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13 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Acerca del vivir juntos en la escuela

Sabado, 06 de agosto de 2022 02:25

La escuela es experiencia que deja huellas. Lograr una convivencia sin violencia y sin estigmas, es más que un desafío en una época donde este tema ha ido creciendo y nos atraviesa a todos. Porque es en ella donde resuena el eco de lo que nos sucede como sociedad.

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La escuela es experiencia que deja huellas. Lograr una convivencia sin violencia y sin estigmas, es más que un desafío en una época donde este tema ha ido creciendo y nos atraviesa a todos. Porque es en ella donde resuena el eco de lo que nos sucede como sociedad.

La escuela, como fábrica de subjetividades, en la producción de nosotros como sujetos, crea una trama de vínculos que puede ayudar a reparar simbólicamente las heridas sociales que traen los niños desde su historia social y personal. En este contexto, los niños y adolescentes, vivencian y aprenden acerca de la diversidad, se constituyen como ciudadanos, conocen otras formas de vida de manera democrática. ¿Cómo convertirlo en el lugar que "cobija" todas las subjetividades y las diversidades que la habitan?

La pandemia nos mostró que sin vínculo pedagógico es muy compleja la enseñanza. Y si bien puede ser a la distancia, necesita del espacio de diálogo y escucha. Sin importar el nivel en que nos encontremos, lo que aprendemos y como lo hacemos, se hace dentro del marco de una relación.

Los adultos, cada año, recibimos en las aulas a las nuevas generaciones invitándolos a formar parte y hacer historia. Ese recibir conlleva un nuevo encuentro, nuevas preguntas y nuevos modos de vincularnos.

Dar respuestas a estos modos es más que repensarlos, es recrearlos, indagar desde las nuevas subjetividades infantiles y juveniles, hasta las nuevas adulteces requeridas y la relación entre ambas en los escenarios familiares y escolares. Es mirar y hacer visibles las relaciones pedagógicas en las aulas, recreos, de palabra que va y viene, de preguntas, de silencios.

En el proceso de enseñar y aprender, se producen mediaciones educativas, dentro de la cotidianeidad, que generan las condiciones necesarias para que esto suceda. Hacer lugar a los cambios supone estar abiertos a lo nuevo y acompañar estos procesos estando atento a los efectos. Reconocer al otro es hacerle saber y sentir que tiene un lugar en la escuela, donde se abren canales de transformación y participación, donde puede ser mirado por otros, mirar a otros y alcanzar logros.

Y ¿la familia? La familia como actor principal debería crear el ambiente necesario para que el niño y el adolescente se construya con amorosidad, respeto por sí mismo y los demás. Con límites amorosos, conjugando autoridad con conocimiento, empatía, coherencia y ejemplo. Porque la intolerancia, el abuso del poder, la violencia habla de modelos de familias que se replican.

Para hacerlo posible, desde la escuela, podemos pensar otro modo de vincularnos, abrir las puertas a las familias, generar muchos más encuentros entre todos y construir canales de diálogo no amenazantes.

Para trabajar contra de la violencia deberán recrearse los encuentros necesarios para pensar los conflictos y el vivir juntos, no como código disciplinario que sólo fija sanciones o castigos, sino como reflexión y construcción conjunta que incluya a alumnos y familias. No podemos separar en una escuela lo que hace a la enseñanza por un lado y la convivencia por otro, son procesos que van juntos.

En una época incierta, padres y docentes debemos estar atentos no solo a los procesos de aprendizajes y los resultados. Los niños y jóvenes deben encontrar motivación y gratificación, para eso es necesario habilitar y sostener una mirada de confianza hacia el estudiante, producir sentidos sobre el estar con otros en la escuela, establecer una política de reconocimiento, ofrecer un lugar donde se pueda construir una experiencia.

Es el momento de empezar a planificar la enseñanza de otra manera, con más trabajo en equipos, con proyectos creativos y con metodologías innovadoras.

La violencia es el fracaso de la palabra. Entonces empecemos por las emociones y la palabra. Esta podría ser una oportunidad.

 

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