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Rosana volvió a meternos en su bolsillo

Sabado, 28 de abril de 2012 20:05
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Rosana Arbelo es simplemente Rosana arriba del escenario. La artista canaria no solo se despoja de su apellido cuando canta, también le pone la tranca a todo atisbo de divismo o veleidad. Esa exquisita sencillez, sumada a su voz arrolladora, a su carisma y a la efectividad de sus canciones, da como resultado, siempre, espectáculos inolvidables. Lo que pasó el viernes en el Teatro Provincial de Salta no fue la excepción. Ante una sala colmada, la intérprete de “No puedo estar sin ti” deshojó, con interesantes retoques, su nuevo disco “Buenos días, mundo”, un álbum con sonido bien “rockero”. Quizá para no “desentonar”, la artista se presentó con chaleco negro de cuero y jeans gastados. Luego de que en una pantalla gigante se proyectaran imágenes de una radio vieja, en las que una mano invisible intentaba atrapar alguna sintonía, Rosana rasgó los primeros acordes de “Mi trozo de cielo”, la canción que abre su flamante álbum. Le siguieron “Solo veo lo que siento”, “Con el día tonto”, “Tu cruz por la cara” y “Yo no te dejo marchar” (con aires de reggae). “Es un gustazo haber vuelto a Salta”, saludó la artista. A la primera tanda de estrenos le siguió uno “viejito” que levantó las primeras olas de brazos en alto, “Aquel corazón”. Y ahí nomás, enganchadito, “Soñaré”.
Alternó con otros nuevos, “Como un guante” y volvió a subir con otro clásico de su repertorio, “Para nada” y “Cambiar el mundo” (con introducción bien heavy).
“Les ha llegado la hora de cantar”, anunció Rosana, y le puso todo el sentimiento a “Te debo este sueño”. Luego siguió el tema que para muchos se convirtió en un himno a la esperanza “Llegaremos a tiempo”. Enganchó con otro bloquecito de temas nuevos: “Todo es empezar” y “Buenos días, mundo”. Hizo el amague de irse, la gente -como era predecible- la hizo volver. Sola con su guitarra enmudeció al teatro con la interpretación de “Tormenta de arena”. A capella volvió a lucir su talento interpretativo con “Donde ya no te tengo”. Casi finalizando el repaso del nuevo disco, sumó “Sentar la cabeza”. Luego, trocitos de “Contigo”, “El talismán”, “A fuego lento”, “No puedo estar sin ti”, “Pa’ ti no estoy”. El broche: “Mis queridas desgraciadas”, del nuevo CD. Y la promesa de un pronto regreso.

El dulce encanto de una extranjera

El carisma de Rosana merece un párrafo aparte. La cantautora canaria volvió a meterse en el bolsillo al público con su habitual simpatía y buen humor. Arrancó la noche contando chascarrillos sobre su concienzudo aprendizaje del dialecto local. “Ya entendí que acá no se dice ‘tener un día tonto’, sino ‘amanecí meada por los perros, los camellos o los elefantes’, según lo mala que se presente la jornada”, sostuvo. El diálogo con la gente fue incesante y osciló entre la arenga por palmas y coros, y las anécdotas divertidas sobre su vida de artista. Promediando el show se bajó del escenario y recorrió, cantando, las cuatro plantas del teatro, mezclándose entre los rostros asombrados, las palmaditas y las sonrisas de la gente.
Y para el final dejó una promesa: “Volveremos pronto, por varias razones: por vosotros, por las empanadillas y porque no hay dos sin tres”. Que así sea.
 

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