Con el oficio de una misa de acción de gracias, hoy a las 20 en la iglesia Catedral se evocará el primer aniversario de la beatificación de Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas, quienes junto a dieciocho laicos fueron ultimados en 1683 mientras evangelizaban a nativos del Valle del Zenta (Salta).
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Con el oficio de una misa de acción de gracias, hoy a las 20 en la iglesia Catedral se evocará el primer aniversario de la beatificación de Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas, quienes junto a dieciocho laicos fueron ultimados en 1683 mientras evangelizaban a nativos del Valle del Zenta (Salta).
El párroco de la Catedral, Manuel Alfaro, destacó que "después de un año de este gran acontecimiento de fe, de un regalo de Dios para el pueblo jujeño, nuestro obispo va a celebrar la misa de acción de gracias". Agregó que "el compromiso de este primer aniversario es seguir rezando para que si hay algún signo milagroso que se produzca de algunos de los beatos, sea conocido y estudiado por la Iglesia que es muy cauta en esto y para que pronto los tengamos en los altares como santos".
Al mismo tiempo puso de relieve que los 27 de cada mes, en la Catedral, dedican la misa a los beatos y mártires del Zenta. "En cada eucaristía, pedimos si hay alguna persona que ha recibido una gracia o un favor de estos beatos, inmediatamente lo haga conocer. Invito nuevamente si hay alguna persona que tenga algún signo milagroso, lo haga conocer en la sede del Obispado de Jujuy", reiteró.
Textos históricos mencionan que el 27 de octubre de 1683, en la capilla Santa María, cerca de la actual ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, en Salta, Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas hicieron sonar las campanas para iniciar la enseñanza del catecismo a los aborígenes que se habían acercado en gran número. Misionaban en el Valle del Zenta para evangelizar esa región del Chaco salteño que las armas españolas no habían logrado sojuzgar. Un indígena mataguayo les había advertido la noche anterior que los caciques mocovíes, al mando de 500 guerreros, pensaban traicionarlos. Ellos lo escucharon y dedicaron las horas siguientes a preparar su alma, por si acaso había llegado la hora -luminosa para ellos- de entregar la vida por Dios. Los religiosos, acompañados por un pequeño grupo de laicos, estaban desarmados. Recién terminaban de celebrar misa. Y el ataque sucedió. Los mocovíes se abalanzaron sobre los misioneros, les dispararon flechas, los acuchillaron y los decapitaron. Luego asesinaron a 18 laicos que los acompañaban. A todos los desnudaron, les cortaron la cabeza y los mataron a flechazos. Se fueron aullando con sus cráneos, que canibalizaron y usaron como copas para beber.
Los beatos
Pedro Ortiz de Zárate nació en nuestra provincia en 1622, en una familia acomodada. Su padre era el encomendero Juan Ochoa de Zárate y su madre, Bartolina de Garnica. En su juventud fue educado por los jesuitas jujeños. A los 22 años fue designado alcalde de la ciudad de Jujuy.
Aunque su deseo era entregarse al sacerdocio, el cuidado de su patrimonio lo hizo seguir el consejo de los padres jesuitas y se casó el 15 de septiembre de 1644 con la hija del fundador de la ciudad de Jujuy, Petronila de Ibarra y Murguía. Tuvo dos hijos, Juan Ortiz de Murguía y Diego Ortiz de Zárate. Después de diez años de matrimonio, su esposa falleció. Ya viudo, entregó sus hijos a su suegra, María de Argañarás, para que continuaran con su educación y tomó los hábitos. Estudió filosofía y teología en la Compañía de Jesús de Córdoba y a su regreso, después de un paso como cura en Humahuaca, fue elegido párroco de San Salvador de Jujuy en mayo de 1661, cargo que ostentó durante 24 años.
La decisión de conquistar por las armas a la región chaqueña, donde los españoles eran continuamente rechazados por los aborígenes, molestaba a Ortiz de Zárate, quien creía que lo mejor era evangelizarlos. En enero de 1677, el cabildo jujeño envió un pedido al rey en ese sentido y cuatro años después llegó la respuesta positiva. Ortiz de Zárate ya era sexagenario, tenía para la época una edad muy avanzada, pero igual decidió encarar la empresa. Y entre los jesuitas que lo acompañaron estaba Juan Antonio Solinas. Italiano, oriundo de Oliena, en la isla de Cerdeña, Solinas nació en el año 1643. Fue educado también por los jesuitas.