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La falta de resultados aumenta la impaciencia

Domingo, 25 de octubre de 2020 01:01

La falta de resultados concretos en materia de gestión sanitaria, económica e institucional está provocando un clima de tensión dentro y fuera del Gobierno, cuyos correlatos más inmediatos son el descontrol del dólar paralelo, el desborde en la cantidad de casos y muertos por coronavirus, la expansión generalizada de la toma de terrenos y el debilitamiento sostenido de la autoridad presidencial.
Alberto Fernández recibió esta semana un cachetazo con mucho significado político para su imagen, ya que la universidad de Oxford decidió eliminar a la Argentina de sus estadísticas de Covid-19 por la falta de confiabilidad de sus datos. Se trata de una crítica al corazón del Gobierno, ya que el manejo de la pandemia venía siendo el principal activo oficial para fortalecer las chances electorales del Frente de Todos en las determinantes elecciones de medio término. De todos modos, la percepción de la población sobre el manejo de la pandemia ya venía seriamente cuestionado por la saturación del sistema de salud en varias de las provincias argentinas y también por la escasísima cantidad de testeos que se hacen en el país. 
¿Se hizo lo mismo con las cifras de la pandemia que con los números adulterados del Indec hasta 2015? La respuesta no es tan tajante, ya que lo ocurrido ahora tiene que ver más con errores no forzados que con una intención explícita de las autoridades por esconder el desastre sanitario que atraviesa la Argentina. ¿Cómo se explica que tanto el sector púbico como el privado no sean capaces de registrar los casos negativos para arrojar una tasa de positividad confiable? ¿Se tarda mucho tiempo más colocando otra cifra en el formulario? Fuentes muy cercanas al ministro de Salud Ginés González García consideraron ayer a El Tribuno que “el error se debió a la enorme carga laboral que tiene el personal de salud, que para ahorrar tiempo no registraba los hisopados negativos”. Si esta situación se hubiese dado sólo en determinadas provincias se podría hablar de ineficacia en algunos gobernantes, pero la falta de registros se dio en todo el país y allí la responsabilidad no recae en otra persona que en Ginés González García, quien o no bajó el protocolo de registración a los hospitales o no ejerció ningún tipo de corrección a medida que pasaban los meses. Al igual que con la errática política de testeos, otra vez predominó la inoperancia y burocracia del Estado para cumplir con su deber.
Pese a los más de 210 días de cuarentena, Argentina está quinta en cantidad de infectados, primera en víctimas diarias por millón de habitantes y en el puesto 120 en el ránking de testeos ajustados por población. ¿Cuántos contagios tendría la Argentina si hubiese testeado como Chile, Colombia o Brasil? La respuesta, imposible de comprobar podría arrojar resultados alarmantes. 
El país es sólo superado en número de contagios por Estados Unidos (328 millones de personas), India (1.353 millones), Brasil (209 millones) y Rusia (144 millones). Por debajo de la Argentina hay países como México (126 millones), Alemania (83 millones), Francia (67 millones) o Reino Unido (66 millones). 
Todos esos números, que asustan por sí mismos, se combinan con la fenomenal caída de la economía, que este año podría superar el doce por ciento según la última revisión financiera. La disminución en la actividad que prevé el Fondo Monetario para el país es tan elevada que sólo es superada por Perú en todo el continente ¿Cómo le irá a Brasil, por ejemplo? Se estima que caerá aproximadamente la mitad que la Argentina. Sin lugar a dudas, el país vive una pandemia sanitaria por usar la cuarentena como única opción y una pandemia económica por la falta de aciertos en las medidas para frenar la inflación, atraer inversiones y acumular dólares para el Banco Central. La figura de Martín Guzmán al frente del Palacio de Hacienda es cada vez más cuestionada tanto en altos funcionarios nacionales como entre los principales empresarios del país. Desde su entorno aseguran por lo bajo que las negociaciones con el FMI fortalecerán la imagen del ministro y que el avance hacia un acuerdo mejorará las expectativas económicas de las inversores. Consultado por El Tribuno sobre las perspectivas para lo que se viene, un importante hombre de negocios reveló en off the récord “ninguna de las medidas del Gobierno generó confianza, sino más bien lo contrario. Hace 45 años no teníamos una brecha cambiaria del 150 por ciento como tenemos ahora, eso no gratis en materia inflacionaria”. 
Mientras la desconfianza sigue acaparando todo el escenario económico, el Gobierno avanza en su agenda paralela del Observatorio para controlar a los medios y también esperando agazapado retomar el debate por la reforma judicial. En ese contexto, la ambigüedad que muestra el Poder Ejecutivo ante la expansión de las usurpaciones es tan pasiva que daría la sensación que las avala. No es ninguna novedad que la seguridad en la propiedad privada es uno de los conceptos más básicos de un inversor que pretende dar trabajo en Argentina. Otro mal ejemplo para los ojos del mundo. 

