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Quién iba a imaginar que el changuito que jugaba en medio de la tierra en la escuelita Estrellas del Sur, de Rosario de la Frontera, pasaría a disputar la final del Torneo Internacional Bellizona, en Suiza, vistiendo la camiseta de Boca Juniors. ¿Quién dice que los sueños no se hacen realidad? El rosarino Maximiliano Padilla, gracias a su esfuerzo, vive hoy su gran sueño.
“Padi”, como lo llaman, es el tercero de los cinco hijos de un humilde matrimonio de la Ciudad Termal. Es jugador y capitán de la quinta división xeneize. Hoy jugará la final del Torneo Internacional de Bellizona contra Basilea, pero con la cuarta división, siendo el único de su categoría integrando el plantel xeneize en Suiza.
En el debut a Maxi le tocó estar afuera y su equipo empató 1 a 1, justamente contra el ahora finalista Basilea. “Mi papá me dice que no me ponga mal si no juego porque ya tendré la oportunidad”, explicó el rosarino. Y, fiel al consejo de su padre, no desesperó y jugó todos los partidos siguientes y su equipo consiguió triunfos: contra Queens Park Rangers ganaron 2 a 1 y ante Spartak Moscú se impusieron por 4 a 0. Ayer su equipo empató 0 a 0 contra el Corinthians, pero ganó 5-4 por penales.
Hoy será otro gran día para el pibe que a base de garra y sacrificio escribe su propia historia. Maxi, una promesa del fútbol salteño, mantiene su humildad y recuerda sus comienzos. “La verdad nunca me imagine que podría estar acá (entre risas), pero estas son las cosas lindas que tiene el fútbol y, como siempre digo, sin sacrificio no hay recompensa”, afirmó.