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Alberto ya tiene el control de toda la economía

Domingo, 29 de mayo de 2022 01:02

Por primera vez desde que asumió la presidencia, Alberto Fernández está en condiciones de afirmar que toda la política económica pasa por sus manos y que la influencia de Cristina Kirchner en la gestión ya es prácticamente nula. Cualquier observador ajeno a la realidad política del país podría indicar que el Presidente logró deshacerse de su principal condicionante, aunque la realidad parece ir por otro lado: la vicepresidenta apunta a aislar al jefe de Estado, endurecer la oposición desde el Congreso, y dejar todo el costo político de la crisis económica en el ministro Martín Guzmán, quien esta semana se vio fuertemente fortalecido en su cargo pese a que sigue en el centro de todos los ataques.

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Por primera vez desde que asumió la presidencia, Alberto Fernández está en condiciones de afirmar que toda la política económica pasa por sus manos y que la influencia de Cristina Kirchner en la gestión ya es prácticamente nula. Cualquier observador ajeno a la realidad política del país podría indicar que el Presidente logró deshacerse de su principal condicionante, aunque la realidad parece ir por otro lado: la vicepresidenta apunta a aislar al jefe de Estado, endurecer la oposición desde el Congreso, y dejar todo el costo político de la crisis económica en el ministro Martín Guzmán, quien esta semana se vio fuertemente fortalecido en su cargo pese a que sigue en el centro de todos los ataques.

La renuncia de Roberto Feletti a la secretaria de Comercio Interior y la inminente dimisión de Federico Basualdo a la subsecretaría de Energía le despejan todo el camino al jefe de Estado para avanzar con su mayor objetivo: cumplir con las metas del acuerdo con el Fondo Monetario y efectuar sin más dilaciones el aumento de las tarifas para reducir los subsidios. Ambas políticas, desde ya, son ferozmente rechazadas por la vicepresidenta y se transformarán en los principales caballitos de campaña para diferenciarse de la gestión albertista durante los próximos meses. "Nosotros fuimos muy claros, hay que recomponer los ingresos de la sociedad y dejar de lado las recetas regresivas del Fondo Monetario que nos llevarán a una derrota inevitable en 2023. Como no somos escuchados por el Presidente, ya no tiene ningún sentido compartir los costos políticos de la inflación y de la falta de medidas para la reactivación. Si ellos creen que éste es el camino correcto, allá ellos", señaló ayer a El Tribuno de Jujuy uno de los principales colaboradores de Cristina, que pidió reserva de su identidad.

Las modificaciones en las segundas líneas del área económica podrían haber fortalecido la figura presidencial si hubiese sido Alberto Fernández o Martín Guzmán quienes les hubiesen exigido la renuncia por no coincidir con los planes del Gobierno. Se trata de funcionarios que cuestionaron abiertamente a la figura del ministro de Economía y que pese a eso continuaban en sus puestos como si nada. Ahora al menos quedarán un poco más claras las culpas del deterioro económico que vislumbran muchos economistas, aunque también se transparentará el rédito político de una eventual recuperación palpable para los bolsillos de la sociedad.

La principal diferencia entre Alberto y Cristina continúa siendo el diagnóstico. El jefe de Estado cree que el crecimiento de la actividad industrial y el récord de exportaciones potenciarán a todo el resto de la economía. Cerca del Presidente consideran que un escenario de ese tipo podría empezar a ser bien notorio en octubre o noviembre de este año, lo que daría tiempo para que la recuperación económica impacte en la voluntad de los votantes y crezcan las chances electorales del oficialismo. Un funcionario con despacho en la Casa Rosada reveló ayer a El Tribuno de Jujuy un pensamiento que es compartido por todo el Gobierno y que baja bastante el optimismo que buscan instalar algunos. "Todo muy lindo, pero si no controlamos la inflación no hay estrategia macroeconómica que valga y se acaba cualquier sueño de reelección", se sinceró el dirigente.

En las oficinas del Instituto Patria la visión es muy diferente. Cristina y Máximo Kirchner creen que la crisis se va a agravar con el aumento de tarifas y que la falta de gasoil en todo el país hace imposible ampliar los márgenes de producción de las empresas. La vicepresidenta avizora que el mal humor social se seguirá intensificando y que las protestas en contra del Gobierno empezarán a incluir también a los sindicatos. ¿Cuál será la postura del kirchnerismo? Presentar proyectos de ley que expandan el gasto público y que le permitan mantener cautivo a su electorado, cada vez más amenazado por la izquierda troskista y hasta por la ultraderecha libertaria.

En la Casa Rosada conviven por estas horas dos posturas bien diferenciadas sobre cómo abordar la interna con el kirchnerismo de cara a lo que viene. Por un lado están los más cercanos al Presidente, entre los que se encuentra Vilma Ibarra, Juan Manuel Olmos, Santiago Cafiero y Martín Guzmán, que pregonan que hay que avanzar con una agenda independiente de la que marca la expresidenta, quien reclama mayor gasto público, menor aumento de tarifas y más restricciones en el control de cambios, en las exportaciones y también en las importaciones. Sin embargo, esa visión no es compartida por la gran mayoría de los gobernadores peronistas, que consideran que una fractura total entre Cristina y Alberto derivará en dos opciones electorales diferentes, poniendo en riesgo incluso la entrada del Frente de Todos al balotaje. Los mandatarios están de acuerdo con una Paso en el oficialismo, pero temen que los seguidores de Cristina armen Unidad Ciudadana por afuera con el argumento de que no pueden disputar una interna contra alguien que está en las antípodas de su pensamiento ideológico.

Es evidente que en el Gobierno reina una confusión muy grande en torno al manejo de la agenda cotidiana, ya que por segunda semana seguida hubo marchas y contramarchas respecto a un eventual aumento en las retenciones agropecuarias. El Presidente volvió a insistir para que la oposición apoye esa medida, pero el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa -quien se llevó todos los laureles por los cambios en Ganancias- descartó esa idea por completo. Alberto asegura que la única forma de subir los impuestos a las exportaciones es con una ley en el Congreso, lo que absolutamente cierto, sin embargo desde el Gobierno sondearon esta semana la posibilidad legal de aplicar el aumento por decreto, lo que habría quedado desechado por el inmenso costo político que eso generaría.

En materia de política exterior la situación continúa en un difuso alineamiento con las potencias europeas alejadas de Rusia pero sin condenar explícitamente la invasión de Vladimir Putin a Ucrania. A esto se le suma el discurso de Alberto Fernández en el que cuestionó a Estados Unidos por no dejar participar a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de las Américas. Esas tres naciones son consideradas por casi todo el mundo occidental por violaciones a los derechos humanos, ausencia de prensa libre y persecución política a los opositores. ¿Qué beneficio tiene Alberto en respaldar a estos países? Básicamente tratar de contentar a una parte del electorado kirchnerista, que ve a Miguel Díaz -Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega como referentes de la izquierda latinoamericana. El Presidente sabe mejor que nadie que sin un porcentaje de los votos de Cristina sus deseos de continuidad quedarán sólo en eso.