Cerca de las tres y media de la mañana de ayer, el abundante agua que bajaba por el río Grande rompió la defensa cercana a la Lagunita, permitiendo que la correntada entrara a los barrios bajos que lindan con la costanera en su parte Norte. Una hora después, cuando muchos regresaban de la noche de Domingo de Carnaval, principalmente los barrios de Mataderos, Viviendas de Malka y la línea de chacras y casas camino a Cerro Chico, eran ya parte del lecho del río.
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Cerca de las tres y media de la mañana de ayer, el abundante agua que bajaba por el río Grande rompió la defensa cercana a la Lagunita, permitiendo que la correntada entrara a los barrios bajos que lindan con la costanera en su parte Norte. Una hora después, cuando muchos regresaban de la noche de Domingo de Carnaval, principalmente los barrios de Mataderos, Viviendas de Malka y la línea de chacras y casas camino a Cerro Chico, eran ya parte del lecho del río.
Antes de salir el sol, el agua había alcanzado su punto máximo, que en muchos lugares superaba el metro y medio de altura contra los muros de adobe que, por ser barro mismo, comenzaban a tambalearse, cediendo algunos de ellos. Muchas familias subieron a los techos de sus viviendas, un gomón andaba entre vehículos completamente cubiertos por lodo y agua, y a mediodía sumaban 300 evacuados que se localizaban en la escuela Sarmiento, Profesional, el Cefac y el Hotel de Turismo.
Las calles Alverro y Rivadavia, en lo que va de la San Martín a la costanera, eran las zonas más afectadas, concentrando la solidaridad de aquellos que se acercaban a dar una mano a los damnificados. Los vecinos hacían lo posible por salvar lo que pudieran y sacar el agua de las casas, mientras otros acercaban pan y termos con café para aquellos que no habían podido dejarlas.
Uno de los muros linderos a la cancha del Club Terry cedió, permitiendo que la correntada cubriera por completo el predio, hecho que desvió la correntada impidiendo que el curso del río siguiera por la calle, pero ya eran muchos los cimientos gravemente dañados por una corriente que, pasado el mediodía, atravesaba los barrios dañados con la fuerza con que debía correr por su cauce principal.
En el Hotel de Turismo, Juan Olaechea, a cargo de Defensa Civil, convocaba a que allí se centrara el operativo de rescate de los damnificados, mientras en el Comedor Nutricional se preparaba el almuerzo para los evacuados, y el intendente, Ricardo Romero, junto al ministro de Seguridad de la provincia, Ekel Meyer, recorrían la zona evaluando las medidas a tomar.
Por las calles del centro, a pocas cuadras del daño mayor, una importante cantidad de turistas andaba buscando información, ignorando la gravedad de los hechos. Se escuchó a mediodía algún intento de retomar los festejos, que pronto fue reemplazado por el sonido de las sirenas que recorrían la zona.
Las dos máquinas retroexcavadoras con que cuenta el municipio no servían, por su porte, para la ocasión, mientras se esperaba que desde Juella llegara una de mayor tamaño, pero el camino lo retardaba debido a los derrumbes producidos y se anunciaba que de un momento a otro llegara personal del Ejército para colaborar con los trabajos de rescate y reparación de las defensas.
Pasado el mediodía aún había gente que se la buscaba adonde, se esperaba, se hubiera trasladado por sus medios, pero no se reportaba aún daño humano de gravedad, aunque los materiales eran imposibles de calcular.