomar decisiones políticas en medio de un pico por el coronavirus no es fácil. Parecería que el anuncio del 17 de julio quedó a destiempo o el equipo presidencial tiene información y acceso a un análisis científico que demuestra que finalmente estamos en el pico y que el descenso de los casos es "fait accompli" (hecho consumado). Ojalá sea así.

Mientras los datos demuestran lo contrario, el tema en la agenda politica debe ser la pandemia.

Por más hartazgo que tengamos -y lo tenemos- es clave que el Estado articule la respuesta desde el riesgo que representa tomando recaudos que pueden parecer exagerados antes que lamentar el colapso del sistema de salud, más muertes y contagios masivos, que hasta la fecha, muestran los números diarios. Por ejemplo el caso de Jujuy, que a la hora del anuncio del 17 de Julio anunciaba preocupación pero recalcaba un horizonte con menos casos y más apertura. Hoy, Jujuy vive el retorno a la Fase 1 de aislamiento obligatorio. Por ello, a partir del anuncio, debemos ser cuidadosos en cantar victoria a un virus hiper contagioso que está redefiniendo mucho de la realidad mundial y que seguramente traerá cambios a mediano plazo a partir de su existencia. Cambios en entornos como campañas masivas de higiene, control de la fauna, replanteamiento de estrategias de resiliencia a nivel del Estado, el teletrabajo y el rol fundamental de los sistemas de salud públicos, entre otros te mas.

A esto, las experiencias del resto del mundo - pasando por las tragedias en Brasil y Estados Unidos - demuestran que hasta que la vacuna contra el COVID-19 no sea efectiva, la marcha y contramarcha de medidas de aislamiento será una constante en los meses por venir.

Como decía Tomás Pueyo en marzo en su reconocido artículo el "Martillo y la Danza", la etapa del martillo fue una acción inmediata, sin precedentes y agresiva para ganar tiempo para preparar al sistema de salud. La etapa de la danza es "período de varios meses entre el martillo y la vacuna o el tratamiento" ya que "según evolucionen los casos tendremos que extremar las medidas de distanciamiento social o no". El argumento de Pueyo -fundamentado en datos- es de un danzar continuo con medidas de martillo "intermitentes" tal cual lo explicó el Gobernador de Buenos Aires. Esto quiere decir que aunque el Gobierno intente correr a la pandemia de la agenda política, el danzar propio de esta etapa de la pandemia, lo obligará a tanguear: de a dos hasta el final.

Si la pandemia es el problema de inmediatez con más efecto por sobre la sociedad (y la matriz productiva), generar los consensos políticos necesarios para gestionarla es un imperativo. Se podrá ganar tiempo para mejorar el sistema de salud, para preparar medidas económicas y para planificar la pospandemia, pero sacar el énfasis sobre los riesgos y el posible desmadre de contagios sería un error de estrategia y táctica monumental. Así como este análisis se aplica al gobierno nacional, es aún más relevante para gobiernos provinciales y locales que dependen de los recursos y pericias del Estado nacional para hacer frente a la pandemia. Y aquí se desprenden dos políticas públicas de mitigación que lograron resultados en el mundo: incrementar testeos masivos e invertir en el desarrollo e investigación científica que logren insumos de testeo, de cuidado y de tratamiento. Es entendible que los gobiernos quieran romper la inercia de la pandemia como único tema en la agenda política, pero pensar que el problema desaparece después de una etapa de confinamiento es, simplemente, una estrategia errada contra un virus nuevo, altamente contagioso y sin cura.

 

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