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El cabildo del Duende Amigo guarda una peculiar colección de antigüedades

Entre ellas, destaca una serie que muestra la evolución de las telecomunicaciones. También hay piezas de uso cotidiano en el hogar y herramientas de profesiones.
Domingo, 14 de febrero de 2021 16:38

Objetos del pasado reciente están guardados en el cabildo del Duende Amigo. La colección pertenece a Pilar Pérez Paz (15), la hija del escritor Fabio Pérez Paz, creador de la saga del Duende Amigo y quien recientemente presentó la obra “Martín Güemes, mi gran amigo”, en coincidencia con el bicentenario de la muerte del prócer.
Apenas llegar al predio, ubicado en Cerrillos, un cartel informa al visitante que Pilar inició su afición por las antigüedades cuando tenía tres años de edad y que esto “llamó la atención de varios anticuarios del país, quienes no dudaron en nombrarla (en 2009, cuando ya tenía cuatro años) la coleccionista más pequeña de Argentina (y quizá del mundo)”. 
Las piezas, agrupadas de acuerdo con temáticas, están expuestas en las vitrinas conforme la sensibilidad y el buen gusto de Pilar. En uno de los muebles acristalados están dispuestos artefactos que dan cuenta de la evolución de las telecomunicaciones. 
Una vitrola; un tocadiscos; radios a válvula, receptores que se fabricaron después de la radio a galena; radios a transistores, pequeños receptores de radio portátil que utilizan circuitos electrónicos a base de transistores y que se vendieron por cientos de millones en los 60 y 70; grabadores a cinta abierta o a casete; un reproductor de magazines, que fue en las mencionadas décadas una alternativa muy empleada para escuchar música en estéreo en los autos; los walkman y los discman, que amenizaban el trayecto de los caminantes y que tuvieron una vida brevísima... Juntos componen ante los ojos del público una línea evolutiva muy gráfica. 

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Objetos del pasado reciente están guardados en el cabildo del Duende Amigo. La colección pertenece a Pilar Pérez Paz (15), la hija del escritor Fabio Pérez Paz, creador de la saga del Duende Amigo y quien recientemente presentó la obra “Martín Güemes, mi gran amigo”, en coincidencia con el bicentenario de la muerte del prócer.
Apenas llegar al predio, ubicado en Cerrillos, un cartel informa al visitante que Pilar inició su afición por las antigüedades cuando tenía tres años de edad y que esto “llamó la atención de varios anticuarios del país, quienes no dudaron en nombrarla (en 2009, cuando ya tenía cuatro años) la coleccionista más pequeña de Argentina (y quizá del mundo)”. 
Las piezas, agrupadas de acuerdo con temáticas, están expuestas en las vitrinas conforme la sensibilidad y el buen gusto de Pilar. En uno de los muebles acristalados están dispuestos artefactos que dan cuenta de la evolución de las telecomunicaciones. 
Una vitrola; un tocadiscos; radios a válvula, receptores que se fabricaron después de la radio a galena; radios a transistores, pequeños receptores de radio portátil que utilizan circuitos electrónicos a base de transistores y que se vendieron por cientos de millones en los 60 y 70; grabadores a cinta abierta o a casete; un reproductor de magazines, que fue en las mencionadas décadas una alternativa muy empleada para escuchar música en estéreo en los autos; los walkman y los discman, que amenizaban el trayecto de los caminantes y que tuvieron una vida brevísima... Juntos componen ante los ojos del público una línea evolutiva muy gráfica. 

Una reproducción del FIAT 600 D, de 1960, a escala 1:8. Pablo Yapura


También se exhiben una Drean Commodore 64, computadora doméstica de 8 bits desarrollada por Commodore International en 1982; consolas de Atari, empresa pionera en juegos de arcade, consolas de videojuegos y computadoras domésticas y distintos televisores en blanco y negro y a color. 
En diálogo con El Tribuno, Fabio recordó que en el marco de las giras de presentación de los libros del Duende Amigo, su hija Pilar, desde que tenía uso de razón, solicitaba a sus padres que visitaran los museos de cada lugar. Allí historias y culturas desconocidas la envolvían con su halo de misterio a través de objetos, que con su mera existencia llenaban espacio que en los escritos habían quedado huecos. “Se quedaba durante horas y preguntaba cuál era la utilidad de cada pieza. Le comenté esto a Ramón Romero, un coleccionista amigo que tiene el museo de los peluqueros de la calle Buenos Aires, porque para nosotros era una razón extraña la pasión que ella demostraba por estas cosas. Él me dijo que la mayoría de los anticuarios había empezado a atesorar piezas desde la infancia y que la incentivara a hacerlo. Incluso Romero les habló sobre Pilar a amigos coleccionistas que le fueron donando cosas. Fue un andar de boca en boca”, recordó Pérez Paz. Esa divulgación le insufló a la afición de Pilar un ritmo de llegada ininterrumpido de objetos que la llevó a superar los 1000, aunque actualmente no están todos expuestos porque excedieron en número la capacidad de las vitrinas de acogerlos. Pilar comentó que su afán escudriñador de averiguar cuidadosamente algo y sus circunstancias no la ha abandonado en la adolescencia y que dedica un afecto especial a cada componente de su colección. Sin embargo, su preferido hoy por hoy es uno de los primeros teléfonos que conoció el mundo, de marca Western Electric. Con edición en 1913, fue restaurado por el licenciado Néstor Coope y su mecanismo está activo, incluso lo probaron con una central analógica. Se lo donó Nenacho Flores. 

