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Cuando un vecino decide por su cuenta o a través de un permiso cortar un árbol, es obligación disponer, por parte de la dependencia pertinente, que se sustituya el ejemplar derribado por otro.
Pasa desde hace unos años que las fosas que quedan no son rellenadas y calles con tradicionales arboledas y sombra (Santiago del Estero, Zuviría, Deán Funes y Pueyrredón) quedan con enormes vacíos.
Hay dueños de casa que han derribado impunemente aparentes árboles añejos de sus frentes, pero al aserrarlos estaban en buen estado.
Ahora que se está realizando un censo es indispensable que se planten árboles para que reemplacen a los viejos, si no queremos que la ciudad quede triste y sin sombra.
Otra cuestión son los yuyales al costado de caminos de acceso a la ciudad o en las proximidades de los nuevos barrios. Se debe conservar el ambiente.
Guillermo E. Pérez
Ciudad