María Hermelinda Fuentes y Ricardo Arias llevan 50 años elaborando y regalando tamales entre la gente que participa de los tradicionales fogones de Villa Balcón, en Cerrillos. Ya se encuentran preparando cerca de 2.000 unidades para la ocasión. Vale la pena recordar que, la ceremonia en honor a San Pedro y San Pablo dará inicio esta noche, a las 21, cuando se encienda la primera hoguera en barrio INTA. Luego se prenderán sucesivamente fogones a lo largo de varias calles y avenidas la zona noreste del casco urbano de la localidad, entre ellas la Fermín Perdiguero, Manuel J. Castilla, Carlos Aráoz, Pedro Peretti, el penúltimo en la familia Chocobar y para finalizar, será el turno de uno los más antiguos, frente a la casa de los Arias.
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María Hermelinda Fuentes y Ricardo Arias llevan 50 años elaborando y regalando tamales entre la gente que participa de los tradicionales fogones de Villa Balcón, en Cerrillos. Ya se encuentran preparando cerca de 2.000 unidades para la ocasión. Vale la pena recordar que, la ceremonia en honor a San Pedro y San Pablo dará inicio esta noche, a las 21, cuando se encienda la primera hoguera en barrio INTA. Luego se prenderán sucesivamente fogones a lo largo de varias calles y avenidas la zona noreste del casco urbano de la localidad, entre ellas la Fermín Perdiguero, Manuel J. Castilla, Carlos Aráoz, Pedro Peretti, el penúltimo en la familia Chocobar y para finalizar, será el turno de uno los más antiguos, frente a la casa de los Arias.
Consultada sobre cómo nació la costumbre de repartir tamales durante la fría noche de San Pedro y San Pablo, Claudia Arias, hija de Ricardo y María contó a El Tribuno: “Cuando mis padres se casaron en 1974, justo ahora cumplen sus bodas de oro, mi papá vendía los tamales que hacía mi mamá. Iba en bici y recorría el entonces flamante Bº El Tribuno y las obras en el Intersindical”. Luego agregó: “En aquel entonces, don Ignacio Villa trajo la ceremonia de los fogones a Vª Balcón y repartía caramelos entre los chicos. Con el tiempo, los mismos chicos le pidieron a mi mamá que repartiera tamales, que ya eran famosos en la zona. Y ella sin pensarlo demasiado hizo lugar el pedido”.
Fue así que en los primeros años, el matrimonio repartía entre 30 y 50 tamales a la gente que participaba de la fiesta. Con el tiempo, los fogones fueron creciendo y también la cantidad de comida que debían preparar. El año pasado fueron más de 1.500 y este año, calculan que llegarán a casi 2.000. Los gastos corren por cuenta de Ricardo y María, y en la elaboración trabajan sus seis hijos, yernos y nietos. “Algunos años colaboraron con ingredientes los intendentes Rubén Corimayo y Yolanda Vega, pero en general mis padres siempre costearon los gastos”, señaló Claudia.
Esta no será una edición más de los fogones para los Arias, sino una muy especial ya que se cumplen 50 años repartiendo tamales y 50 años de matrimonio. Sin duda, hay mucho por celebrar.
Al grito de "¡viva San Pedro y San Pablo!" se encenderán los fogones
Cada 28 de junio por la noche, se lleva a cabo en Vº Balcón el ritual de encender fogones en honor San Pedro y San Pablo. A lo largo de los años mantienen viva esa tradición las familias Villa y Arias, entre otras. Las hogueras suelen extenderse también a otras barriadas y parajes de la localidad.
Mañana, seguramente, no faltará el chocolate caliente, el pan dulce y el café; y se realizará el “manchancho”, que consiste en repartir golosinas y tamales.
“La gente disfruta mucho tirando pocotos y ancopocotos, un híbrido de alto poder explosivo inventado antaño a pedido de los vecinos, que suele ser más estruendoso y hediondos, ya que la fórmula elaborada por los expertos 'inteños' incorporó una mezcla de hediondilla con hojas de ruda macho”, contó un cerrillano.
La gente también lleva muñecos a los que llaman Judas, que luego queman en las llamas. Las fogatas suelen estar a cargo de las familias Villa, Arias, Jaime, Sánchez, Chocobar y Flores.
En los años 50, en la localidad residían unos 1.500 habitantes que conservaban la tradición de los fogones, heredada de los españoles. Hubo familias especializadas en estos menesteres. Por ejemplo, en el Bº Ameghino los fogones más famosos los organizaban la familia de Eusebio Morales. Eran fiestas en las que no faltaba el Judas, un muñeco de ropa vieja relleno de paja, pocotos y petardos, que era incinerado en medio de explosiones.
En el Bº La Punta, de la plaza hasta el extremo norte del pueblo, los fogoneros eran los Ruiz, Russo, Guzmán, Pla, Hoyos, Yusca y el Loro López, entre otros. En el Bº Centro, eran los Ríos, el Loco Mingo, Hugo Rottigni, Mataco Delgado, Borelli y Cachimba Castiella. Estos hacían su fogata en el baldío frente al Correo viejo.
Los fogoneros del sur, giraban alrededor de don Nicolás Hoyos. Finalmente estaban los fogones de Pueblo Nuevo, que organizados por los Magno, Salinas, Corimayo, Flores y Valdiviezo.
En los años 70 estas fiestas comenzaron a desaparecer hasta que en Vº Los Tarcos y en Vº Balcón resurgieron con entusiasmo en los 80, de mano de los “Pulenta” Flores y de los Villa, para quedarse hasta nuestros días.
Significados del ritual
Antaño, en algunas culturas eran en agradecimiento y al mismo tiempo para atraer la bendición del sol sobre hombres, animales y campos. Por eso, se encendían grandes hogueras, tradición que perduró hasta nuestros días. También se asoció esta festividad a obtener pareja o bien a conservar la que ya se tiene. En otras palabras, se la relaciona con la fertilidad y la fecundidad, amorosa y de todo tipo. En algunos lugares se realiza la quema de un muñeco, que representa lo viejo y negativo.
¿Por qué en nuestra cultura se hace alusión a San Juan Bautista? San Lucas narra en su Evangelio que María, tras la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por lo tanto, fue fácil fijar la solemnidad del Bautista en el octavo mes de las candelas de junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo (24 de diciembre).
En el Evangelio se cuenta que su padre, Zacarías, había perdido la voz por dudar que su mujer, Isabel, estuviera en cinta. Sin embargo, en el momento de nacer San Juan, la recuperó, como se lo había predicho un ángel. Entonces, rebosante de alegría encendió hogueras para anunciar a parientes y amigos la noticia. Siglos después, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su connotación mágica.
En cuanto a las fogatas de San Pedro y San Pablo se preparan para la noche del 28 de junio, en conmemoración “del martirio del primer papa, San Pedro, y del Apóstol de los Gentiles, San Pablo. Al amanecer del 29 de junio del año 67, ambos fueron sacados de la prisión para ser ejecutados por orden de Nerón. Pedro fue llevado a la Colina Vaticana y crucificado cabeza abajo según su deseo, por considerar demasiado digno morir como su maestro. Pablo fue conducido a Ostia, lugar próximo al río Tiber, y allí fue decapitado”.
Cada pueblo tiene una forma de sentir la fiesta, celebrando ritos neopaganos y cristianos de acuerdo a su tradición y cultura.