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De clase magistral, nada

Viernes, 03 de junio de 2022 02:28

Un antecedente: en abril, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el CCK, abriendo las sesiones del EuroLat, constituyó un adelanto cercano y errado. Debió haber sido una ceremonia protocolar de bienvenida, con discreta formalidad institucional, y fue un acto partidista, con alusiones a la política interna, críticas al Presidente ("el bastón y la banda presidencial no significa que tengas el poder"), y aplaudidores militantes con cánticos inapropiados para la circunstancia.

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Un antecedente: en abril, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el CCK, abriendo las sesiones del EuroLat, constituyó un adelanto cercano y errado. Debió haber sido una ceremonia protocolar de bienvenida, con discreta formalidad institucional, y fue un acto partidista, con alusiones a la política interna, críticas al Presidente ("el bastón y la banda presidencial no significa que tengas el poder"), y aplaudidores militantes con cánticos inapropiados para la circunstancia.

El malestar no tardó en llegar; un grupo de parlamentarios, a través de un comunicado, lo calificó de "bochornoso espectáculo" con finalidad electoral.

"Somos eurodiputados, representamos a Europa y a instituciones. No somos extras para su propaganda... Esto es inaceptable... Así funciona el populismo, cuando toda ocasión se vuelve buena para la promoción electoral", se quejó por redes sociales el diputado italiano Nicola Danti, del partido Italia Vive.

Un galardón

Si bien doméstico, el siguiente episodio no le fue en zaga.

La Universidad Nacional del Chaco Austral decidió nombrarla Doctora Honoris Causa (por causa o razón de honor) "a partir de su trascendente aporte a la consolidación del sistema democrático argentino". Indiscutible el fundamento de sus autoridades para otorgar el título honorífico: pueden premiar a quien consideren merecedor y por las razones que estimen, sin necesidad de prueba alguna de sus virtudes encomiables. Reservado para científicos, artistas, escritores, y personas sobresalientes, lo ha recibido el escritor peruano Mario Vargas Llosa (en múltiples oportunidades y de prestigiosas universidades), Julio Iglesias, o un rapero. Otros lo utilizaron para retribuir favores a donantes.

El Diccionario panhispánico de dudas de la RAE contiene una cita cuanto menos curiosa al respecto: ¿Sabía usted que Trujillo, aquel pedazo de analfabeto, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Pittsburgh?" (Vázquez Montalbán Galíndez [Esp. 1990]). Obvia referencia al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Algunos relativizaron su valor por el escaso prestigio de la universidad, o por estar investigado su rector por lavado de dinero. Otros, lo objetaron por la doble vara de CFK, que cuando era presidenta y recibía críticas, eran destituyentes, y cuando ella hablaba mal o tachaba a otro -casi siempre, con mucha mayor contundencia y dureza-, no sobrepasaba los parámetros de la libertad democrática. Repaso del archivo, antes y después de 2015, y con gobiernos propio, opositor o de una coalición de la que fue armadora primordial.

 

La ceremonia de imposición de la distinción acostumbra ser un acto solemne, en el que algunas universidades tradicionalmente entregan un objeto simbólico, como una medalla, guantes, un anillo, o un birrete, y finaliza con una exposición magistral de la persona premiada. Algo parecido sucede cuando alguien es incorporado a una academia.

La arenga empeora

El acto de Resistencia del 6 de mayo, transmitido en vivo por televisión, desde ya, parecía presidirlo Cristina y no el rector, al que, de entrada, informalmente trató de vos por su juventud.
El tema o ponencia, titulado “Estado, poder y sociedad: la insatisfacción democrática”, invitaba a una interesante disertación académica. Podían analizarse científicamente los orígenes y las causas de la insatisfacción con la democracia, aquí y en el resto del mundo, su gravedad, sus consecuencias, y su visión del problema, entre otros aspectos de relevancia.

En lugar de eso, la elocuente galardonada prefirió apartarse de la excelencia, y optó por pronunciar un discurso político de campaña, o peor aún, de barricada. Ella lo llamó “clase magistral”. Pronunció palabras colmadas de autorreferencias, subjetividades, contradicciones, y apreciaciones parciales, sin ningún rigor científico.

Para despegarse de la actual gestión, expresó que “siempre habla de tres mandatos presidenciales”. Luego, afirmó que “en China, también el sistema de producción de bienes y servicios es capitalista, pero gobierna el Partido Comunista Chino... Si yo dijera, en términos de eficiencia, de un sistema capitalista para incluir trabajadores, diría que hoy el más exitoso es de China”. Decir eso, sin discernir que en China no hay democracia real sino totalitarismo de partido único, sin libertades, y que el capitalismo es restringido y controlado absolutamente por el Estado, sería una falacia. 

La preferencia por la Constitución peronista de 1949, que ni el propio Perón intentó restablecer en 1973, o en su defecto, la de Alberdi de 1853, es incomprensible. Hubiera horrorizado al célebre tucumano. 

En otro pasaje, denunció que “cuando un gobernante quiere hacer cumplir una ley aparece una cautelar del Poder Judicial para impedirlo”. Alguien de su capacidad no puede soslayar una reciente medida precautoria de un juez de Paraná que mandaba incumplir una sentencia de la Corte Suprema sobre el Consejo de la Magistratura. Imposible no recordar el “chicos, estamos en Harvard, eso es para La Matanza”. 

Como dijo un observador, con su agudo olfato político, percibió que los argentinos están muy insatisfechos, entonces se puso al frente de la insatisfacción, recrudeciendo los embates contra Alberto Fernández, culpable de todos los males, a quien ella puso “por equivocación”. Sus ataques son más devastadores y desestabilizadores que los de la oposición. “Las causas de la crisis económica son la inflación y la falta de dólares”. Pero con sus seguidores reclaman mayor gasto, sin olvidar que en 2015, al dejar la presidencia, las reservas eran negativas, y con Kicillof vendieron dólar futuro. 
Por falta de espacio, omitiré contrariar su versión etimológica de la palabra “pelear” y sus argumentos contra el sistema de boleta única en papel. 

Doctora Honoris Causa, respetuosamente, hay momentos y lugares para decir cada cosa, y no todo es válido en la política agonal. Ajustémonos a la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. 
 

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