¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

32°
30 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Un garante para los acuerdos ambientales

Viernes, 02 de septiembre de 2022 21:27

La Asamblea General de la ONU estableció en una resolución del 28 de julio pasado que “el acceso a un medio ambiente limpio y saludable es un derecho humano universal”.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La Asamblea General de la ONU estableció en una resolución del 28 de julio pasado que “el acceso a un medio ambiente limpio y saludable es un derecho humano universal”.

El proyecto fue presentado por Costa Rica, Maldivas, Marruecos, Eslovenia y Suiza, y logró el apoyo de la absoluta mayoría de la Asamblea, con la abstención de China, Rusia, Bielorrusia, Camboya, Irán, Kirguistán, Siria y Etiopía. Esta resolución incorpora el derecho a un medio ambiente sano al derecho internacional existente y, en consecuencia, requiere la plena aplicación de los acuerdos medioambientales multilaterales.

El secretario general de la ONU, António Guterres, sostuvo que se trata de una resolución histórica y que “demuestra que los Estados miembros pueden unirse en la lucha colectiva contra la triple crisis planetaria: cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”.
La ONU advierte que el cambio climático, el uso insostenible de los recursos naturales, la contaminación del aire, la tierra y el agua, la gestión de residuos y productos químicos deterioran gravemente la biodiversidad y obstruyen el ejercicio de este derecho por parte de los seres humanos de todo el mundo.

Del deseo a la realidad 

Pocos días atrás, en la Universidad Nacional Autónoma de México, esta resolución fue tema de importantes comentarios durante el acto de presentación del libro “El Defensor de las Generaciones Futuras”, del abogado ambientalista español Manuel Castañón del Valle. Allí se pronunciaron el secretario ejecutivo de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, el abogado panameño Jair Urriola Quiroz, y el presidente de la Liga Mundial de Abogados Ambientalistas y director del programa “Una justicia ambiental eficaz”, Aquilino Vázquez García.

Jair Urriola ratificó el compromiso de toda la región para apoyar la iniciativa de la creación de la figura del “Defensor de las generaciones futuras”. La propuesta va encontrando respuesta y apoyo en numerosas universidades y el Instituto de Derecho Ambiental y de la Sustentabilidad (Ideas), de la Universidad Católica de Salta, adhiere desde un principio.

El futuro de nuestro planeta y el derecho de las generaciones futuras a disfrutarlo depende de decisiones públicas y privadas, materializadas en políticas estables y con fuerte apoyo ciudadano. Este compromiso figura en los numerosos convenios, tratados, declaraciones tanto de Naciones Unidas como de la OEA y de la OIT, a las que Argentina ha adherido, en nuestras constituciones tanto nacional, y provincial, y en numerosas leyes vigentes.

Manuel Castañón del Valle reflexiona en sus publicaciones: “En numerosos tratados internacionales y también en constituciones de algunos países del mundo se reconoce a las generaciones futuras como bien inmaterial sujeto a protección. Debemos responder a la pregunta de quién guarda los intereses de los que aún no han nacido, por eso el “Defensor de las generaciones futuras” es una de las nuevas iniciativas que deben crearse con urgencia a escala regional, nacional e internacional. El “Defensor de las generaciones futuras” es una institución que protege los intereses ambientales de las generaciones venideras, trabajando con las acciones que sobre el entorno generan las generaciones presentes. Un guardián que vela por la humanidad del futuro”.

Estocolmo, 50 años después 

En esa dirección cabe interpretar la declaración de Antonio Guterres, para quien “la comunidad internacional ha dado un reconocimiento universal a este derecho y nos ha acercado a hacerlo realidad para todos”; asimismo, subrayó que la adopción de la resolución “es sólo el principio”, e instó a las naciones a hacer de este derecho recién reconocido “una realidad para todos, en todas partes”.

A su vez, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, destacó que “hoy es un momento histórico, pero no basta con afirmar nuestro derecho a un medio ambiente sano. La resolución de la Asamblea General es muy clara: los Estados deben cumplir sus compromisos internacionales e intensificar sus esfuerzos para hacerlo realidad”.

