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La anomia latinoamericana

Martes, 21 de febrero de 2023 01:58

El reciente destierro producido de 222 ciudadanos nicaragüenses, declarándolos presos políticos, apátridas, desposeídos de sus bienes per se, y fugitivos de la Justicia por parte del gobierno del dictador Daniel Ortega, su mujer Rosario Murillo y la canciller Antonia Urrejola, embarcándolos hacia los EEUU, en un acto criminal incalificable para las Américas, fue condenado únicamente por el valiente presidente de Chile, Gabriel Boric, manifestando su repudio.

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El reciente destierro producido de 222 ciudadanos nicaragüenses, declarándolos presos políticos, apátridas, desposeídos de sus bienes per se, y fugitivos de la Justicia por parte del gobierno del dictador Daniel Ortega, su mujer Rosario Murillo y la canciller Antonia Urrejola, embarcándolos hacia los EEUU, en un acto criminal incalificable para las Américas, fue condenado únicamente por el valiente presidente de Chile, Gabriel Boric, manifestando su repudio.

Los demás presidentes populistas de México, Brasil y Argentina, o emitieron declaración difusa, o silencio absoluto, al igual que el resto de toda Latinoamérica.

La OEA y la ONU, a través de sus Comisiones de Derechos Humanos, también mantuvieron un silencio cómplice, en lo que se proyecta como una ignorancia, desinterés e irrespeto hacia los derechos humanos, civiles, democráticos y republicanos, de dichos ciudadanos convertidos en parias.

Ortega y sus secuaces constituyen, en verdad, un relicto de las luchas armadas de las guerrillas de izquierda de las décadas de los años 60 y 70, representando el derrocamiento de Anastacio Somoza, especie de triunfo único logrado por esa tendencia en la totalidad del continente en dicho período. Ese hecho fue logrado ciertamente por Ortega y su lid. Ahora bien, ¿los exiliados de hoy serán en parte los exguerrilleros de entonces?

 

Este episodio permite ciertamente definir otra caricatura de esa revolución, mostrando así las peroratas populistas y sus contenidos reales de fondo, como también la indudable falsedad de los principios invocados en varios de nuestros países sudamericanos. El silencio y la falsía intentan convertir a esas ponencias en soportes lisos y llanos de una dictadura infame conducida hoy por el exguerrillero que combatiera hace 4 décadas a otro dictador igual o peor.

En nuestro país, gobierno, organismos de derechos humanos, oposición política y resto de la comunidad organizada, mayormente en su conjunto, no manifestaron gesto alguno de condena ni reprobación por tan grave hecho. Más bien se torna habitual al respecto, que a pesar de levantarse banderas sobre derechos humanos y civiles, de las mujeres o libertad religiosa, casi todos se muestran indiferentes, ante las decenas de muertos en incidentes o ejecuciones de horcas en Irán, como secuela del asesinato de una joven kurda que se negaba a utilizar el velo impuesto por estados teocráticos. Asimismo, tampoco conmueven suficientemente las persecuciones y silentes muertes civiles ocurridas en China, o en Rusia, ni la invasión ordenada por Vladimir Putin en Ucrania, a quien el actual oficialismo argentino considera un distinguido socio.

Finalmente, sobre estas lides, el subscripto se obliga a rememorar cómo le tocara ayudar en Salta en la década del 80 a otro desterrado nicaragüense, esa vez por el régimen de Anastacio Somoza, a quien le expropiara lisa y llanamente importante hacienda de su propiedad situada en Matagalpa, en la que producía caña de azúcar, café, bananas y carne bovina. Su familia quedó a la deriva y decidió escapar a Salta. Aquí se asentaron trabajando el padre en el sector azucarero, bananero y ganadero en la región de Orán, con la que fue conectado con mucho éxito dada su valiosa experiencia, capacidad y honestidad, tareas en las que supo volcar conocimientos apropiados para la productividad en nuestros ecosistemas. El mismo asesoró además en ese tiempo los esfuerzos iniciados por la Nación, Salta y Jujuy, destinados a la producción de café a mediasombra en las Yungas, con muy buenos resultados, a pesar de la no prosecución de dicho proyecto debido a ausencia de apoyo gubernamental adecuado. Así, nada nuevo bajo el sol, y la democracia sudamericana prosiguiendo impávida y con demasiado déficit en el curso de la historia, para las necesidades y aspiraciones de sus empobrecidas comunidades. Que triste y repetitiva historia…

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