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Los recientes resultados electorales han provocado un cataclismo que, afortunadamente, pondrá fin a un largo ciclo de decadencia en donde la política era asunto reservado a aparatos alimentados por ingentes cantidades de dinero. Estamos, pues, ante un momento de “destrucción creativa”.
Quienes cultivan aquella forma degradante de la democracia aparecen perplejos: Unos hablan de “voto bronca”, para minimizar el avance del Partido Obrero. Otros aluden a una conjetural preocupación de Gemes ante un Intendente que no se disfrace de gaucho. Están también aquellos que se entusiasman creyendo que los salteños buscan sólo buenos gestores para reemplazar a los ineficaces que llevan hoy las riendas de la Provincia.
A su vez, los alicaídos principistas -radicales o peronistas- pregonan regresar a “las esencias” abandonadas por impostores y beneficiarios de consensos basados en innobles repartijas. Este panorama se completa con los que propugnan mantener el rumbo conservador, pero añadiéndole transparencia y apego a la Ley.
En cualquier caso, el reciente pronunciamiento ciudadano plantea un enorme desafío a los salteños que, ahora, estamos convocados a debatir ideas, a formular programas, a reconstruir una fuerza centrista que deberá ser republicana, constitucional y social. Sucede que las urnas revelaron la crisis del clientelismo y los límites de las campañas lujosas centradas en la propaganda, tan beatífica y monótona como engañosa, que promete “trabajo, salud y educación, viviendas para todos”.
Los salteños están cansados de la inseguridad, del desempleo y de la inflación, pero exigen además respuestas en materia de educación sexual, de violencia doméstica y de embarazos de adolescentes. Piden acabar con el trabajo en negro y reclaman mejores condiciones laborales. Quieren que se detenga el tráfico de droga y que se creen mecanismos de ayuda para las víctimas del paco. Necesitan respuestas frente a la ola de accidentes de tránsito, al machismo, a la escasez de agua, a la contaminación de los ríos, al aumento exponencial de los impuestos. Reivindican más espacios verdes y protección de bosques y cerros, mejoras en el sistema cloacal y en la recogida de basuras. Exigen republicanismo, autonomía y control del Gobierno. Demandan información y espacios para el voluntariado.
Las emergentes mayorías rechazan esta Salta en donde las oportunidades están reservadas para los amigos del poder. Rehúsan una Salta devenida en jungla, que crece a golpe de guetos, de barrios cerrados y de mono-bloques que alimentan la burbuja inmobiliaria.
¿Fragmentación o cohesión?
Los ciudadanos han dicho basta al modelo de “ciudad clasista”. No quieren más las políticas a través de las cuales el actual Intendente favoreció la especulación y destruyó el casco histórico. Su ideario, compartido por el Gobernador, ha venido como anillo al dedo a los que maniobran para elevar el precio de los terrenos y destinarlos a la edificación de altura, y a extravagancias arquitectónicas propias de rastacueros.
Los resultados electorales de la Capital permiten concluir que los salteños han castigado a una gestión que permitió cualquier abuso urbanístico, que desarticuló la inspección municipal, y que amnistió a los infractores permitiéndoles consolidar ilícitas ganancias.
Todo indica que, gracias a su nueva composición, el Concejo Deliberante de Salta revisará ordenanzas, arrumbará aquel modelo de “ciudad clasista”, y forzará el abandono de las políticas que condenan a las personas de escasos recursos a malvivir en asentamientos o en favelas.
Este giro reclama que las fuerzas receptoras de los votos del descontento se sienten a dialogar, a construir acuerdos, respetando, claro, el pronunciamiento de las urnas.
Pereyra Rozas y Loma Balcón
Si bien hay consenso sobre la expropiación de la finca “Pereyra Rozas”, emerge un gran conflicto -en el que se juega el futuro de nuestra ciudad-, centrado en el modo de urbanizar estas 80 hectáreas.
Están en liza dos posturas: Mientras los actuales gobernantes quieren reservar esos terrenos para personas de ingresos altos y medios, el Partido Obrero propone eliminar la discriminación económica y permitir que allí se construya una mini ciudad mixta, mestiza, en donde -como ocurrió en nuestro inmediato pasado- coexistan armónica y pacíficamente todas las clases sociales.
Ha llegado la hora de dejar de lado la ominosa política que condena a los pobres a vivir marginados, en áreas sin servicios esenciales, pendientes de las dádivas de los gobernantes de turno. Esta práctica, que niega los derechos fundamentales, es -además- caldo de cultivo de violencias y destruye personas y familias.
Es bueno señalar, para cerrar esta nota, que la nueva mayoría del Concejo Deliberante tiene la oportunidad de archivar el proyecto de urbanizar la reserva ecológica de la Loma Balcón, impidiendo que sus 3.000 hectáreas caigan bajo las garras de los especuladores y sucumban a los devaneos fundacionales de los que acaban de perder estrepitosamente la hegemonía en la Municipalidad de Salta, pese a sus oportunistas invocaciones a Juana Azurduy y sus denuestos al Virrey Toledo.