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Sergio Ríos, un hombre de 61 años con una vida marcada por la dedicación al cuidado de otros, experimentó un giro inesperado que lo llevó a reinventarse.
Durante más de 20 años, Sergio trabajó en el ámbito de la salud, específicamente en emergencias médicas. "Yo trabajé siempre con ambulancias, traslado, emergencias médicas en muchas empresas privadas de Salta", comenzó relatando durante la entrevista con El Tribuno. Esta experiencia lo llevó a conocer a un doctor que le cambió la vida, porque le ofreció un plan de pago para poder comprar una de las ambulancias.
Llegó la pandemia y Sergio perdió a su madre por el covid-19. La situación sanitaria se agravaba y como enfermero era trabajador esencial y no solo eso, sino que Sergio padece diabetes y también era paciente de riesgo, por lo que sus hijas le suplicaron que deje de trabajar para cuidar su salud.
Llegó la reinvención
Este tiempo en casa lo llevó a explorar una nueva faceta: la panadería. Con la necesidad de mantenerse activo, Sergio comenzó a experimentar con la preparación de pan. "Las primeras veces me salían feo, se quemaban, otras veces salía muy chato", contó entre risas. A prueba y error, fue perfeccionando sus habilidades hasta lograr "agarrarle el punto a la cantidad de harina, de grasa, levadura". Sus panes se hicieron populares entre sus vecinos y en los lugares donde iba a trabajar. Además de pan, también aprendió a hacer bizcochuelos, pastafloras, pan dulce, bollos y chatas. "No soy el gran panadero, no soy el gran repostero, pero me gusta lo poco que sé, lo hago con amor", expresó.
El quiosco móvil
Un punto crucial en la vida de Sergio fue la adquisición de una ambulancia. "Cuando trabajaba de enfermero, un doctor me decía que me veía con ganas de hacer cosas y me dio una mano para comprar la ambulancia". Este vehículo se convertiría en el corazón de su nuevo emprendimiento. Inicialmente, utilizó la ambulancia para vender pan de Navidad en hospitales. "Hicimos un mostrador y ahí ponía mi pan de Navidad a la venta, se vendía muy rápido".
Ya con la ayuda de un carpintero y su yerno herrero, la ambulancia fue transformada en un quiosco móvil: colocaron vitrinas, mostradores e instalaron una panchera grande para ofrecer panchos, que se convirtieron en el producto estrella. "Es lo que más se vende", detalló.
Su nieta fue la que sugirió el nombre "Panchos Truck" para el quiosco móvil. "Mi nieta mayor que siempre anda con el celular me sugirió que ploteemos la camioneta", contó.
"Es un proyecto familiar"
Entre la ayuda de su yerno, el aporte de su nieta y la colaboración de su esposa atendiendo el almacén que tienen en casa, Sergio considera que todo lo logrado es un proyecto familiar "Nunca trabajé yo solo, siempre estuve acompañado de mi señora, mis hijas, mi nieta".
El quiosco móvil de Sergio tiene presencia en diferentes lugares y horarios: los viernes, sábado y domingo está en Parque Bicentenario, desde las 16:00 hasta las 22:30; los martes, miércoles, jueves y viernes en la esquina de Aniceto Latorre y Güemes, desde las 7:00 hasta las 21:00 horas.
Un mensaje de esperanza
Sergio es un ejemplo de que nunca es tarde para reinventarse y perseguir nuevas pasiones. A pesar de los desafíos de su salud y la pandemia, logró construir un negocio que no solo le proporciona ingresos, sino que también le brinda felicidad. "Soy feliz, yo conocí un oficio que no pensé que me iba a gustar", expresó con orgullo. Para él, la vida es un constante renacer, un mensaje que comparte con quienes se cruzan en su camino. "Yo nací de nuevo y por eso es que me brindo a la gente, voy a misa y hablo con Dios, eso también ayuda mucho", dice. Su historia es un testimonio de resiliencia, creatividad y la capacidad de encontrar nuevas oportunidades incluso en los momentos más difíciles.