¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

16°
28 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Soberanía e intereses en el Atlántico Sur

Sabado, 30 de julio de 2022 02:11

La Argentina reivindica derechos de soberanía sobre un área del Atlántico Sur que suma 4.591.737 de km2. En ella entran la zona económica exclusiva (ZEE), que tiene su límite en las 200 millas marinas medidas desde la costa, con 2.809.237 km2, y la plataforma continental, que aporta a la anterior 1.782.500 kilómetros. En esta última los derechos son únicamente sobre el suelo y subsuelo.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La Argentina reivindica derechos de soberanía sobre un área del Atlántico Sur que suma 4.591.737 de km2. En ella entran la zona económica exclusiva (ZEE), que tiene su límite en las 200 millas marinas medidas desde la costa, con 2.809.237 km2, y la plataforma continental, que aporta a la anterior 1.782.500 kilómetros. En esta última los derechos son únicamente sobre el suelo y subsuelo.

La ZEE es noticia recurrente en los medios, a causa de nuestro conflicto con Gran Bretaña por la ilegítima ocupación de Malvinas, Georgias y Sandwich, pero más frecuentemente por la pesca ilegal.

En medio de la crítica situación por la que atraviesa la economía del país desde hace tiempo, fue en su momento una noticia alentadora la adquisición que el anterior gobierno hizo en Francia de cuatro patrulleros oceánicos de última generación. Los cuatro ya están incorporados a nuestra Armada.

La actual administración creó en 2021 el Comando Conjunto Marítimo (CCM), que supervisa las operaciones de las naves y aeronaves de Armada y Prefectura. Es una decisión bienvenida, porque el accionar de esas dos fuerzas no estaba hasta ahora coordinado por un único comando. El CCM inició sus trabajos a fines de 2021.

Si la Armada, por lo que mencionamos antes, ha modernizado parte de su flota, de los patrulleros oceánicos de la Prefectura solo cabe decir que son buques que en todos los casos tienen más de 40 años de servicio ininterrumpido, imponiéndose su urgente reemplazo.

 

El Comando está llamado a cumplir importantes y diversas misiones, siendo el control de la pesca la principal, pero no la única, ya que el combate al narcotráfico y a la contaminación, la protección de nuestras áreas marítimas protegidas, y la asistencia a buques o aviones en emergencia figuran también entre sus responsabilidades.

Muy vinculada con estas noticias aparece la Antártida y sus aguas, donde ejercemos presencia permanente desde 1904 y reivindicamos soberanía sobre un sector. Para hacer más visible ante el mundo nuestra presencia en ese continente, y nuestra voluntad de afianzarla, se estudia trasladar la sede del Comando Conjunto Antártico a Ushuaia. Es de desear que esa idea se materialice. Otra medida valiosa, por lo que representa como signo en la afirmación de nuestra soberanía en el Sur, consiste en la decisión por la que el Ejército tendrá de ahora en más presencia en Tierra del Fuego, única provincia donde no tenía unidades asentadas.

En otro orden, es auspicioso que se haya resuelto convertir al puerto de Ushuaia en centro de apoyo logístico para actividades antárticas, del que recibiríamos importantes beneficios, no únicamente pecuniarios. A los cruceros turísticos que visitan la Península Antártica (con 230 recaladas en Ushuaia el último verano) hay que añadir los buques de diversas banderas que van hacia la Antártida para abastecer bases propias, así como los de países y ONG que, no contando con bases, realizan actividad científica cada verano.

Actualmente, en la región antártica más cercana a Tierra del Fuego hay 22 países con presencia permanente, en muchos casos con más de una base (Chile, Argentina, EEUU, España).

Resulta evidente que en la tarea de difundir las ventajas que presenta Ushuaia como centro de apoyo logístico le cabe a nuestra diplomacia un rol de primordial responsabilidad. A la autoridad competente en el manejo de ese centro le corresponderá velar por la calidad de los servicios que se presten y que las tarifas a cobrarse por los mismos sean competitivas; de lo contrario perderemos clientela que optará por Punta Arenas.

Considerando que Malvinas también pretende ofrecer servicios similares, debemos decir que Ushuaia aventaja netamente a la infraestructura de aquéllas, por varios motivos: cuenta con una mayor y más diversificada oferta de servicios, con un aeropuerto capaz de recibir todo tipo de aviones y vuelos regulares desde otros puntos del país.

En el orden de la defensa y seguridad, nuestro Atlántico Sur se ha venido a beneficiar con la instalación de dos radares tridimensionales, construidos íntegramente por Invap y que son operados por la Fuerza Aérea. Por sus prestaciones, y por la capacidad de sortear contramedidas electrónicas, son los exigidos para uso militar. Con su fabricación el país ha ingresado a un reducido club, integrado por una veintena de países que poseen la capacidad de producir radares tridimensionales.

Uno de esos equipos, instalado en Río Grande, apunta a "barrer" el espacio ubicado al noreste de donde opera, mientras que el otro, desde Ushuaia, controlará el espacio ubicado al sur, o sea un tramo de la ruta marítima y aérea utilizada para llegar a la Antártida.

El alcance medio de esos radares (400 km) no les permite cubrir algunas áreas de nuestro interés, como son las Malvinas, pero seguramente las investigaciones que realiza Invap en este campo, en estrecha colaboración con la Fuerza Aérea, nos permitirán seguir avanzando en la capacidad de fabricar equipos de mayor alcance.

Harto necesaria es esa vigilancia, porque los mares en general, y el nuestro no es excepción, se han vuelto en las últimas décadas verdaderos botines en disputa creciente. Los actores de esa puja son múltiples: estados, transportistas, pescadores y criminales del delito trasnacional, para citar los más protagónicos.

Esa pelea constante por los océanos explica que hoy muchas marinas de países emergentes hayan orientado sus gastos en material naval a adquirir patrulleros de altura, como hizo la Argentina.

Sin embargo, hay que decir que esas naves están diseñadas para cumplir una función esencialmente policial, por lo que no debemos desatender la necesidad de ir reconstruyendo una marina propiamente militar, como tuvimos alguna vez, dotada de buques con capacidad disuasoria frente a las armadas de terceros países. Brasil es un buen ejemplo a tener en cuenta, porque realiza fuertes inversiones en fragatas antisubmarinas y antiaéreas, así como en submarinos.

Por lo dicho hasta aquí, estamos hoy más presentes en el sur del territorio continental y en la Antártida. El camino por transitar para hacer efectivos nuestros derechos es largo y difícil. Pero hay que recordar con el poeta que "se hace camino al andar". Las tareas por realizar solo las podemos llevar a cabo nosotros, más allá del respaldo que nos puedan prestar otras naciones si sabemos trabar alianzas inteligentes.

Un país que pretenda hacerse respetar debe ante todo hacerse presente en aquellos territorios y aguas que considera propios. Estamos caminando en la senda correcta. La clave está en no detenernos y no perder el rumbo.

 

PUBLICIDAD