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Laudato Si, la encíclica social del siglo XXI

Jueves, 08 de junio de 2023 02:51

Francisco, el Papa argentino se atrevió a romper prejuicios y el 24 de mayo de 2015 lanzó ante los ojos del mundo un documento social sin precedente en la historia de la Iglesia, documento publicado en ocho idiomas diferentes y hoy traducido a casi todas las lenguas donde habita un humano y un cristiano. Los documentos eclesiales toman por nombre las primeras palabras de inicio, y aquí el Papa utiliza una frase en umbro, una lengua de la región de Asís, con la que se inicia la famosa canción "Cántico del Sol" de San Francisco de Asís, "Alabado seas mi Señor", en el que canta a la creación con una mirada positiva sobre el planeta, tan despreciado por la teología de la época. (*)

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Francisco, el Papa argentino se atrevió a romper prejuicios y el 24 de mayo de 2015 lanzó ante los ojos del mundo un documento social sin precedente en la historia de la Iglesia, documento publicado en ocho idiomas diferentes y hoy traducido a casi todas las lenguas donde habita un humano y un cristiano. Los documentos eclesiales toman por nombre las primeras palabras de inicio, y aquí el Papa utiliza una frase en umbro, una lengua de la región de Asís, con la que se inicia la famosa canción "Cántico del Sol" de San Francisco de Asís, "Alabado seas mi Señor", en el que canta a la creación con una mirada positiva sobre el planeta, tan despreciado por la teología de la época. (*)

En el subtítulo de la encíclica, "Sobre el cuidado de la casa común", se refiere a la Tierra como oikos ("casa"), la raíz griega de la palabra "ecología", mientras que el cuidado (curando en italiano, español y portugués) es una práctica característica de la teología de la liberación. La tierra debe ser protegida y preservada, transformándola de manera responsable y solidaria, ya que nos fue prestada.

El texto de la encíclica papal, tras un año de fabricación, y escrito con la ayuda de un gran equipo de teólogos, filósofos y científicos, revela no solo la gran autoridad moral del papa Francisco, sino también su completa familiaridad con muchos conceptos e ideas de la ciencia contemporánea. En el documento se abre a una nueva concepción de la vida, más cercana a la ciencia, se trata de una visión unificadora que integra las dimensiones biológicas, cognitivas, sociales y ecológicas de la vida misma.

En el centro de esta nueva comprensión de la vida vamos a encontrar un profundo cambio en las miradas sobre el mundo, ya no como una máquina sino como una red. La nueva concepción de la vida involucra un nuevo tipo de pensamiento, un sistema para pensar en términos de conectividad, las relaciones, los patrones y el contexto. En la ciencia, esta forma de pensar es conocida como "pensamiento sistémico", ya que es crucial para la comprensión de los sistemas vivos de cualquier tipo -los organismos vivos, los sistemas sociales, o los ecosistemas-.

La visión sistémica de la vida es la base conceptual para analizar la encíclica del Papa. La ética radical defendida por el papa Francisco, expresado a veces, pero no siempre, en lenguaje teológico, es esencialmente la ética de la ecología profunda, en el contexto de una nueva concepción de la vida en el mundo.

Desde una perspectiva sistémica, el comportamiento ético siempre se relaciona con la comunidad; es el comportamiento por el bien común.

La biósfera global

En el mundo actual, hay dos comunidades pertinentes a las que todos pertenecemos. Todos somos miembros de la humanidad y todos pertenecemos a la Casa de la Tierra, la biósfera global. Como miembros de la comunidad humana, nuestro comportamiento debe reflejar el respeto hacia la dignidad humana y los derechos humanos básicos. Como miembros de la Casa de la Tierra, nuestra "casa común", no debemos interferir con la capacidad inherente de la naturaleza para mantener la vida. Este es el significado esencial de la sostenibilidad ecológica. La característica determinante de la ecología profunda es un cambio de los valores antropocéntricos (centrados en el hombre) hacia los valores ecocéntricos (centrados en la tierra). Es una visión del mundo que reconoce el valor inherente de la vida humana y no humana, reconociendo que todos los seres vivos somos miembros de comunidades ecológicas, unidos en redes de interdependencia.

