Creo que hablar de integración tiene no sólo que ver con encontrar la forma de que integremos al discapacitado a nuestro mundo, sino también de que los que no tenemos alguna discapacidad podamos integrarnos al mundo de los que sí. Porque esta sociedad es de todos, siempre se entiende que la integración es a una sociedad que a priori se supone que está conformada por gente sin problemas de discapacidad, y no es así. En esta sociedad estamos todos desde un primer momento, que las condiciones favorezcan a los que tenemos menos dificultades no es un ingrediente para "creer" que este entorno es nuestro y que nosotros tenemos la facultad o la decisión de integrar a los otros.
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Creo que hablar de integración tiene no sólo que ver con encontrar la forma de que integremos al discapacitado a nuestro mundo, sino también de que los que no tenemos alguna discapacidad podamos integrarnos al mundo de los que sí. Porque esta sociedad es de todos, siempre se entiende que la integración es a una sociedad que a priori se supone que está conformada por gente sin problemas de discapacidad, y no es así. En esta sociedad estamos todos desde un primer momento, que las condiciones favorezcan a los que tenemos menos dificultades no es un ingrediente para "creer" que este entorno es nuestro y que nosotros tenemos la facultad o la decisión de integrar a los otros.
Este concepto es el que tienen muy en claro el profesor Ernesto Altamirano, su hija Gabriela y todo el equipo de artistas docentes que trabajan en Sol y Arte, asociación artística que trabaja con la danza, el teatro y la plástica, en el desarrollo de jóvenes discapacitados; y también el que tiene el cantor Memo Vilte que ocupó sus últimos años a una entrega absoluta al proyecto "Gestos de amor" y editó un disco donde se integran al coro de hipocúsicos, el Braille en el arte de tapa y la danza del Ballet de Sol y Arte (integrado por bailarines discapacitados).
El mismo que entendió Elena Leonardi Cattólica, la escritora de nuestro medio, que después de regalarnos varias publicaciones poéticas, hace pocos días presentó una obra que habla de su historia de vida al lado de su hijo con Síndrome de Down (joven que lamentablemente falleció a principios de este año), quizás con este fin, el de concientizar a todos que la dignidad y la calidad de persona no tienen nada que ver con la discapacidad física o intelectual.
No debemos entender la integración como la del discapacitado a "nuestro" mundo, como si no fueran ya parte de él.
Hoy propongo reflexionar sólo por un instante en todo lo que falta en nuestras vidas para lograr la completa integración.
Si no tenemos en nuestra familia una persona discapacitada, o en el grado de nuestros hijos, o en nuestro ámbito de trabajo, no solemos preocuparnos por aprender, entender y recapacitar acerca que cómo debemos naturalizar la relación. No sabemos integrarnos a esa realidad que los contiene a ellos (tanto como a nosotros), y esto no debiera ser así. Todos tenemos que estar preparados para evitar situaciones hirientes, incómodas que finalmente desaniman cualquier intento de integración.