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La posibilidad de decidir, a pesar del descreimiento

Jueves, 10 de agosto de 2023 02:32

Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias tienen un final abierto. Queda claro que el período de campaña funcionó para fidelizar a los propios y espantar a los ajenos. No vimos ni la capacidad de un mensaje unificado ni la estrategia del día después del domingo 13 de agosto. La obligación de votar está muy clara, pero para qué y sobre qué, no tanto.

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Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias tienen un final abierto. Queda claro que el período de campaña funcionó para fidelizar a los propios y espantar a los ajenos. No vimos ni la capacidad de un mensaje unificado ni la estrategia del día después del domingo 13 de agosto. La obligación de votar está muy clara, pero para qué y sobre qué, no tanto.

Las diferencias entre los espacios son vanidosas porque los programas electorales y las fórmulas de gobernabilidad solo tienen sentido revelarlas a partir de la campaña hacia las elecciones generales el 22 de octubre. Lo único que sabe el electorado es que la primaria en Juntos por el Cambio y sobre todo su versión en la Ciudad de Buenos Aires, es realmente la pregunta más importante para decidir. Otros distritos, como el de La Matanza o Berazategui, tienden al Amba-centrismo que ya estamos acostumbrados y que el gobernador electo de Córdoba bautizó como una batalla de los "pitucos de Recoleta". No hay relevancia para las demás provincias que no habitan Buenos Aires.

En Salta, por ejemplo, y quizás para bien, no vivimos ni se vio absolutamente ninguna campaña relevante de ideas o proyectos para los candidatos que buscan bancas en el Congreso. Una vez que se eligió la gobernación local, y se aseguró "el pago", todo lo demás fue secundario en el escenario político local.

Llama la atención el grado de apatía hacia las PASO por parte de los dispositivos locales sabiendo que Salta depende del presupuesto nacional para sus inversiones, y de las leyes del Congreso para dinamizar la economía, por ejemplo, en la regulación de la explotación del litio. Solamente sabrán los estrategas del ultra-localismo cuál es la ventaja de no utilizar las dimensiones de las PASO para hablarle al elector salteño de la importancia de tener representantes que utilicen el Congreso nacional a su favor. Para mí, un error importante cuando celebramos 40 años de democracia.

Entre el atasco nacional de ver las dos coaliciones chocar con la realidad y Milei vivir del show, los datos hablan y ponen en contexto el valor de las PASO. La última publicación del informe Latinobarómetro confirma la fe en los sistemas democráticos, pero alerta sobre un nivel creciente de apatía entre vivir bajo una democracia o un sistema autoritario. El Latinobarómetro es una encuesta dirigida por la Corporación Latinobarómetro, un think-tank sin fines de lucro que mide las actitudes en toda Latinoamérica hacia la democracia. Desde 1995 las encuestas relevan el grado de aceptación de la democracia; en 2023, 19.205 entrevistas cara a cara midieron tendencias regionales y variables para distinguir dónde reside el apoyo a la democracia en nuestro subcontinente. A modo de resumen y preparación para las PASO, en Argentina un 62% apoya el sistema democrático contra el 48% a nivel regional. Eso representa 7 puntos adicionales desde el 2020 para la Argentina pero 15 puntos menos para el promedio regional. Por el otro lado, un 18% apoya el autoritarismo en Argentina contra el 17% a nivel regional. Esto representa una suba de 5 puntos con respecto al 2020. El perfil del encuestado que prefiere un sistema autoritario de gobierno, según el informe de Latinobarómetro, es generalmente hombre y joven de menos de 40 años. Si miramos la apatía -aquellos que no tienen preferencia sobre la democracia o el autoritarismo- la Argentina se sitúa con un 15% frente al 28% en la región. En 2010, la región registraba 16%. Ahora bien, cuando se preguntó sobre la aceptación de un gobierno no democrático a cambio de que este resuelva los problemas existentes, en Argentina un 38% apoyó el "tradeoff" (compensación), mientras que en la región fue del 54%. En 2020, en la región, era del 44%. El último dato es revelador: ¿funcionan bien los partidos políticos? En la región el 77% está en desacuerdo mientras que en la Argentina es del 76% ¿A que van estos números? Apuntan a tres cuestiones fundamentales que se juegan, también, durante las PASO.

La indiferencia

Primero, la caída del apoyo a formas de gobierno democráticas es señal de alarma. Menos de la mitad apoya al sistema democrático en la región y solo un 62% en la Argentina. Si bien es un incremento de 7 puntos con respecto al 2020, estamos hablando que casi un 40% de la población estima mejor a un sistema que no contempla el ejercicio del voto como método para decidir sobre el rumbo del país. A 40 años de democracia, es un número que llama a la reflexión porque los péndulos tienen de impredecible lo que tienen de violento. La democracia argentina actual está asentada en un esquema de confrontación política que impacta en la utilidad del sistema cuando es constante la falta de consensos para resolver los problemas que urgen.

Por eso el dato de crecimiento entre un gobierno no democrático pero que resuelva las deudas sociales es clave. Del 2020 al 2023 subió 10 puntos en la región, y en la Argentina roza el 40%. La democracia está en las urnas este domingo, pero aún más en los que pretenden representar sin tener la capacidad de gobernar para el demos. Seamos claros, la incapacidad crónica de los gobiernos en nuestro país de terminar con los problemas cíclicos que nos aquejan no es culpa del electorado, es culpa de quienes ejercen el poder en todos sus niveles, desde el ejecutivo al judicial, desde el nacional al subnacional. Por ello, no llama la atención que el 76% de los encuestados directamente piense que los partidos políticos han fracasado como vehículo para canalizar visiones y planes de cambio.

Partidos esfumados

El segundo plano analítico tiene que ver con el crecimiento de la apatía. Impresiona que 15% de los encuestados en la Argentina no tengan preferencia sobre la democracia o el autoritarismo. En parte, impresiona por que el valor de elegir es proporcional a la autonomía personal frente a un sistema que no da respuestas. Por otro lado, porque en los últimos 10 años, la apatía subió 9 puntos en la región al mismo tiempo que también subió el rechazo a la utilidad de los partidos políticos. En otras palabras, sin partidos políticos fuertes que jueguen su rol de articuladores de propuestas en democracia, la necesidad del sistema tiende a la baja, dejando surgir, en la Argentina, un 18% que apoya el autoritarismo. Este dato no es poca cosa al mismo tiempo que observamos durante el período electoral 2023 en Salta, San Luis, San Juan, Tucumán, Santa Fe y Córdoba el creciente índice de votos en blanco y el ausentismo generalizado en la participación del padrón. Más que una campaña presidencial, necesitamos una campaña sobre el valor de la democracia. La alarma aparecerá si la participación electoral es baja, tiende a descreer de la democracia y piensa que los partidos políticos no funcionan a su favor. Un combo digno de crisis de representatividad y legitimidad en un momento que se necesitan decisiones rápidas, de fondo y duras en la Argentina.

Decidir por uno mismo

La reflexión final es un llamado cívico a no decaer entre tanto malestar. Las elecciones PASO son un ejercicio de un derecho que es nuestro y que tiene todas las condiciones de cambiar la historia de nuestro país. El lunes 14 de agosto no será igual si Milei sale primero, si Bullrich gana la interna de Juntos por el Cambio o el ministro de Economía pierde contra Grabois. Lo que lo determinará, es tu voto. Está muy claro, y el Latinobarómetro lo confirma, que no atravesamos el mejor momento para creer en la política. Aun así, no hay más responsabilidad cívica que decidir por uno mismo, por una misma, qué futuro queremos. Eso comienza el domingo.

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