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Timerman y Moreno, a capa y espada

Domingo, 01 de abril de 2012 14:58
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El freno a las importaciones, la crisis con YPF y el traspaso compulsivo de los subterráneos a la administración porteña son episodios que encierran muchos matices, con connotaciones políticas implícitas. Sin embargo, básicamente, son temas que ponen a prueba el modelo económico de un Gobierno nacional que tiene problemas políticos, aunque el principal sea la ausencia de un proyecto opositor o alternativo.

El modelo, desde el punto de vista electoral, viene funcionando desde hace diez años.

La inflación, la pobreza estructural, la baja calidad y cantidad del empleo genuino, la crisis habitacional y la crisis energética, siempre negados, existen y proyectan sombras a largo plazo; no obstante, la notable capacidad del Gobierno para generar una economía de consumo le aporta un suministro constante de oxígeno.

Baste observar que dos de los principales opositores, Hermes Binner y Ricardo Alfonsín, definen su posición con una frase -lapidaria para ellos-: “Yo haría lo mismo, pero mejor”.

El modelo responde a los profundos sueños ocultos de la conciencia colectiva nacional, predispuesta al decisionismo, al autoritarismo, a la búsqueda de culpables en otro lado y a la idealización de algunos relatos históricos, siempre y cuando se garantice la capacidad de consumo de cada uno, según su nivel social.

No hay que olvidar que la recuperación de imagen del kirchnerismo tras el conflicto rural y la derrota de 2009 tiene como símbolo la dramatización histórica de un grupo teatral que ocupó el centro de los festejos del Bicentenario, en los que se gastaron doscientos millones de pesos para pagar a los artistas K.

A ningún opositor se le hubiera ocurrido.

Señales de riesgo

Guillermo Moreno es un funcionario clave. Su cualidad es la verticalidad sin fisuras, que aplica a cuidar la reserva de dólares, de ahí la arbitraria política que se aplica en el comercio exterior. No se trata de nacionalismo, sino de necesidades acuciantes, porque el país se está volviendo muy caro por los costos en dólares -la inflación del 25 por ciento no puede convivir con un dólar congelado- y porque la economía mundial dejó de ser favorable.

El país no tiene acceso al crédito y que este año debe pagar 7.000 millones de dólares.

El aumento del precio de la soja ayuda, pero no alcanza: este año habrá que gastar, además, casi ocho mil millones de dólares para importar petróleo y gas.

El mercado negro comienza a hacerse sentir: en las cuevas se vende el dólar a 4,94 pesos y en ciertas operaciones con el exterior hasta 5,30 pesos.

En diciembre parecía evidente la aplicación de un ajuste drástico, porque el sistema de subsidios y tarifas es insostenible. Sin embargo, tras la tragedia de Once, que marca a fuego los primeros meses del actual mandato, se dio marcha atrás en todo sentido: ni se va el grupo Cirigliano, ni se sinceran un poco las tarifas. Solamente le pasan los subtes a Mauricio Macri, con la mitad de los subsidios.

En la voluntad de la Presidenta, el modelo sigue adelante. Para sostenerlo se agotarán los recursos. La reforma del Banco Central marcha en esa dirección que, aunque Mercedes Marcó del Pont lo niegue, es decididamente inflacionaria.

 El aislamiento

Hace pocos días el canciller Héctor Timerman rechazó las quejas de Chile, Perú, Colombia y México, que amenazaban con denunciar ante la Organización Mundial de Comercio las trabas que impone Moreno.
Casi en simultáneo con la queja de nuestros vecinos, el diario ABC, de Asunción, sentenció: “Argentina avanza arriesgadamente rumbo al aislamiento comercial, cuasi absoluto, en esferas del Mercosur y el resto del mundo, a juzgar por las primicias proteccionistas con que nos madruga día tras día el gobierno federal de Buenos Aires”.
El mismo periódico advirtió también que los otros dos socios del Mercosur, Uruguay y Brasil, “examinan formalmente la posibilidad de presentar en breve una protesta conjunta ante la OMC”. La fuente que cita el periódico es un documento interno del Mercosur.
La advertencia llegó con una contundencia extraordinaria: Estados Unidos , Australia, la Unión Europea (UE), Israel, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Noruega, Panamá, Suiza, Taipei, Tailandia y Turquía, entre otros países cuyas economías equivalen al 50 por ciento del PBI mundial, expresaron en Ginebra las “profundas preocupaciones” que despiertan la medidas restrictivas que tienen como ícono y ejecutor a Guillermo Moreno. Nadie defendió la posición Argentina y China -el segundo socio comercial de la Argentina- se declaró confiada en que “las medidas en cuestión sean temporarias”. Timerman fue fiel a su estrategia: a pesar de todo lo ocurrido, ratificó los controles, consideró que “los países del Mercosur, la gran mayoría de los países latinoamericanos, China, Rusia e India” no suscribieron la declaración”. Y agregó un párrafo difícil de entender: “Llama la atención que la iniciativa haya sido planteada por países que han aumentado sus exportaciones a la Argentina en un 25 por ciento superando su nivel de exportaciones promedio al resto del mundo y en un año en el cual la Argentina fue el país que más aumentó sus importaciones entre los miembros del G20, contribuyendo de esta forma a la recuperación económica de los países en crisis económica y financiera”.
Algún militante oficialista podría creer que existe un complot que incluye a Estados Unidos, México y Turquía para desacreditar a la Argentina, convertida al parecer en eje de la recuperación del mundo.
La verdad es que el Gobierno nacional tiene una estrategia y piensa seguir adelante. 

 

 

 

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