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Con asombro leí en el periódico el proyecto de prohibir la enseñanza religiosa en las escuelas de mi provincia. Recordé entonces que Salta fue fundada en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo en el valle de Salta. En 1692, ocurrieron los grandes terremotos que sacudieron Salta y sepultaron la ciudad de Esteco y fue cuando el pueblo sacó en procesión la imagen olvidada del Señor crucificado. Entones el mismo pueblo contrajo el compromiso y firmó el Pacto de Fidelidad, “Señor, Tú eres nuestro y nosotros somos tuyos”.
El gobernador de entonces, José María Todd, designó al Señor del Milagro gobernador de la provincia, con motivo de ausentarse temporalmente de Salta. Le colocó su bastón de mando, la espada, y todos acataron tal decisión.
Salta es designada capital de la fe, en toda la Argentina. El general Martín Miguel de Gemes llevaba consigo el escapulario del Señor del Milagro. “Los pueblos que olvidan sus tradiciones desaparecen por desconocer su identidad”.
María Teresa Zambrano Solá
Catequista
Ciudad