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Por Milagro Ibarra, profesora de Nivel Inicial
Según las recomendaciones aportadas por los organismos de salud, las infancias se ven negativamente “afectadas” en muchos casos por los efectos de la tecnología y los medios digitales. Los vínculos empiezan a ser sustituidos o reemplazan al otro y por ello los niños no demandan atención de los adultos y pueden adquirir conductas dependientes de los videojuegos y las pantallas, haciendo un uso excesivo de ellos y, lo que es más preocupante, pueden permanecer largas horas frente a la pantalla.
Todo esto genera falta de ejercicios, una simulación de estar con otros y trastornos de ansiedad que influyen en su estado anímico y en otras características relacionadas con la conducta y el comportamiento.
El arte y el jugar son imprescindibles en la vida de un niño, cualquiera que fuera, ya sea el tocar un instrumento, hacer teatro o realizar alguna actividad en relación con las artes.
Puede cumplir una función terapéutica, pero no necesariamente un infante concurre por eso, sino que es también un encuentro con otros, un hacer con otros. La presencia del educador, adulto, par es irreemplazable para jugar. Con esto quiero decir que el objeto juguete no reemplaza al otro jugador, la idea de pensar que “existen” “nativos digitales” es pensar que el niño solo puede “adquirir” el manejo de lo digital, es anular o “pausar” la presencia del otro.
La educadora Milagro Ibarra.
Esta cuestión de los “nativos digitales” puede situarse en una clasificación o etiqueta que no corresponde a una existencia vincular subjetiva y de emociones. Un niño es ante todo una persona y su construcción subjetiva requiere de la presencia del otro, de la mirada, y esto no es poco, lo constituye y en el tiempo aparecen en ese mundo de los otros, las presencias de las educadoras.
Un niño podrá crecer en un contexto digital, pero la crianza está a cargo de muchas presencias -en el mejor de los casos la madre y el padre- y esto es fundante.
Tiempo de jugar
Tiempo de jugar que es el mejor. Pero este fragmento de canción, de nuestra querida María Elena Walsh, tan vigente, resume, lo que me refiero en relación con las pantallas... Quiero cuentos, historietas y novelas, pero no de las que andan a botón. Yo las quiero de la mano de una abuela (otro) que me las lea en camisón”.
Las canciones de cuna cumplen una función reparadora en el sueño, y así surge la necesidad de oír una voz todas las noches como rutina, entre el niño y el adulto. Un niño que recibe historias descubre que hay otras vidas, simbólicas y posibles.
En la primera infancia, el juego con las palabras presenta un disfrute en la sonoridad y un ir incorporando palabras. Así, tenemos las onomatopeyas, que permiten las asociaciones “sentido/sonido” y son muy placenteras para la primera infancia. Sin dudas, el sonido es el inicio del lenguaje y los bebés ingresaban a él a través del juego, la voz, el canto y el susurro, ya que la sonoridad del lenguaje, si lo pensamos como un juego, también sorprende, hace reír, acuna y acompaña. Tener la voz sonido es tener el juego con nosotras mismos.
El juego restituye el vínculo con el otro como un par.
Espacios de recreación
Salta cuenta con una variada oferta para la infancia, teatro, música, circo, manualidades, pintura entre otras propuestas que pueden aportar a la creatividad y recreación de los infantes. Además, los padres, educadores, familia pueden recorrer los espacios públicos culturales. Uno de los espacios que me gusta sugerir son los museos. Los museos son espacios para descubrir, mirar, nos ubican en un espacio de silencio que nos permite disfrutar e imaginar, aunque no es solo ese objetivo.
Algunas orientaciones
Las orientaciones a continuación pueden colaborar en la crianza:
-Regular el uso de los dispositivos.
-Proponer actividades en otros espacios.
-Visitar espacios públicos al aire libre.
-Presenciar actividades culturales, como el teatro y la música, entre otras.
-Visitar las librerías, bibliotecas.
-Participar de actividades en relación con lo cultural.
-Concurrir a cumpleaños, visitar amigos, compañeros, compartir con la presencia.