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La familia que queremos contener en estos tiempos

Martes, 30 de marzo de 2021 01:01

Por DRA. FLORENCIA VILLEGAS

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Por DRA. FLORENCIA VILLEGAS

Es innegable que toda conceptualización de familia está ineludiblemente relacionada al momento cultural, social e histórico en que se la define, puede variar de individuo a individuo en cada familia, ya que todas las personas formulan su representación de familia conforme su propia experiencia, creencias y valores, y en relación a su propio contexto familiar. Así es como podemos escuchar distintas versiones sobre una misma familia, según quién de sus miembros la describa.

El grupo familiar es el contexto primario y más temprano del desarrollo humano y se caracteriza por sus relaciones de intimidad, alta emocionalidad, solidaridad y sostén a lo largo del tiempo. Las principales funciones que debe cumplir una familia son: desarrollar y socializar a los hijos proporcionándoles cuidado, amor, alimento, satisfacción de las necesidades y un medio intelectual, emocional e interpersonal adecuado para favorecer el bienestar psicosocial. Las familias funcionales promueven la autonomía de sus miembros tendiendo a mantener estados de salud más favorables.

Las familias disfuncionales, por el contrario, pueden ser consideradas como factores de riesgo en tanto propician la aparición de conductas disruptivas, síntomas -físicos y/o psicológicos- y enfermedades o trastornos en los miembros que las componen, con lo cual advertimos el gran nivel de incidencia que este grupo tiene en nuestra sociedad ya que a través de ella podemos prevenir los más grandes flagelos sociales, como la violencia familiar, de género, adicciones, conductas delictivas, entre muchas otras problemáticas, e incorporar valores que forjen los principios éticos, sociales y legales de una nación.

La pandemia ha sido una experiencia compleja para todos, pero sobre todo para los niños. Se ha hecho necesario apoyar a las familias en esta convivencia altamente intensa, por lo general, el encierro tiende a ser difícil porque se dan elementos negativos como el miedo y la ansiedad. Algunos padres han podido gozar de compartir más tiempo de calidad con sus hijos, de este modo han logrado conocerlos mejor y han establecido vínculos más fuertes siendo una experiencia enriquecedora a pesar de que es una situación larga y llena de incertidumbre. Para otros ha sido más difícil gestionar las emociones justamente por esta incertidumbre que crea síntomas de gran ansiedad, lo que hace que muchas familias se encierren no solo en sus casas sino también en sus pensamientos y sentimientos de temor a la pérdida o al ataque, con lo cual se profundizan las conductas de tensión y violencia. Hoy más que nunca es importante desarrollar todos los valores pro-sociales como la empatía, compasión, generosidad, bondad, gratitud, humildad y cooperación.

Como operadora legal y social muchas veces me consultan acerca de si los conflictos de las familias difieren según sea la configuración elegida para constituirla como tal. En una primera aproximación, cabría asegurar que la función de parentalidad que implica el cuidado y protección de los niños, niñas y adolescentes, y el respeto por sus derechos, y la atención de los adultos mayores y personas en condición de vulnerabilidad no debería ser diferente según el contexto familiar. En este sentido la labor del operador no será diferente en cuanto a la obligación de velar por sus intereses. En segundo lugar, puedo decir que estamos ante nuevos paradigmas que nos convocan a nuevas experiencias en el acompañamiento de las familias, a revisar nuestro rol.

Todos transitamos alguna experiencia familiar, desde allí construimos la idea de lo que es una familia y, dado el contenido afectivo de las relaciones familiares, las adoptamos como preconceptos o valores que filtran nuestra percepción y están presentes en la determinación de nuestro modo de actuar. Es necesario que en el rol en el que nos encontremos con el fin de ser un brazo de ayuda a nuestra sociedad, nos podamos interrogar si nuestras creencias inciden en nuestro trabajo como tercero imparcial. La neutralidad implica abstenernos de nuestras preferencias y prejuicios delicadamente cultivados, porque somos sujetos de riesgo que, como todos, nos identificamos con aquello que resuena en lo más recóndito de nuestro ser. Para contener a las familias en conflicto debemos construir el rol de contenedor y facilitador de la escucha activa, no de transmisor de los propios saberes y vivencias internas, que provoca el ámbito propicio para el cambio y la salud de los vínculos familiares.

Vuelva a creer, aférrese en la fe en el Creador que todo lo sabe y todo lo puede transformar!

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