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El título de este artículo pertenece a una publicación firmada por José María Iribarren, que desarrolla con la siguiente explicación: “Sentido, origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España. Con otras muchas curiosidades”. Lo hizo público la Editorial Aguilar, con dos tomos, al menos con cuatro ediciones, de las que tengo en mis manos la de 1974, gracias a la generosidad de un asiduo lector, cuya copia me facilitó.
Por lo tanto -salvo que hubiera un pedido de los lectores que fuera de mayor urgencia-, a partir de esta fecha procuraré ir dando a conocer los más interesantes, utilizados por los hablantes de América y, en especial, de Argentina. El objetivo: que los lectores tengan una información sobre su procedencia, sentido y otras cuestiones. Muchos de nuestros refranes y decires tienen su origen en España y aquí adquirieron su personalidad con algunos cambios. Por ello me basaré en otro libro, al que he citado algunas veces, escrito por Héctor Zimmerman, titulado “Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato”, publicado por Aguilar, Buenos Aires, en 1999.
Los invito, entonces, a recorrer sus páginas, informándonos sobre palabras y dichos que tenemos a flor de labios, sobre los cuales, muchas veces, desconocemos su origen y motivación.
“Mearse fuera del tiesto”
Este dicho, que al menos en Argentina se fijó como “Mear fuera del tarro”, significa salirse de la discusión; decir o hacer un despropósito, según el autor citado en primera instancia. “Tiesto” -aclara el mismo-, que en muchas regiones españolas es sinónimo de maceta de barro cocido en la que se plantan flores (aquí preferimos maceta), en Castilla equivale a “orinal”, según el Diccionario. La imagen con la que se expresa el concepto que nos ocupa, quizá no es la mejor en lo que respecta al buen gusto. Sin embargo, con ella se da a entender adecuadamente cuando alguien realiza algo totalmente fuera del lugar y del tiempo oportuno. Esto sobre todo, cuando se opina sin tener el mínimo conocimiento de lo que se habla. Hay otro dicho similar, entre nosotros, que se refiere a esto: “Estar guitarreando” o “guitarrear”, en el sentido de hablar sin fundamento, sin conocer a fondo las razones de lo que se dice. “Dejá de guitarrear”, invitamos a alguien que se refiere a algo con la evidencia de que no conoce sobre ello.
Prometer el oro y el moro
Un dicho muy español, que se sitúa en el largo período caracterizó por la invasión arábiga -moros los llamaban, por el color de piel-, ha sido definido por el “Diccionario de autoridades (1726-39)” como “frase irónica para ponderar el engaño de alguno que se cree le han de dar alguna cosa grande, o la estimación en que tiene alguna cosa que da o que posee”. Se refiere a “ofrecer cantidades o ganancias considerables y, por lo común, más exageradas que positivas”. Sobre el origen del dicho, Iribarren informa que la expresión proviene de “Querer el oro y el moro”, la cual a su vez se basa en algo que ocurrió en Jerez, en 1426. Allí, en una batalla, unos jerezanos habían tomado prisioneros a cuarenta moros, dirigidos por Abdalá. Este negoció y consiguió su libertad, y la de su sobrino, a cambio de una fuerte suma de dinero. El rey Juan II, entonces, exigió a sus captores que los liberaran. Sin embargo, los jerezanos no quisieron dejarlos libres, lo que originó una larga disputa en la corte en la que se discutió mucho sobre el “oro (el pago que se exigía)” y el “moro (los cautivos que estaban en disputa)”. De allí nació el dicho de que “el rey quería el oro y el moro”.
Camisa de once varas
“Meterse en camisa de once varas” es otra frase nacida en España, pero bastante empleada por nosotros, salvo por parte de los más jóvenes que, probablemente, ni la conozcan ni, consecuentemente, la usen. Se refiere a que alguien se inmiscuye en asuntos que no le corresponden. Según Iribarren, pareciera que esta expresión se origina en una ceremonia que se practicaba en la Edad Media para adoptar a alguien como hijo. Para ello, el padre que lo adoptaba metía al adoptado por la manga, muy holgada, de una camisa y lo sacaba por el cuello de la misma y, cuando salía, le daba un fuerte beso en la frente. A veces, algunas de estas adopciones no resultaban muy exitosas para el adoptado, por lo cual se aconsejaba al hijo que pretendía que lo adoptaran, que “no se metiera en camisa de once varas”, o sea, que no se dejara adoptar por nadie porque se presumía que dicha adopción no iba a ser buena para él. En cuanto a la expresión “once varas”, alude al número “once” indefinido, que significa “muchas”, dando a entender que se trataba de una camisa muy larga.
Según J. Ribeiro, en su libro “Frazes feitas (frases hechas)”, en portugués, “meter-se em camiza de once varas” significa correr y afrontar un gran peligro. Se refiere al “coco (cuco, entre nosotros)”, que se menciona a los chicos para hacerlos asustar.
Poner los puntos sobre las íes
Esta frase es bastante conocida y utilizada por adultos. Quizá muchos chicos no la conozcan; sin embargo, más de uno seguramente la tendrá en cuenta, al habérsela oído a sus padres. Con ella se da a entender que una persona es demasiado puntillosa y prolija aun en aquellas cosas menos importantes. Según el “Diccionario de modismos” de Ramón Caballero, se refiere a “concretar, determinar, acertar, sintetizar, por lo común con daño o contrariedad para alguno”. Explica el autor que el hecho de agregar el punto sobre la “i” minúscula se remonta al siglo XVI. En ese tiempo, cuando se usaba la escritura gótica, era muy fácil que dos íes (ii) se confundieran con una ‘u’; para evitar esta confusión se adoptó la costumbre de colocar arriba de esta letra una tilde o virgulilla, uso que se extendió, fijándose, finalmente, como un punto sobre ella. Algunos estaban de acuerdo con esta medida, pero a otros les pareció exagerada. Por eso, la acepción original de esta frase era “ser excesivamente prolijo” o esmerado al extremo. Sin embargo, la más corriente es “concretar, poner en claro las cosas, decir lo que hasta entonces nadie había dicho”.
Continuamos comentando sobre estos dichos la semana próxima.