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La geografía del desamparo

Jueves, 17 de agosto de 2023 02:18

Morena, la niña tenía 11 años y se dirigía a la escuela. En su pequeña mochila llevaba parte de sus sueños juveniles, sus cuadernos con garabatos inocentes y ese celular convertido en parte de su vida. No llegó a juntarse con sus compañeras porque dos lacras le interrumpieron el apacible tránsito hacia un nuevo amanecer. Ocurrió en Lanús.

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Morena, la niña tenía 11 años y se dirigía a la escuela. En su pequeña mochila llevaba parte de sus sueños juveniles, sus cuadernos con garabatos inocentes y ese celular convertido en parte de su vida. No llegó a juntarse con sus compañeras porque dos lacras le interrumpieron el apacible tránsito hacia un nuevo amanecer. Ocurrió en Lanús.

En la otra punta, en un barrio distante pero en la misma ciudad, un médico cirujano, acostumbrado a curar heridas de delincuentes, en guardias agobiantes, iba a visitar a su madre para llevarle un equipo de aire acondicionado, largamente prometido. No pudo llegar, porque cuatro asesinos se lo impidieron y le dispararon sin piedad,. Con el mismo profesionalismo que el profesional utilizaba el bisturí para curar heridas, los asesinos usaron el arma para matar. Ocurrió en Morón.

Crónicas cotidianas de un país cada día más violento ante la indiferencia del Estado, de funcionarios insensibles y de leyes que apuran ser corregidas. Todos los días la historia se repite, algunos hechos más violentos tienen mayor trascendencia, aunque el impacto no deja de ser el mismo. El peligro radica en que nos vamos acostumbrando a esas postales incomprensibles.

De acuerdo a las frías estadísticas, la muerte se hizo habitual en el país. No hay antibiótico que baje la intensidad; por el contrario, la temperatura sube cada vez más. Ocurre a diario en la Argentina donde las calles, son ocupadas por inquilinos no deseados. Ellos deambulan como zombies en busca de sus presas. Lo preocupante es que lo realizan con licencia para matar, ante la debilidad de las leyes y el Estado.

A simple vista sobran delincuentes y faltan policías. Hace décadas, algo similar ocurrió en Nueva York, una ciudad que tenía altos índices de muertos en ataques callejeros. En esos momentos apareció el polémico exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, quien utilizó como método la persecución y prevención de los delitos menores. Lo logró con una mayor presencia de efectivos policiales en la calle.

El exalcalde neoyorkino recurrió a la teoría de las "Ventanas Rotas", una idea que proviene de la criminología, que apunta a que si se mantienen los centros urbanos en condiciones óptimas irá disminuyendo progresivamente el vandalismo, y por ende las tasas de criminalidad.

La idea de Giuliani era "mantener el orden", aunque la teoría pertenecía al politólogo y criminólogo James Wilson. En 2014 lograron la tasa más baja de homicidios en la Gran Manzana. Fueron 333, tras una racha de 12 días sin asesinatos, la más larga en más de 20 años. En los años noventa la cantidad de homicidios era alarmante en aquellas calles: seis por día, en los años más terribles.

En los Estados Unidos creen que el plan de Giuliani fue uno de los más efectivos para erradicar la violencia en las calles. Sin ir más lejos, al tiempo que disminuían las tasas de homicidios, crecía la cantidad de presos: de 150 aumentó a 700 por cada 100 mil habitantes. El objetivo era quitar a los delincuentes de la vía pública.

En los primeros meses de 2023 los reportes de asesinatos en Argentina aparecen cada día. Se reiteran episodios de personas mortalmente baleadas en un robo. O en un ajuste de cuentas, tal como es la respuesta más escuchada de la policía -de todo distrito- cuando brinda la versión primaria de un crimen.

Numbeo es la base de datos colaborativas sobre países y ciudades del mundo y en un último reporte destaca que Rosario tiene el 75,57% del índice de criminalidad y el 24,43% de Seguridad. Por su parte Buenos Aires se ubica en la posición 15° con 63,25% de criminalidad y 36,75% de seguridad. Hay que tener en cuenta que el primer lugar lo ocupa Caracas, la capital de Venezuela con el 83,23% de criminalidad y tan solo el 16,77% de seguridad.

La receta de Giuliani, tras efectuar un diagnóstico sobre el país fue: primero, necesitas una decisión política en lo más alto, no solo para combatir el crimen sino también la corrupción. Después, tienes que tener la cantidad suficiente de policías y estar decidido a gastar plata en el equipamiento técnico, donde pueden medir el crimen en los lugares más comunes. Luego tienes que trabajar con los fiscales, jueces y servicios penitenciarios para asegurarte que todo funcionan correctamente. Es difícil, pero es la única manera de lograrlo.

Giuliani fue consultor de Sergio Massa en temas de seguridad y con sus consejos lograron reducir un 80% el crimen en Tigre usando la tecnología adecuada, la cantidad necesaria de policías y fiscales especiales; es decir un trabajo conjunto, algo muy difícil de lograr en un país donde cada uno tira para su lado.

 

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