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Casi 80 millones de mexicanos asistirán hoy a las urnas para elegir al sucesor de Felipe Calderón, el actual presidente. Votarán con la certeza de que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, será consagrado presidente electo, según todas las encuestas, porque en México la primera magistratura se gana con mayoría simple de votos. Es decir, no hay segunda vuelta. El avance de la crisis económica y el desgaste de los rivales del PRI inclinarían la balanza en favor del histórico partido mexicano.
El balance económico del sexenio de Calderón ofrece más sombras que luces y un enorme punto negro: la desigualdad. La pobreza afecta a 52 millones de mexicanos, el 42% de la población, mientras que el 41% de la riqueza nacional está concentrada en las manos de tan solo el 10% de sus habitantes.
El crecimiento ha sido mediocre. Este año se prevé el 3,8% pero la media anual desde 2006 fue de tan solo 2,3% del PIB, muy por detrás de las economías emergentes que lo hacían al 6,5%. Aumentó el número de pobres en 12 millones, se ha expandido el sector informal que emplea a 14 millones de mexicanos casi el 30% de la población activa, lo que supone un récord histórico, y se ha mantenido la concentración del mercado en manos de los monopolios. En el lado positivo hay que destacar que Calderón sorteó en 2009 una gravísima crisis y que prepara su despedida con estabilidad financiera, enormes reservas y bajas tasas de inflación, deuda y déficit.
Quien se anunció cuando entró en Los Pinos como el presidente del empleo dice adiós como el presidente de la guerra contra el narcotráfico, un conflicto que además de su costo en miles de vidas humanas, ha tenido también su impacto económico.
Diversos estudios privados lo cifran en una pérdida cercana al 1,5% del PIB, principalmente en el sector turístico, pues la inversión extranjera se ha mostrado a prueba de balas y ha seguido fluyendo.
Un futuro incierto
El futuro económico de México dependerá en gran medida, según los expertos, del comportamiento de la economía de Estados Unidos y de la crisis global. Una desaceleración del gigante del norte y el agravamiento de la crisis europea tendrían serias consecuencias para este país a corto plazo. De hecho, la emigración a
EEUU se frenó por primera vez en 2011 y las remesas de los casi 12 millones de mexicanos que viven al norte del Río Grande suponen 24.000 millones de dólares. México también tendrá que mirar al sur, concretamente a Brasil, cuyo milagro económico despierta deseo de emulación pero también envidia, y con quien ha entrado en competencia en varios sectores como el automotriz.
Los candidatos a la presidencia han convertido sus programas electorales en una suerte de carta a los Reyes Magos prometiendo pensiones para todos, seguridad social universal, bajar el precio de la luz y los carburantes, la generalización de los créditos para vivienda, la creación de millones de empleos e incluso llevar fibra óptica hasta el último rincón del país sin explicar cómo.