La Declaración de Estocolmo de 1972, aprobada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, la ONU trata de situar las cuestiones medioambientales en el primer plano de las preocupaciones internacionales. Ese acontecimiento marcó el inicio de un diálogo entre los países industrializados y los países en vías de desarrollo sobre la relación entre el crecimiento económico, la contaminación del aire, el agua y los océanos, y el bienestar de las personas en todo el mundo. Como advirtió Guterres, las consecuencias del cambio climático son cada vez más evidentes, a través “del aumento de la intensidad y gravedad de las sequías, la escasez de agua, los incendios forestales, la subida del nivel del mar, las inundaciones, el deshielo de los polos, las tormentas catastróficas y la disminución de la biodiversidad”.

Asimismo, la Organización Mundial de la Salud señala a la contaminación del aire como la mayor causa de enfermedad y muerte prematura en el mundo, con más de siete millones de víctimas por año. 

El declive o la desaparición de la diversidad biológica -animales, plantas y ecosistemas- repercute en el suministro de alimentos, el acceso al agua potable y la vida tal como la conocemos.

Estas resoluciones de organismos internacionales y llamados de atención de personalidades y de universidad tienen que hacer reflexionar a todos, en sentido de que lo que dicen nuestras constituciones y leyes son de cumplimiento obligatorio. Es decir, no se trata de meras expresiones de deseos.
No es fácil, porque las resistencias son muchas.

Derecho de cuarta generación 

El doctor Manuel Castañon del Valle afirma que el derecho ambiental ya está maduro, ya pasó todas las etapas de formación. Efectivamente, hay un reconocimiento de una realidad ambiental que nos afecta a todos los seres humanos.

La destrucción y contaminación de la tierra, del agua y del aire lleva al incremento de la pobreza, al empeoramiento de la calidad de vida y a la alteración de la dignidad de las personas.

No obstante, en nuestro país todavía no existe una suficiente conciencia y, por pensar a corto plazo en las políticas públicas y en la ganancia rápida de las empresas, no se toma en cuenta el resultado de nuestras acciones actuales para las generaciones futuras.
Falta compromiso institucional y personal. Y ese no pensar en las generaciones futuras se demuestra en la falta de una educación, formación y capacitación acordes, mirando al futuro. No existe una atención adecuada del acceso a la Salud Pública y a la alimentación saludable. Todo se piensa y se decide en términos cortoplacistas

Infinidad de problemas están pendientes: basurales contaminantes, aguas no aptas para el consumo ni el riego, aire irrespirable y depredación irracional de bosques, desertización y caza de animales silvestres en riego de extinción.
Son temas que debemos abordar nosotros. ¿O es que los dejaremos para que lo resuelvan los jóvenes o los que todavía están por venir?
Se trata de un compromiso moral. La cuestión medioambiental no solo abarca al desarrollo sostenible y sustentable, sino que incluye un componente ético ineludible.

En el desarrollo académico del derecho ambiental está faltando una herramienta para preservar el derecho de “las generaciones futuras”. Hasta ahora ha sido un enunciado abstracto, plausible pero inasible. Un tema recitado.

Castañón del Valle fundamenta la creación del “Defensor de las generaciones futuras” como una iniciativa por un derecho ambiental de cuarta generación, creativo e intergeneracional. El andamiaje jurídico ya existente debe ser llevado a la práctica y hacerse realidad a la práctica, a la realidad. En los varios países que ya lo han incorporado, con distintas denominaciones, se está honrando esta función de protección de las generaciones futuras.
Es un trabajo duro que debemos todos asumir, el sector público y el privado, social e individualmente; desde el ámbito académico hasta las políticas públicas, y desde la conducta individual y la acción de organizaciones. La creación del “Defensor de las generaciones futuras” contribuye a concretar en la realidad lo que hoy es simplemente letra.

PUBLICIDAD