Una beba de un año y diez meses estaba seriamente enferma en Punta Cana, la playa de República Dominicana donde pasaba las vacaciones con su familia, pero el diagnóstico se lo dieron dos pediatras que estaban a más de 6.000 kilómetros de distancia: en la ciudad bonaerense de San Pedro. Lo hicieron a través de WhatsApp y pudieron salvarle la vida.
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Una beba de un año y diez meses estaba seriamente enferma en Punta Cana, la playa de República Dominicana donde pasaba las vacaciones con su familia, pero el diagnóstico se lo dieron dos pediatras que estaban a más de 6.000 kilómetros de distancia: en la ciudad bonaerense de San Pedro. Lo hicieron a través de WhatsApp y pudieron salvarle la vida.
La nena se llama Federica y vive en Comodoro Rivadavia. En cuanto inició su viaje comenzó a tener fuertes diarreas, vómitos, fiebre y decaimiento. La llevaron a una clínica de la localidad de La Romana, donde la tuvieron internada y le sacaron sangre para hacerle estudios. Pero la pequeña no mejoraba. Al día siguiente no despertó y, a pesar de numerosos intentos, los médicos no pudieron dar con la causa del malestar.
Hasta que el hermano de la madre, que vive en San Pedro, la contactó con las pediatras Liliana Doldán y Francisca Urrutia. A través del mensajero instantáneo WhatsApp, las doctoras le pidieron a la mujer que les escribiera los síntomas y que les mandara fotos de la nena y de los análisis.
Con todos esos elementos, las profesionales descubrieron que Federica tenía síndrome urémico hemolítico, una bacteria presente en alimentos o agua contaminados. Se trata de una dolencia que los pediatras argentinos están acostumbrados a manejar, pero que no es frecuente en República Dominicana, por eso allí se demoraban en dar con el diagnóstico correcto.
"Nos contactamos por WhatsApp al principio, después nos comunicamos con los médicos", contó Liliana Doldán al canal de noticias TN. "Los médicos de allá no estaban preparados para hacer el diagnóstico", agregó. La nena volvió a la Argentina y su estado de salud está mejorando. "Cuando nos encontramos con ella fue superemocionante, se nos caían las lágrimas", concluyó la pediatra.