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La falta de resultados concretos en materia de gestión sanitaria, económica e institucional está provocando un clima de tensión dentro y fuera del Gobierno, cuyos correlatos más inmediatos son el descontrol del dólar paralelo, el desborde en la cantidad de casos y muertos por coronavirus, la expansión generalizada de la toma de terrenos y el debilitamiento sostenido de la autoridad presidencial.
Alberto Fernández recibió esta semana un cachetazo con mucho significado político para su imagen, ya que la universidad de Oxford decidió eliminar a la Argentina de sus estadísticas de Covid-19 por la falta de confiabilidad de sus datos. Se trata de una crítica al corazón del Gobierno, ya que el manejo de la pandemia venía siendo el principal activo oficial para fortalecer las chances electorales del Frente de Todos en las determinantes elecciones de medio término. De todos modos, la percepción de la población sobre el manejo de la pandemia ya venía seriamente cuestionado por la saturación del sistema de salud en varias de las provincias argentinas y también por la escasísima cantidad de testeos que se hacen en el país. 
¿Se hizo lo mismo con las cifras de la pandemia que con los números adulterados del Indec hasta 2015? La respuesta no es tan tajante, ya que lo ocurrido ahora tiene que ver más con errores no forzados que con una intención explícita de las autoridades por esconder el desastre sanitario que atraviesa la Argentina. ¿Cómo se explica que tanto el sector púbico como el privado no sean capaces de registrar los casos negativos para arrojar una tasa de positividad confiable? ¿Se tarda mucho tiempo más colocando otra cifra en el formulario? Fuentes muy cercanas al ministro de Salud Ginés González García consideraron ayer a El Tribuno que “el error se debió a la enorme carga laboral que tiene el personal de salud, que para ahorrar tiempo no registraba los hisopados negativos”. Si esta situación se hubiese dado sólo en determinadas provincias se podría hablar de ineficacia en algunos gobernantes, pero la falta de registros se dio en todo el país y allí la responsabilidad no recae en otra persona que en Ginés González García, quien o no bajó el protocolo de registración a los hospitales o no ejerció ningún tipo de corrección a medida que pasaban los meses. Al igual que con la errática política de testeos, otra vez predominó la inoperancia y burocracia del Estado para cumplir con su deber.
Pese a los más de 210 días de cuarentena, Argentina está quinta en cantidad de infectados, primera en víctimas diarias por millón de habitantes y en el puesto 120 en el ránking de testeos ajustados por población. ¿Cuántos contagios tendría la Argentina si hubiese testeado como Chile, Colombia o Brasil? La respuesta, imposible de comprobar podría arrojar resultados alarmantes. 
El país es sólo superado en número de contagios por Estados Unidos (328 millones de personas), India (1.353 millones), Brasil (209 millones) y Rusia (144 millones). Por debajo de la Argentina hay países como México (126 millones), Alemania (83 millones), Francia (67 millones) o Reino Unido (66 millones). 
Todos esos números, que asustan por sí mismos, se combinan con la fenomenal caída de la economía, que este año podría superar el doce por ciento según la última revisión financiera. La disminución en la actividad que prevé el Fondo Monetario para el país es tan elevada que sólo es superada por Perú en todo el continente ¿Cómo le irá a Brasil, por ejemplo? Se estima que caerá aproximadamente la mitad que la Argentina. Sin lugar a dudas, el país vive una pandemia sanitaria por usar la cuarentena como única opción y una pandemia económica por la falta de aciertos en las medidas para frenar la inflación, atraer inversiones y acumular dólares para el Banco Central. La figura de Martín Guzmán al frente del Palacio de Hacienda es cada vez más cuestionada tanto en altos funcionarios nacionales como entre los principales empresarios del país. Desde su entorno aseguran por lo bajo que las negociaciones con el FMI fortalecerán la imagen del ministro y que el avance hacia un acuerdo mejorará las expectativas económicas de las inversores. Consultado por El Tribuno sobre las perspectivas para lo que se viene, un importante hombre de negocios reveló en off the récord “ninguna de las medidas del Gobierno generó confianza, sino más bien lo contrario. Hace 45 años no teníamos una brecha cambiaria del 150 por ciento como tenemos ahora, eso no gratis en materia inflacionaria”. 
Mientras la desconfianza sigue acaparando todo el escenario económico, el Gobierno avanza en su agenda paralela del Observatorio para controlar a los medios y también esperando agazapado retomar el debate por la reforma judicial. En ese contexto, la ambigüedad que muestra el Poder Ejecutivo ante la expansión de las usurpaciones es tan pasiva que daría la sensación que las avala. No es ninguna novedad que la seguridad en la propiedad privada es uno de los conceptos más básicos de un inversor que pretende dar trabajo en Argentina. Otro mal ejemplo para los ojos del mundo.