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El vicepresidente segundo del Episcopado, arzobispo José María Arancedo, consideró que el Día del Trabajador es “una fiesta con raíces de justa reivindicación, que nace en un contexto de injusticias sociales” y señaló que “este día se busca valorar y defender a la persona y los derechos del trabajador”.
El prelado santafesino insistió en advertir que “la falta de trabajo, la desocupación es, por lo mismo, la mayor pobreza tanto material como espiritual del hombre”, y alentó a “estudiar y hacer realidad el rico magisterio en el campo social” del flamante beato Juan Pablo II.
En tanto, el obispo Jorge Lozano, responsable de la Pastoral Social del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), advirtió que “la dignidad humana no es respetada sin acceso a un trabajo remunerado con justicia”.
El diocesano de Gualeguaychú expresó, además, “dolor” por las situaciones de “trabajo esclavo” que padecen “grupos de hombres que viven bajo chapas o en otras condiciones infrahumanas para levantar cosechas” o son “explotados en talleres textiles clandestinos”.
“La avaricia, el anhelo de lucro como sea, hace que esté primero el dinero antes que la dignidad humana. Una seria perversión de la economía”, aseveró Lozano.
Las alegrías
En tanto, el Sector de Trabajadores (SETRAC) de la Acción Católica Argentina (ACA) dijo “compartir las alegrías y las angustias de todos sus hermanos trabajadores y de sus familias” en su día, y manifestó “cercanía especial con aquellos que soportan condiciones precarias de trabajo, lo que les imposibilita tener una vida digna y plena”.
La organización laical señaló algunas de las causas que, a su entender, provocan “un escenario desigual e injusto” para los trabajadores, y aseguró que “en la puja sectorial por el reparto de los ingresos generados por la actividad económica, son los trabajadores los que reciben la porción menor, en especial aquellos que por trabajar en la informalidad están desprotegidos de los convenios colectivos, y de la previsión social”.
La Pastoral Social de Córdoba recordó a los sindicatos que su cometido “no es hacer política” y consideró que “las exigencias sindicales no pueden ser egoístas”.