Desde muy temprano los salteños comenzaron a juntarse ayer en el campo Histórico de La Cruz. Miles de familias se reunieron para conmemorar el Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, a 40 años de la guerra. La emoción al recordar a los que murieron en las islas y el reconocimiento a los soldados formaron parte de una jornada conmovedora.
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Desde muy temprano los salteños comenzaron a juntarse ayer en el campo Histórico de La Cruz. Miles de familias se reunieron para conmemorar el Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, a 40 años de la guerra. La emoción al recordar a los que murieron en las islas y el reconocimiento a los soldados formaron parte de una jornada conmovedora.
Las actividades empezaron con el saludo del gobernador Gustavo Sáenz a los veteranos, las ofrendas florales en homenaje a los caídos en la contienda y un toque de silencio. Uno de los momentos más fuertes fue cuando se leyeron los nombres de los soldados salteños que no regresaron.
Los excombatientes que se reunieron ayer en los homenajes revivieron la guerra y lo que vino después. Para ellos fue tan duro el conflicto como el proceso de "desmalvinización" de la posdictadura. Sienten que, cuando llegó la democracia, se intentó instaurar una suerte de "amnesia colectiva" y que la sociedad diera una vuelta de página.
Poco a poco, el reconocimiento a los excombatientes fue ganando ese lugar que se merece en la historia y se instaló la lucha contra el olvido. A 40 años de la gesta de Malvinas, una de las guerras más injustas de la historia, los soldados destacan la importancia del proceso que ellos mismos decidieron impulsar para "malvinizar" a la sociedad y pelear contra el silencio.
Luis López combatió en las islas con tan solo 19 años . Oriundo de Rosario de la Frontera, tuvo la difícil tarea de participar del desembarco con vehículos anfibios el 2 de abril. Fue uno de los primeros salteños que tocó tierras malvinenses. "Nuestra misión era recuperar las islas", expresó el excombatiente en diálogo con El Tribuno.
"Para mí es un día más, porque para nosotros Malvinas es todos los días. Lo vivimos con mucho fervor, pero hoy en especial, recordando a nuestros caídos. Es nuestro sentido homenaje para aquellos que quedaron en las islas, que dieron su vida. Tengo 59 y, durante estos 40 años, la llevamos como pudimos. A mí me ayudó mucho el deporte y la familia, que es mi sostén para vivir todos los días. El reclamo de nuestro país es original, es un reclamo verdadero porque es parte del continente. Las Malvinas son argentinas y más por los hermanos que quedaron allá", expresó.
Víctor Hugo Tapia pertenecía a la Armada Nacional y estuvo embarcado en el buque tanque Cabo San Antonio, que participó en el Operativo Rosario cuando se tomaron las islas el 2 de abril. El grueso de las tropas y camiones desembarcaron en el barco donde estaba. Era un oficial de carrera y tenía 31 años en aquel momento.
"Me conmueve todo esto porque significa haber entregado mi servicio a la patria para defender a las islas y homenajear a los 34 héroes salteños que cayeron en Malvinas. Es un sentimiento muy grande por el cruce de Belgrano, porque yo estuve embarcado en dos oportunidades. Mi especialidad era maquinista y siempre se busca torpedear o impactar en la sala de máquinas. Murieron muchos compañeros míos de la especialidad", agregó.
Miguel Alberto Soldevila es soldado conscripto del Ejército clase 62. Tenía 19 años cuando llegó a las islas. Estaba destinado a la compañía de comunicaciones pero cuando pisó Malvinas no había función específica, tenía que hacer de todo.
Soldevila había sido dado baja el 24 de marzo y fue reincorporado el 9 de abril para llegar a las islas el 11 de abril. Participó del bombardeo del 1 de mayo en el aeropuerto y después combatió en la Batalla del Monte Kent. Luego fue tomado como prisionero por el ejército inglés pero, para él, lo más difícil es superar una imagen. "Cuando volvemos con los ingleses y entramos al pueblo, me tocó presenciar algo de lo que no me olvido nunca en la vida. Yo creo que esa es una herida del alma que nunca cicatriza. Presencié el momento en que arriaban la bandera argentina e izaban la inglesa. Me dolió en el alma y es una herida que todavía no cicatriza. En ese momento aprendí a querer a la celeste y blanca más que nunca", finalizó