En el punto dos, Francisco ubica al hombre como tierra. Las relaciones del hombre con la creación, con el resto de la humidad y consigo mismo, no se ven aisladas. No es el hombre es el centro, sino la vida. Y el hombre es parte de este sistema. Dirá Francisco, "La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto" (Rom 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gen 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

El bien común

Continúa el santo Padre "La ecología humana es inseparable de la noción de bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia de algo es sólo para administrarlo en bien de todo". Toda la sociedad, especialmente el Estado tienen la obligación de defender y promover el bien común, afirma el Pontífice de manera contundente. Y dirá con preocupación, que "por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho, ya que todas las criaturas están conectadas, y cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros. Tampoco no puede hablarse ya de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán. Como dice la Carta de la Tierra, es el momento oportuno de superar la autodestrucción y comenzar un tiempo nuevo.

El papa Francisco, a través de toda su carta, utiliza un lenguaje científico contemporáneo con total desenvoltura. Los términos técnicos como "paradigma", "reduccionismo", "microorganismos", "partículas subatómicas", "salto cuántico", etc. aparecen una y otra vez. Para citar solo un ejemplo, en el párrafo 18 el Papa señala el contraste entre el ritmo agitado de la vida moderna y el ritmo mucho más lento de la evolución biológica. Para los que estudiamos teología en los ochenta, hablar de evolución era casi pecaminoso, era como negar la doctrina creacionista, y hablábamos de evolución mitigada. El Santo Padre se apoya plenamente en la ciencia moderna en temas que hacen al hombre y su casa común. En el punto 5 del documento dirá: "En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual".

En la historia del cristianismo, las declaraciones teológicas acerca de la naturaleza del mundo, o sobre la naturaleza humana, a menudo eran consideradas como verdades literales de la Biblia, y cualquier intento de cuestionar o modificarlos se consideró herético. Esta posición rígida de la Iglesia llevó a los conocidos conflictos entre la ciencia y el cristianismo fundamentalista, que han continuado hasta nuestros días. El papa Francisco parece ser muy consciente de este problema y explícitamente enfatiza la naturaleza simbólica del lenguaje religioso. Francisco utiliza el lenguaje religioso principalmente en relación con la ética, argumentando que el cuidado del bien común es valioso sea o no motivado por la fe religiosa, "los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos".

El papa Francisco utiliza el término "ecología integral" para referirse al enfoque sistémico, y destaca especialmente la interdependencia de las cuestiones ecológicas y sociales, así como la necesidad de respetar y honrar, las culturas indígenas locales, "pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. Para el Papa, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales, a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales y considerarlos válidos interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios.

En su encíclica, el Papa no solo enfatiza los valores y la ética de la ecología profunda, sino que también muestra la necesidad de su "alfabetización ecológica" -su comprensión de los principios de la organización de los ecosistemas de la naturaleza-. No debemos considerar la ecología solo como una técnica para manejar recursos escasos, sino sobre todo como un nuevo modelo para relacionarse con la naturaleza, viendo cómo "todos los seres conectados entre sí" forman un sistema inmenso y complejo. Desde una ecología ambiental se debe corregir a través de soluciones jurídicas, económicas, tecnológicas los excesos de la voracidad del proyecto industrial mundial, que siempre implica altos costes ecológicos.

La Encíclica Laudato Sí de Francisco será la nueva Rerum Novarum de León XIII. Va a marcar un camino nuevo hacia dentro de la Iglesia y hacia el mundo del siglo XXI. Es el único planeta que tenemos, nuestra Casa Común.

(*) "Laudato si, mi Signore". Verso del Cántico del Sol. Este himno fue escrito durante el período de transición en el desarrollo del lenguaje italiano del latín y es la literatura vernácula más antigua escrita en dialecto umbro.

 

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