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Libertad y compromiso

Martes, 04 de abril de 2017 20:18

¡Buen día! La gran paradoja del ser humano es: ser libre y estar comprometido. El gran absurdo es romper el equilibrio de la paradoja. Romper el equilibrio de la paradoja es separar la libertad del compromiso. La libertad sin compromiso supone un hombre sin responsabilidad. Un ser humano sin responsabildad supone que tiene el pleno derecho de vivir dejándose llevar por cualquier deseo, interés o impulso. Tener el pleno derecho de vivir dejándose llevar por cualquier deseo, interés o impulso es suponer que no hay orden ni desorden, ni bueno ni malo...”
Hay lógica en este razonamiento, y está pensado como un antídoto eficaz ante formas de pensamiento que tienden a relativizarlo todo. El texto pertenece a uno de los bien pensados libros de Julio César Labaké: “Para qué sirve Dios”. Hay todo un capítulo dedicado especialmente a la paradoja de la libertad, en el que podemos leer también:
“Admitir que no hay deseos, intereses  o impulsos ordenados y buenos, ni deseos, intereses o implusos desordenados y malos, es afirmar que el ser humano puede ser verdadero ser humano actuando de cualquier forma. La gran experiencia es que tamaña suposición de que el ser humano pueda vivir de cualquier forma, lleva a la arbitrariedad destructiva de la persona y de la comunidad...
La gran experiencia es que no se puede ser buena persona ni convivir obrando desaprensivamente, de cualquier forma.
La presunción de una libertad humana sin compromiso es el intento de inventar un ser que pueda obrar como los animales y mantener el privilegio que lo separa esencialmente de ellos: la razón. O inventar un hombre que puede actuar como un “dios” desprovisto de razón.
La gran experiencia es que no podemos separar la libertad de la responsabilidad sin desnaturalizar al hombre.
Es que la libertad no es el dercho pleno de elegir y hacer cualquier deseo, interés o impulso, sino la posibilidad de descubrir y elegir los que nos comprometen.
Lo que marca el sentido y la dirección del compromiso que nos compromete, es la razón que nos hace responsables”.
Para pensarlo. Libremente. Es decir, responsablemente.
¡Hasta mañana!

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¡Buen día! La gran paradoja del ser humano es: ser libre y estar comprometido. El gran absurdo es romper el equilibrio de la paradoja. Romper el equilibrio de la paradoja es separar la libertad del compromiso. La libertad sin compromiso supone un hombre sin responsabilidad. Un ser humano sin responsabildad supone que tiene el pleno derecho de vivir dejándose llevar por cualquier deseo, interés o impulso. Tener el pleno derecho de vivir dejándose llevar por cualquier deseo, interés o impulso es suponer que no hay orden ni desorden, ni bueno ni malo...”
Hay lógica en este razonamiento, y está pensado como un antídoto eficaz ante formas de pensamiento que tienden a relativizarlo todo. El texto pertenece a uno de los bien pensados libros de Julio César Labaké: “Para qué sirve Dios”. Hay todo un capítulo dedicado especialmente a la paradoja de la libertad, en el que podemos leer también:
“Admitir que no hay deseos, intereses  o impulsos ordenados y buenos, ni deseos, intereses o implusos desordenados y malos, es afirmar que el ser humano puede ser verdadero ser humano actuando de cualquier forma. La gran experiencia es que tamaña suposición de que el ser humano pueda vivir de cualquier forma, lleva a la arbitrariedad destructiva de la persona y de la comunidad...
La gran experiencia es que no se puede ser buena persona ni convivir obrando desaprensivamente, de cualquier forma.
La presunción de una libertad humana sin compromiso es el intento de inventar un ser que pueda obrar como los animales y mantener el privilegio que lo separa esencialmente de ellos: la razón. O inventar un hombre que puede actuar como un “dios” desprovisto de razón.
La gran experiencia es que no podemos separar la libertad de la responsabilidad sin desnaturalizar al hombre.
Es que la libertad no es el dercho pleno de elegir y hacer cualquier deseo, interés o impulso, sino la posibilidad de descubrir y elegir los que nos comprometen.
Lo que marca el sentido y la dirección del compromiso que nos compromete, es la razón que nos hace responsables”.
Para pensarlo. Libremente. Es decir, responsablemente.
¡Hasta mañana!

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