Un expendedor de boletos y otro de monedas que usaban los colectiveros. Pablo Yapura


A Pilar le contaron que Flores poseía varias antigüedades y que un día les preguntó a sus hijos qué destino iban a dar a las cosas que formaban parte de su colección. 
El empleo en que han de servir a los sucesores los objetos de colección constituye el desvelo de los anticuarios y los hijos de Nenacho lo desengañaron pronto. “Le dijeron que para ellos eran basura. Por eso la llamó a Pilar, ella tendría unos seis años, y cuando fuimos hasta Metán nos llenó de antigüedades el auto. Entre ellas un telégrafo de ferrocarril completo”, especificó Fabio. Se trata de un aparato de marca Siemens Brother de 1910 compuesto por dos dispositivos: un emisor con pulsador y un receptor con impresora de mensajes codificados.
El fin -o intento- al que se dirige o encamina el coleccionismo es el compartir con otros lo recolectado, acondicionado y fichado, teniendo como parámetro que todo puede ser materia de conocimiento o sensibilidad de parte del público y que es justamente esta mirada la que retribuye y da sentido a la acción de coleccionar. En palabras de Fabio: “El objetivo es que los niños y los adultos puedan ver por fuera todo lo que está hoy metido en el celular, todo lo que era necesario tener en el pasado para escuchar música, reproducir una película o escribir”. 

Unas cucharas de los siglos XIX y XX, donadas por Sandra Moya. 

Además de este telégrafo ferrocarrilero que permitía la comunicación en el sistema Morse, hay una hilera de teléfonos con tecnologías superadas y obsoletas. Es el caso del icónico aparato de baquelita con un disco giratorio y con huecos numerados del 0 al 9, que supo perdurar durante casi todo el siglo XX. También sus pares de marcación en teclado o los primeros celulares del tipo ladrillo, que fueron transformándose conforme la humanidad mudaba de actitud, de conducta o de propósito en el área de las comunicaciones. 
“A los niños les fascina todo esto, preguntan, vienen con los padres y la mayoría de ellos ha utilizado esos teléfonos o esos aparatos para escuchar música. Nosotros estamos dispuestos a explicar su funcionamiento, pero nuestra mayor satisfacción es que termina siendo un diálogo entre los integrantes de la familia, que incluso dura cuando regresan a sus casas”, expresó Pérez Paz. Añadió que al ver una máquina de escribir de la fabricadora italiana Olivetti los chicos “no pueden creer que se tenía la impresión instantánea, que al tocar las letras salían automáticamente en tinta, cuando ahora tienen que guardar el archivo y recién enviar la orden a la impresora para tenerlo”. 

Una vasija de cerámica hallada en la zona de Esteco donada por Nenacho Flores. 

Evolución de los objetos

Entre los estantes de la colección de Pilar también están dispuestos relojes de bolsillo con cadena, pulsera o despertadores, monedas del siglo XVIII en adelante acuñadas en América y Europa, maquetas con réplicas de autos antiguos, juguetes de antaño -y que cada tanto obtienen un revival- como trompos y yo-yo, instrumentos y muñecos, botellas de bebidas gaseosas de los 60, 70 y 80, sifones y golosinas en presentación en lata. 
Puesto a hallar una identidad recurrente en esta composición Fabio señaló que la colección “refleja la vida cotidiana en el pasado reciente, en utensilios correspondientes a diferentes profesiones y oficios como herramientas empleadas en minería, peluquería, electrónica”. 
Aún falta exhibir herramientas de geología y minerales que le regaló a Pilar su tío Luis Alberto Moya. Picarescamente dispuestos aparecen en algunos anaqueles los duendes y seres legendarios de la saga. 

El cabildo del Duende Amigo

Quien toma contacto con criaturas fantásticas va elucubrando sueños con la certeza de que cultiva y riega en el terreno de lo posible. Desde el primer tomo del Duende Amigo, los personajes de Fabio Pérez Paz irrumpían a la misma hora y en el mismo lugar en una casona ubicada en La Silleta para su encuentro anual con la figura ficcionalizada del autor. Pero hubo que aguardar a la séptima entrega “Duende Amigo. Magia en 7 colores”, para verla representada en la portada.
De inmediato los fans, conocedores del encanto misterioso e inefable que rodea el universo de recopilaciones de Pérez Paz, intuyeron que algo más estaba ocurriendo y efectivamente era así. El cabildo real se abrió en 2019 para recibirlos. Actualmente es la sede de un fabuloso emprendimiento de Pérez Paz y familia, que se erigió como un centro cultural apto para el encuentro de hacedores y comunicadores de las tradiciones norteñas.
“Después de que se publicó el tercer libro, habíamos armado un plan de trabajo para editar hasta el séptimo tomo, uno por año. Sabíamos que en la tapa de este iba a estar el cabildo del Duende Amigo, un lugar real ubicado en La Silleta y que un día los niños lo podrían conocer. Mientras íbamos armando ese edificio seguíamos con la saga”, recordó Fabio. 
Desde sus inicios el autor bestseller de Salta empleó un recurso, el del diálogo imaginario, al que emparienta más con el oficio periodístico que con el de escritor. Sus diálogos tienen resonancias de aquellos que mantenía el ciudadano Don Espirideo Tintilay con el Diablito de la torre del Cabildo de Salta, escritos por Ernesto Miguel Aráoz. 
También es palpable en cada edición el encuentro buscado con los narradores orales de las comunidades del interior, un diferencial del modus operandi de Pérez Paz y que sustancia también con “Mitos y leyendas”, el programa de televisión que suele emitirse por Telefe Salta los sábados.
 

 

 

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