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El desafío de lograr un buen periodo de adaptación al jardín de infantes

En esta época se abren los interrogantes acerca de cómo prepararse para el inicio de clases. Para muchos jardineritos se trata de la primera vez que salen del contexto familiar.  
Martes, 25 de enero de 2022 10:58

La entrada al jardín de infantes es un hito, tanto para los niños, como para sus familiares. Conlleva una mezcla de emociones compartidas por todos: alegría, pena e incluso angustia y ansiedad. Para muchos niños, se trata de la primera vez que salen del contexto familiar.
En diálogo con El Tribuno la profesora en Jardines de Infantes, artista y capacitadora de docentes Milagro Ibarra se refirió al respecto: “Hay que pensar el periodo de adaptación como un encuentro reciproco entre educadoras y educadores, entre niños y -un pilar fundamental- la familia del niño. Me parece que ahí debemos hacer un trabajo profundo, nos necesitamos mutuamente para fortalecer lazos institucionales, vinculares y de aprendizajes, porque sin emoción no hay aprendizaje”, definió. Agregó que este periodo es un proceso y que muchas veces no finaliza como lo han estipulado las instituciones, con una duración de cuatro semanas, casi como si fuera una fórmula, porque en muchas circunstancias puede prolongarse en algunos niños. “Situándonos en este periodo al que a mí me gusta llamar ‘momento de encuentros recíprocos’, cabe al docente colaborar con el infante y su familia para brindarles la seguridad de un espacio de aprendizaje y contención”, expresó. Para Ibarra, sin embargo, lograr en forma paulatina que los niños se apropien de ese espacio no es algo “fácil”, sino una construcción que les permitirá a los niños autonomía, seguridad, ampliar su mundo con otros, construir amigos y vínculos. También ahondó en la relevancia del jardín de infantes. “Es imprescindible para las infancias, es un lugar que permite identificarse, es el primer lugar fuera del entorno familiar donde los niños se identifican con otros, lo habitan, lo crean, hasta apropiarse y para ello también se requiere que el espacio cuente con las condiciones necesarias”, advirtió. En este punto hizo hincapié en las escuelas públicas “donde se puede observar una necesidad urgente”. Y señaló que las carencias impiden hablar de proyectos colectivos. 
Sobre el rol de la docente en las salas maternales indicó que las maestras jardineras “cuentan con una amplia formación, sobre todo en lo lúdico, por lo que les permite ser un puente transicional entre la angustia y la separación con el familiar”. 

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La entrada al jardín de infantes es un hito, tanto para los niños, como para sus familiares. Conlleva una mezcla de emociones compartidas por todos: alegría, pena e incluso angustia y ansiedad. Para muchos niños, se trata de la primera vez que salen del contexto familiar.
En diálogo con El Tribuno la profesora en Jardines de Infantes, artista y capacitadora de docentes Milagro Ibarra se refirió al respecto: “Hay que pensar el periodo de adaptación como un encuentro reciproco entre educadoras y educadores, entre niños y -un pilar fundamental- la familia del niño. Me parece que ahí debemos hacer un trabajo profundo, nos necesitamos mutuamente para fortalecer lazos institucionales, vinculares y de aprendizajes, porque sin emoción no hay aprendizaje”, definió. Agregó que este periodo es un proceso y que muchas veces no finaliza como lo han estipulado las instituciones, con una duración de cuatro semanas, casi como si fuera una fórmula, porque en muchas circunstancias puede prolongarse en algunos niños. “Situándonos en este periodo al que a mí me gusta llamar ‘momento de encuentros recíprocos’, cabe al docente colaborar con el infante y su familia para brindarles la seguridad de un espacio de aprendizaje y contención”, expresó. Para Ibarra, sin embargo, lograr en forma paulatina que los niños se apropien de ese espacio no es algo “fácil”, sino una construcción que les permitirá a los niños autonomía, seguridad, ampliar su mundo con otros, construir amigos y vínculos. También ahondó en la relevancia del jardín de infantes. “Es imprescindible para las infancias, es un lugar que permite identificarse, es el primer lugar fuera del entorno familiar donde los niños se identifican con otros, lo habitan, lo crean, hasta apropiarse y para ello también se requiere que el espacio cuente con las condiciones necesarias”, advirtió. En este punto hizo hincapié en las escuelas públicas “donde se puede observar una necesidad urgente”. Y señaló que las carencias impiden hablar de proyectos colectivos. 
Sobre el rol de la docente en las salas maternales indicó que las maestras jardineras “cuentan con una amplia formación, sobre todo en lo lúdico, por lo que les permite ser un puente transicional entre la angustia y la separación con el familiar”. 

 

“El jardín de infantes es imprescindible para las infancias. Allí los niños se identifican con otros y lo habitan hasta apropiarse”. Milagro Ibarra 

 

El compromiso de los padres

Sin embargo, señaló que también es primordial el compromiso de los padres y tutores para llevar y retirar al infante en horario y esta y otras son las primeras pautas que deben adquirirse con la familia en este primer encuentro y que se irán ajustando en el transcurso del año. Lo que facilita este compromiso, definió, es la seguridad de saber que el niño vuelve a su hogar. “Toda separación genera angustia, y el juego como puente transaccional es muy oportuno en este encuentro. El llanto aparece en algunos niños, como signo, de no querer separase o ver al otro/docente como un extraño, por eso para calmar la angustia, los juegos de sostén, crianzas, juegos vinculares y de caricias pueden resultar aliviadores”, describió. Y explicó que por eso mismo la formación y la ternura son necesarias para el buen desempeño del rol docente. “Sabemos la diferencia entre ‘capacitarse’ por un puntaje, a formarnos de manera continua y permanente en la innovación y la revisión de las teorías, de los nuevos paradigmas que se necesitan para trabajar con las nuevas infancias”, comentó. Por último, Milagro Ibarra dejó una serie de consejos para padres: 
1) Facilitar el ingreso al jardín, sin cargarlos a upa. Muchas veces la separación del cuerpo en este momento de adaptación cuesta. Por eso, es conveniente que la autonomía y seguridad sea también desde el cuerpo.
2) Conversar antes del ingreso con el niño. Decirle que se quedará en su jardín y que luego lo retirarán (si es su abuela u otro familiar comentarle esto al niño y darle aviso al docente).
3) No asustarlo ni amenazarlo con el jardín o con la maestra.
4) Animarlo a que mantenga contactos amistosos con otros niños.
5) Estar en los horarios pautados para que durante el ingreso y la despedida de los niños sea grupal y no quede solo.
6) Preguntarle cómo le fue en el jardín y darle espacio para que el niño puede relatar su experiencia. Esto le permitirá, expresarse, organizar su pensamiento en relación al espacio y al adulto conocer sus vivencias.
7) Compartir canciones y cuentos que el niño aprendió durante la jornada.

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