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El paciente positivo que falleció en el San Bernardo siempre estuvo aislado

El resultado del test se supo el mismo día en que murió.
Domingo, 05 de julio de 2020 01:28

El hospital San Bernardo logró esquivar una bala más. El nosocomio principal de la provincia controló el caso del paciente que murió a causa de un cáncer de pancreas avanzado y que luego se confirmó que dio positivo de COVID-19. El virus le habría acelerado el cuadro terminal. Desde el hospital aseguran que el paciente estuvo aislado desde el "momento cero" y descartan circulación interna de COVID.

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El hospital San Bernardo logró esquivar una bala más. El nosocomio principal de la provincia controló el caso del paciente que murió a causa de un cáncer de pancreas avanzado y que luego se confirmó que dio positivo de COVID-19. El virus le habría acelerado el cuadro terminal. Desde el hospital aseguran que el paciente estuvo aislado desde el "momento cero" y descartan circulación interna de COVID.

Se trata del segundo paciente infectado que es atendido en el centro asistencial. Mientras en los últimos días también dieron positivo en el hospital un médico y una administrativa, ambos fueron aislados. Se trata de casos "importados": el médico vino de Bolivia y la mujer desde Jujuy. Mientras que una mujer personal de la salud del nosocomio permanece aislada y a la espera del resultado.

El paciente que falleció ayer llegó al San Bernardo desde el hospital San Vicente de Paúl de Orán. "Desde su traslado vino totalmente aislado", indicaron fuentes del nosocomio. Se aseguró que automáticamente fue ingresado a la sala COVID, en respeto del principio general que impera por estos días en el hospital: "sospechoso hasta que se demuestre lo contrario". Sobre el recorrido del paciente -luego de su ingreso- hay dos versiones. Por un lado se indicó que el hombre fue trasladado a gastroenterología para realizarle una ecografía, "pero las gastroenterólogas utilizaron todos los elementos de bioseguridad", se advirtió. Mientras que, por otro lado, se aseguró que el paciente no salió de la sala COVID, porque allí "se trasladan los equipos para cualquier estudio que se necesite".

Más allá de las versiones encontradas sobre este punto, se aseguró que el test se le realizó al ingreso, "como manda el protocolo, que se le realice a cualquier caso sospechoso". Al provenir de Orán, considerada en estos días una de las "zonas rojas" del norte provincial, el hombre fue atendido "siempre como caso sospechoso", aseguraron. La incertidumbre surgió a raíz de que se conocieran su deceso y la confirmación del test positivo al mismo tiempo.

Advierten sobre los médicos

Una empleada que pidió reservar su identidad aseguró que hay elementos de bioseguridad y protocolos que se modifican según las diferentes situaciones que surjan. Sin embargo, advirtió que quienes muchas veces faltan a "reglas básicas, como el lavado de manos", son los propios médicos. "Nosotros brindamos un servicio esencial por ser de salud, pero además el San Bernardo es el único en el norte para brindar algunos servicios gratuitos, como el de endoscopía", resaltó.

Aseguran que el caso del doctor del hospital que regresó de Bolivia y se negó a hacer la cuarentena en Tartagal es el "ejemplo" de que muchas veces son los mismos "médicos los que no toman conciencia". La otra mujer que también trabaja en el hospital está aislada y espera el resultado de un segundo test. El primero le dio negativo.

Primer caso

En mayo pasado una paciente fue atendida por los profesionales del nosocomio en total desconocimiento de que se trataba de una persona infectada. La joven, que fue operada de la vesícula, llegó al hospital desde el hotel donde realizaba la cuarentena obligatoria por haber sido "repatriada". Luego de que fuera intervenida se supo que era portadora de COVID-19. El resultado surgió en el último test de rutina para otorgarle el alta sanitaria.

Tanto en aquel primer caso como en este último, desde el hospital público aseguraron que se utilizaron los elementos de máxima seguridad, los de "nivel 3".

Preocupación por la crisis de los jardines maternales

En la provincia suman 150 las salitas, casi la mitad en la ciudad.

Niños en una salita maternal.

Por el avance de la COVID-19 en marzo pasado se suspendió la actividad escolar en el país. Esto hizo que los jardines maternales tuvieran que cerrar sus puertas y desde aquel momento no pudieron abrir. Es por eso que este sector vive una situación de quebranto.

Pamela Ares, integrante del equipo del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, luego de mantener contacto con docentes, directivas y propietarias de jardines maternales se reunió, a través de videollamada, con diputados y senadores provinciales para dialogar acerca de la profunda crisis que ese sector atraviesa. 

Ares aseguró que en Salta hay cerca de 150 jardines maternales, de los cuales unos 60 pertenecen a la capital salteña, adonde acuden niños desde los 45 días a los 3 años de edad. “Con la suspensión de clases presenciales y el cierre preventivo, las instituciones se sumergieron en una profunda crisis y peligran más de 700 puestos de trabajo (en su gran mayoría mujeres) solo en Salta capital”, afirmó. 

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