Los trabajadores de la Cooperativa San José no se rinden ante cada nuevo embate que se les presenta. Ante la quiebra de su empleador, organizaron una cooperativa con la que pagan las deudas impositivas heredadas. Una vez organizados se impusieron ante la recesión del contrato del local ubicado en calle España 700 que espera una resolución judicial. Mientras sobreviven a la inflación desmedida de los insumos y a embargos de la AFIP por nuevas deudas; piden por una estabilidad laboral.
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Los trabajadores de la Cooperativa San José no se rinden ante cada nuevo embate que se les presenta. Ante la quiebra de su empleador, organizaron una cooperativa con la que pagan las deudas impositivas heredadas. Una vez organizados se impusieron ante la recesión del contrato del local ubicado en calle España 700 que espera una resolución judicial. Mientras sobreviven a la inflación desmedida de los insumos y a embargos de la AFIP por nuevas deudas; piden por una estabilidad laboral.
Cuando se pasa por esa cuadra de la calle España hay más que sandwiches ricos. Detrás son nueve las familias que dependen directamente de la Cooperativa, más los que se benefician indirectamente, como sus proveedores. Aunque cuando no alcanzó para proveedores se llevaron "los limones de la casa". Eso fue "cuando la mano se puso dura".
De los trabajadores e integrantes de la Cooperativa algunos están desde el inicio del negocio del microcentro salteño, hace casi 30 años. Otros, en cambio, se sumaron recientemente "mediante una fundación". "Vinieron tres más en reemplazo de otros que dejaron, y están a prueba", comentó Sonia Oviedo, referente de la Cooperativa. Son tres nuevas familias que no serán empleadas, sino "parte de un proyecto".
Cuando en junio del 2020, en plena pandemia y sin previo aviso el dueño del local les informó que se declaraba en quiebra; los trabajadores se organizaron para no perder su fuente laboral ante un escenario mundial complejo por el coronavirus. Una iniciativa que fue acompañada por la solidaridad que afloró desde diferentes lugares. El Sindicato de Pasteleros, a través de su responsable, Fabián Guerrero, por ejemplo, les aportó materia prima y dinero para comenzar. Cuando el circuito estaba más aceitado les informaron que luego de más de 20 años los dueños de la propiedad, el Arzobispado de Salta, no estaba dispuesto a renovar el contrato de alquiler. "La parte litigiosa está en sus instancias finales, de las cuales nuestra vida laboral está en manos de los 9 jueces de la Corte", indicó Sonia.
Mientras oran por una "conciencia judicial", los trabajadores enfrentan el día a día. A la par de pagar la deuda de $10 millones que dejó el anterior dueño con la AFIP, hace unos meses les llegó otra deuda por un juicio laboral. "Nos inhibieron bienes, mesas, sillas. Pero trajimos lo que teníamos en casa y de nuevo a comenzar. Habilitamos el patio, pintamos nosotros", destacó Sonia.
Desde hace tres años que "aprendieron a hacer de todo". La moza sabe hacer trabajos administrativos , el bachero hace sandwiches. "Hay tareas definidas, pero no exclusivas, así que cuando alguien falta lo reemplaza otro", explicó Sonia, que a la par celebró que esta apertura permite "que haya iniciativas de los compañeros todo el tiempo".
Más allá de que haya meses mejores que otros, los trabajadores llegan todos los días a las 5 de la mañana y cierran a las 23. Los esfuerzos logran algunos frutos, aunque advierten que una permanencia en el lugar es "fundamental para el éxito que hoy tiene la cooperativa, no es un capricho. Si nos tocará irnos a otro lugar para volver a comenzar implicaría marcar el fin de este proceso exitoso de salvataje de la quiebra y de la recuperación de la empresa. Queremos que se nos dé continuidad, saber que trabajaremos tranquilos", indicó la moza.
Los trabajadores advirtieron además que una posible negativa de continuar en el local, ante un escenario nacional complejo como el que se abre, haría las cosas aún más difíciles.