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El 16 de noviembre los judiciales celebran su día, en especial, los empleados de ese sector. No puedo dejar pasar esta fecha sin referirme a ese inmenso trabajo que implica, de un modo fundamental, el buen manejo del idioma, aunque sea en una jerga especial. Por ello deseo, en esta nota, dedicar un sentido homenaje a quienes, en esa mole de cemento llamada Ciudad Judicial, desempeñan sus tareas. Desde el Presidente y la Corte, pasando por los jueces y abogados, y empleados en general, hasta el personal de Servicio quienes, en trabajo coordinado y solidario, hacen posible -con todas las virtudes y defectos, por supuesto- la marcha de la Justicia para la sociedad.
Y no encontré mejor forma de hacerlo que apelar a un valioso escrito de un miembro prominente de ese colectivo, dueño de una pluma excepcional pero, lamentablemente, relegado a su entorno, con toda su valía en el empleo de la lengua, con un exquisito manejo de la ironía y del juego de palabras. Me refiero al Juez Alvaro Figueroa Castellanos quien, a pesar de su modestia, me autorizó a usar su texto, al que titula de la misma manera que el epígrafe de este artículo. Por tanto, lo transcribo textualmente.
“Pese a haber llenado los requisitos para recibirme de abogado, en la Universidad Nacional de Córdoba (y en nadie sabe cuánto tiempo), no me gusta ser llamado "hombre de derecho'. Preferiría que me dijeran "hombre de derecho y de izquierdo', denominación que considero más abarcadora y completa, pero que, aun así, encubre imperdonable discriminación de mis queridas colegas del bello sexo, que son la representación palpable de que el derecho es divino... y el izquierdo, también.
El Derecho se actúa a través de los Tribunales, llamados también Justicia. Ambos se vinculan con las actividades más diversas. Por ejemplo, con la medicina, cuando se designa un curador; con la construcción, cuando se revoca una sentencia; con los Estados Unidos, si se revoca una providencia por contrario imperio; con la industria textil, cuando se discierne una curatela, o con la automotriz, cuando se llaman autos (a propósito: cuando comencé mi carrera judicial, y siendo un muchachito algo distraído, me dice la Dra. Maidana: "Secretario, llame autos', y le contesto: "¿Taxi o remís, Dra.?').
La actividad tribunalicia está, también, vinculada al deporte. Con el golf, cuando se gana "de puro hoyo'; con la natación, cuando los jueces nos sumergimos en la Fuente del Saber (y salimos completamente secos); con el ciclismo, cuando un abogado hace la bicicleta; con el pato, del 15 al 30 de cada mes; con el patín, cuando resbalamos en nuestros propios errores; con el tenis, cuando trabajamos hasta los "Sabattini', y con el automovilismo, cuando un fiscal se hace el Fangio o una secretaria se hace las Lole... Los Tribunales se relacionan, también, con el fútbol: cuando alguien denota vasta experiencia, se dice que tiene mucha Gimnasia; se reprende a algún abogado que se va de Boca; la Justicia trata de ser Independiente y nuestro Código mayor fue escrito por Vélez Sarsfield.
Quiero, ahora, realizar una defensa de la Justicia, frente a ciertos ataques que se le realizan. Se dice, por ejemplo, que es lenta. ¿Nadie se dio cuenta, acaso, de que es ciega? Y que tiene una balanza en una mano y una espada en la otra. ¿Alguien de Uds. hizo la prueba de caminar así y, encima, rápido? Y, además, ¿cómo no va a ser lenta la pobre, si la jurisprudencia se le sienta, lucha contra la carga de la prueba, las litis se le traban y soporta el peso de la Ley?
También debe tenerse presente que le cuesta ser eficaz, si los mejores jueces son los que más fallan; el personal hacer Ferias; los Juzgados se declaran incompetentes y las juezas son unas inhibidas.
No puede, tampoco, ser sobria. Cuando un juez está de vacaciones, se dice "está en Cuba'; cuando se ocupa de un caso, se habla de que "se está abocando'; si no se ocupa, los expedientes se le van añejando y, cuando hace una interpretación textual, se dice que fue "pedem literae'.
A la Justicia también le cuesta ser limpia. No se sorprende a nadie "in fraganti', las tasas se abonan, los testigos hacen sus deposiciones, los peritos evacuan sus informes y, en la Instrucción, se dice a cada rato "lo supedito'. En cuanto a la figura de la excusación, cabe recordar que, cuando las partes han aceptado el alejamiento del juez natural, ya no pueden volver al excusado...
Tampoco le es sencillo ser seria. Hay plazos de gracias, pasantes de pluma, acciones "rem verso', hijos putativos, contratos a la gruesa y concursos de delitos. Las deudas se condonan, las etapas procesales son consentidas, el Código Civil habla de los muebles, las demandas se acogen y, en ocasiones, algunas funcionarias son desinsaculadas.. Además, los jueces, para fundar un fallo, hacen citas y, cuando los ascienden, van con la Alzada. Lo que es peor, casi rayano en la procacidad, es el tema de los fallos que, cuando son muy buenos, se mandan introducir en los anales. Peor aún si lo que se introduce es el disco rígido (menos mal que no hay que introducir la espada! Ni la balanza...).
Hablando de esto, cabe recordar que la cuestión debe introducirse oportunamente, teniendo en claro que, de lo que no se introduzca, ya no se puede hablar más. De ahí, se pone en movimiento el proceso y, una vez que acaba, se debe esperar un lapso para que comience otro... rogando que nadie oponga excepción de espera y que la cosa no quede juzgada. Si eso ocurriera, quedaría para el exhorto...
Dejo para el final una reflexión que me obsesiona. Los jueces debemos preservar el debido proceso; debemos preservar la igualdad de las partes; debemos preservar la buena fe; debemos preservar la celeridad; debemos preservar la concentración... Todo, tratando de no convertirnos en unos preservativos!! Firmado: Alvaro Figueroa Castellanos.
Nota: el autor se reserva todos los derechos. Y los izquierdos. Sus amigos pueden leer, comentar, ponderar, admirar y hasta reírse, si lo creen necesario. Sus amigas, si quisieran hacer la reproducción, deberán ponerse en contacto con él”, culmina el increíble escritor.
Y, como postre de esta divertida (pero, no por ello, menos seria reflexión), quiero regalar a mis lectores su poesía titulada “Visón [que no visión] de género” leída, hace unos años, en un congreso de juezas, en Salta.
“Varios meses atrás, una mañana, / de la Corte me mandan invitar; / reuniones de mujeres prominentes / me preguntan si gusto moderar. // Interrogo por el nombre del evento / pa' saber qué les debo contestar; / me informan que se cuentan por docenas / las chicas de labor jurisdiccional. // Que habrá que mirar los curriculum, / que medir el nivel intelectual; / preguntar si son gente de carrera / y cuál es su perfil vocacional. // "Es de género la visión, ya ti lo i' dicho, / por favor, no volvás a preguntar'. / Es la audacia de Cristina la culpable de que ahora yo me ponga a meditar. // ¿Cuál será la Justicia que se viene, / consecuencia de este cónclave fugaz; el papel que el futuro le reserva / al conjunto de muchachos de mi edad? // Yo les traigo un enfoque de optimismo, / un mensaje de total tranquilidad: / una norma de cupo masculino / que se debe muy pronto sancionar. // O salir con coqueta magistrada, / que demuestre un relieve singular; / que nos mire, nos cuide y nos mantenga / y nos dicte sentencia sin fallar...”.