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Jerusalén, el paso de la fe de los creyentes y su similitud con Chamical

En los dos lugares hay mártires cristianos, como los miles que perecieron y perecen en anonimato y abandono. Ambos tienen su vía dolorosa, testigo de homicidios, que buscaron ser tapados por el poder de turno y sus cipayos.
Lunes, 29 de marzo de 2021 00:23

“Jerusalén es un sonido que viene de lejos. En otras ciudades se escuchan ruidos, en Jerusalén se escuchan voces; en otras ciudades hay espacio, en Jerusalén hay profundidad.” I. Navon.
La mañana se despierta con aromas milenarios a olivos, colores blancos de piedra eterna, ausencia de palomas de la paz y una sensación de tensa calma en la ciudad deseada. 
Los palestinos la quieren como su capital, los judíos la nombraron su capital indivisible y la comunidad internacional la quiere como ciudad abierta mundial.
Nuevamente me lanzo a perderme en sus callejuelas.
Jerusalén es como un rico plato donde hay que degustar de a poco para no atragantarse.
Siempre admiré la fuerza de la fe de tantos millares de personas que la visitan, su cantidad de rezos diarios en todas las lenguas reviviendo a Babel.
Para mi, que vengo de un hogar cuyo dogma era no tener dogmas y que lejos de ser un creyente fiel soy un dudante empedernido, esta ciudad me desafía en cada esquina.
Estar en la Jerusalén de la Vía Dolorosa mezclado con los peregrinos es una experiencia única, donde el murmullo de la fe se mezcla con los mercaderes que insisten en vender todo lo que pueden.
Las estaciones III, IV, VII y VIII acaparan mi admiración, pues el mensaje es una cátedra de liderazgo inspirador.
En la III, el piso ya empedrado muestra el lugar de la primera caída y allí una capilla que de solo ingresar te transporta a un viaje profundo como el peso de una responsabilidad por el cambio hacia un nuevo concepto. 
¿De qué vale estar parado en un paradigma de opresión? Me quedo tiempo aquí reflexionando en la capilla armenia, recordando que Armenia es el primer estado que adhirió al cristianismo y que también ellos sufrieron el primer genocidio del siglo XX, oh casualidad... Después de esta caída, en la estación IV el encuentro con una mujer, su madre, contenedora, inspirándolo a continuar la labor.
En la estación VII, sobre la calle Kan Zeit, donde la tierra recibe nuevamente al cuerpo cansado pero no menos apasionado, hay una puerta oscura con un sugerente cartel de letras y ribetes rojo sangre, y a metros de allí la estación VIII conmemora el encuentro con las mujeres piadosas que Jesús consuela.
Qué lecciones de liderazgo hay en cada estación, pero me quedo con este mensaje de las mujeres en el camino, que inspiran a levantarse y a seguir la labor. Después de cada caída, “la mujer” como nadie genera elevación trascendental .

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“Jerusalén es un sonido que viene de lejos. En otras ciudades se escuchan ruidos, en Jerusalén se escuchan voces; en otras ciudades hay espacio, en Jerusalén hay profundidad.” I. Navon.
La mañana se despierta con aromas milenarios a olivos, colores blancos de piedra eterna, ausencia de palomas de la paz y una sensación de tensa calma en la ciudad deseada. 
Los palestinos la quieren como su capital, los judíos la nombraron su capital indivisible y la comunidad internacional la quiere como ciudad abierta mundial.
Nuevamente me lanzo a perderme en sus callejuelas.
Jerusalén es como un rico plato donde hay que degustar de a poco para no atragantarse.
Siempre admiré la fuerza de la fe de tantos millares de personas que la visitan, su cantidad de rezos diarios en todas las lenguas reviviendo a Babel.
Para mi, que vengo de un hogar cuyo dogma era no tener dogmas y que lejos de ser un creyente fiel soy un dudante empedernido, esta ciudad me desafía en cada esquina.
Estar en la Jerusalén de la Vía Dolorosa mezclado con los peregrinos es una experiencia única, donde el murmullo de la fe se mezcla con los mercaderes que insisten en vender todo lo que pueden.
Las estaciones III, IV, VII y VIII acaparan mi admiración, pues el mensaje es una cátedra de liderazgo inspirador.
En la III, el piso ya empedrado muestra el lugar de la primera caída y allí una capilla que de solo ingresar te transporta a un viaje profundo como el peso de una responsabilidad por el cambio hacia un nuevo concepto. 
¿De qué vale estar parado en un paradigma de opresión? Me quedo tiempo aquí reflexionando en la capilla armenia, recordando que Armenia es el primer estado que adhirió al cristianismo y que también ellos sufrieron el primer genocidio del siglo XX, oh casualidad... Después de esta caída, en la estación IV el encuentro con una mujer, su madre, contenedora, inspirándolo a continuar la labor.
En la estación VII, sobre la calle Kan Zeit, donde la tierra recibe nuevamente al cuerpo cansado pero no menos apasionado, hay una puerta oscura con un sugerente cartel de letras y ribetes rojo sangre, y a metros de allí la estación VIII conmemora el encuentro con las mujeres piadosas que Jesús consuela.
Qué lecciones de liderazgo hay en cada estación, pero me quedo con este mensaje de las mujeres en el camino, que inspiran a levantarse y a seguir la labor. Después de cada caída, “la mujer” como nadie genera elevación trascendental .

¿Qué tendrá de parecido Jerusalén y Chamical, en La Rioja?, me pregunto mientras voy a visitar un lugar absolutamente nada visitado si lo comparamos uno con otro.
La aridez de la ruta podría ser una similitud o el clima desértico podría confundirnos donde estoy en este domingo de ramos.
Aquí también hay otros mártires cristianos, como los miles que perecieron y perecen en anonimato y abandono. Voy por la ruta y ya me encuentro con el lugar de aquellos sacerdotes que mataron, me detengo a reflexionar en ese monumento a la austeridad de los grandes, aquí están los restos de los curas asesinados, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville.
Sigo unos kilómetros por la ruta 38 mientras pienso en Jerusalén y su vía dolorosa y esta ruta sangrienta testigo de homicidios, que buscaron ser tapados por el poder de turno y sus cipayos de coyuntura. 
Allí aparece el lugar donde otro mártir pereció por su compromiso con un mundo diferente y congruente a su fe inquebrantable. Allí, una estatua de monseñor Angelelli con una Biblia en sus manos como un pájaro a punto de volar y sus anteojos visionarios, llenan de silencio la soledad.
Me quedo largo rato escuchando la nada que todo lo llena. Con emoción y respeto por aquellos que creen y enseñan con acciones sus decisiones más profundas.
Monseñor Angelelli, un prohombre cordobés, párroco de Alberdi y capellán del Hospital de Clínicas, pero sobre todo uno más que inspirado en aquel que murió en Jerusalén. También Angelleli siguió un camino peligroso, el de querer cambiar el paradigma de ojo por ojo y diente por diente hacia el modelo del amor y perdón.
Me quedo pensando en esa gran lección de liderazgo: para ser líder hay que cambiar un paradigma y las clases dominantes desde sus egoísmos se sentirán amenazadas en sus privilegios y la vida puede correr peligros. Tanto en Jerusalén como en Chamical.
Admiro a estos seres creyentes que caminan lo que predican haciendo de sus conceptos una razón de vivir. Algo no menor para un dudante que cree en creyentes que cambian los mundos. Feliz Pascua de resurrección y Feliz Pesaj de la liberación. ¿En qué creen los que no creen?
 

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