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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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VIDEO. Como todos los fines de junio, Cerrillos se iluminó con los fogones de San Pedro y San Pablo

La tradición se mantiene viva en Villa Balcón y se extiende a otros puntos de la localidad.
Domingo, 29 de junio de 2025 10:32
Fogones en Cerrillos. Fotografías gentileza Cav

Anoche, el cielo cerrillano se iluminó con las luces y las chispas de los fogones que ardieron a lo largo de la avenida Manuel J. Castilla, en Villa Balcón. Fue parte de un ritual tradicional en honor a San Juan, San Pedro y San Pablo, que a lo largo de los años mantuvieron vivo las familias Villa y Arias, entre otras.

Los fogones también se extendieron a otras barriadas y parajes de la localidad. Las actividades comenzaron pasadas las 21. No faltaron el chocolate caliente, el pan dulce ni el café.

 

La gente disfrutó mucho tirando pocotos y ancopocotos. Este último es un híbrido de alto poder explosivo inventado por antiguos ingenieros del INTA a pedido de los vecinos de Vº Balcón, y que este año prometieron no solo ser aún más estruendosos sino también muy hediondos, ya que la fórmula elaborada por los expertos incorporó una mezcla de hediondilla con hojas de ruda macho.

También se fabricaron muñecos que llamaron Judas para este día, que luego fueron quemados en las llamas. Las fogatas estuvieron a cargo de las familias Villa, Arias, Jaime, Sánchez, Chocobar y Flores.

En los años 50, en la localidad vivían unos 1.500 habitantes que conservaban la tradición de los fogones, heredada de los españoles. Hubo familias especializadas en estos menesteres. Por ejemplo, en Bº Ameghino, los fogones más famosos eran organizados por la familia de Eusebio Morales. Eran fiestas en las que no faltaba el Judas, un muñeco hecho con ropa vieja, relleno de paja, pocotos y petardos, que era quemado.

En el Bº La Punta, desde la plaza hasta el extremo norte del pueblo, los fogoneros eran los Ruiz, Russo, Guzmán, Pla, Hoyos, Yusca y el Loro López, entre otros. En el Bº Centro, se encargaban los Ríos, el Loco Mingo, Mataco Delgado, Alberto Berruezo, Suri Borelli, Hugo Rottigni y Cachimba Castiella. Estos hacían su fogata en el baldío frente al Correo viejo. Los fogoneros del sur giraban alrededor de don Nicolás Hoyos.

Finalmente, estaban los fogones de Pueblo Nuevo, organizados por los Magno, Salinas, Corimayo, Flores y Valdiviezo. En los años 70, estas fiestas comenzaron a desaparecer hasta que en Villa Los Tarcos y Villa Balcón resurgieron con entusiasmo en los 80, de la mano de los “Pulentas” Flores y de los Villa, para quedarse hasta nuestros días.

Significados del ritual

Antiguamente, en algunas culturas estos rituales eran una forma de agradecer y atraer la bendición del sol sobre hombres, animales y campos. Por eso se encendían grandes hogueras, tradición que perduró hasta la actualidad. También se asociaba esta festividad a la búsqueda o conservación de pareja. En otras palabras, se la vinculaba con la fertilidad y la fecundidad, amorosa y de todo tipo. En algunos lugares se realizaba la quema de un muñeco que representaba lo viejo y negativo.

¿Por qué en nuestra cultura se hacía alusión a San Juan Bautista? Según el Evangelio de San Lucas, María, tras la Anunciación, visitó a su prima Isabel cuando esta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por eso se fijó la solemnidad del Bautista el 24 de junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo (24 de diciembre).

El Evangelio cuenta que su padre, Zacarías, había perdido la voz por dudar del embarazo de Isabel. Sin embargo, al nacer Juan, la recuperó, como le había predicho un ángel. Entonces, rebosante de alegría, encendió hogueras para anunciar la noticia a parientes y amigos. Siglos después, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar su connotación mágica.

En cuanto a las fogatas de San Pedro y San Pablo, se preparaban para la noche del 28 de junio, en conmemoración del martirio del primer papa, San Pedro, y del Apóstol de los Gentiles, San Pablo. Al amanecer del 29 de junio del año 67, ambos fueron sacados de prisión y ejecutados por orden de Nerón. Pedro fue llevado a la Colina Vaticana y crucificado cabeza abajo, según su deseo, por considerarse indigno de morir como su maestro. Pablo fue conducido a Ostia, cerca del río Tíber, y allí fue decapitado.

Cada pueblo tuvo su manera de vivir esta fiesta, combinando ritos neopaganos y cristianos de acuerdo a su historia y cultura.

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