En la extensa región de la Puna jujeña, la celebración del carnaval se manifiesta respetando las costumbres ancestrales heredadas por las familias de los pueblos que se encuentran en los lugares más recónditos de ese vasto y riguroso territorio. Los festejos son similares en cada uno ellos, acordeón, cajas, anatas y erquenchos predominan en los reducidos grupos musicales que hacen bailar a las familias; y en las cuadrillas de cajas las banderas blancas, donde cantoras y cantores populares manifiestan su felicidad contenida a lo largo del año.
inicia sesión o regístrate.
En la extensa región de la Puna jujeña, la celebración del carnaval se manifiesta respetando las costumbres ancestrales heredadas por las familias de los pueblos que se encuentran en los lugares más recónditos de ese vasto y riguroso territorio. Los festejos son similares en cada uno ellos, acordeón, cajas, anatas y erquenchos predominan en los reducidos grupos musicales que hacen bailar a las familias; y en las cuadrillas de cajas las banderas blancas, donde cantoras y cantores populares manifiestan su felicidad contenida a lo largo del año.
La vestimenta es característica también, sombrero y poncho (para protegerse del frío cuando comienza a atardecer y durante la noche) y para aguantar el ajetreo, un buen asado de cordero y una sopa majada, que nutre de energías para seguir cantando las coplas.
Este escenario se presenta en los pueblos rurales, alejados de la urbe, en el campo, como dicen los puneños; en cambio en las ciudades (Abra Pampa y La Quiaca), son convocantes sus tradicionales corsos, en la primera durante la tarde, y en la segunda, por la noche.
En la "Siberia argentina", se aprecia la autenticidad de la cultura del pueblo abrapampeño, en cambio en la avenida Sarmiento se observa la influencia del vecino país sobre el carnaval local.
La Puna en este tiempo vive su mejor celebración para la cual no hay descanso, y hoy se manifestará chayando en las casas, en los corrales o en los terrenos dedicados al cultivo agradeciendo lo recibido.