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El pasado martes se cumplieron seis meses desde que Cristina Fernández, anunció la expropiación del 51% de las acciones que Repsol poseía en YPF. Pero pese a las promesas y a los anuncios con bombos y platillos de nuevas inversiones, la compañía petrolera no logró seducir a ningún capital nacional ni extranjero.
Desde aquella decisión que despertó controversias, y ciertas suspicacias en cuanto al verdadero objetivo de la proclamada “estatización” el balance no es nada bueno para la petrolera. Desde ese entonces, los títulos de YPF en Wall Street han caído a casi la mitad de su valor. Las importaciones de combustible entre mayo y agosto crecieron un 35% respecto al mismo periodo de 2011, y la nueva dirección de la empresa ha subido en dos ocasiones el precio de los combustibles lo que perjudicó a miles y miles de argentinos. Cabe recordar que hace unos días, YPF aumentó un 3% el precio de sus naftas, mientras que en julio de este año ya se produjo una suba del 7% en sus naftas súper.
Para colmo de males el Gobierno aún no ha conseguido que ninguna multinacional extranjera aporte capital a los yacimientos de Vaca Muerta que pretendía explotar Repsol.
A fines de agosto, el titular de YPF, Miguel Galuccio, reveló que el plan financiero de la petrolera para los próximos cinco años será de U$S 37.200 millones, de los cuales el 80% será aportado a través de los flujos operativos de caja de la empresa (cash flow) y el 20% restante a través de la emisión de deuda. Para la petrolera, las inversiones son importantes para la producción de hidrocarburos convencionales y no convencionales en la Argentina,