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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Duro documento de la Iglesia por el avance del narcotráfico

Sabado, 09 de noviembre de 2013 02:06

Un duro llamado de atención a la dirigencia política y social lanzó ayer la Iglesia, tras advertir sobre el avance del narcotráfico en Argentina, a la vez que criticó la “ausencia del Estado” tanto para atender a los adictos como para desarticular a las “mafias” vinculadas a la droga. Trazando paralelismos que asustan, los máximos referentes del Episcopado nacional aseguraron que el país corre el riesgo de tener una situación similar a la de México y Colombia, donde los crímenes vinculados a los carteles de la droga son cosa de todos los días, y denunció que “a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y corrupción de algunos dirigentes”.

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Un duro llamado de atención a la dirigencia política y social lanzó ayer la Iglesia, tras advertir sobre el avance del narcotráfico en Argentina, a la vez que criticó la “ausencia del Estado” tanto para atender a los adictos como para desarticular a las “mafias” vinculadas a la droga. Trazando paralelismos que asustan, los máximos referentes del Episcopado nacional aseguraron que el país corre el riesgo de tener una situación similar a la de México y Colombia, donde los crímenes vinculados a los carteles de la droga son cosa de todos los días, y denunció que “a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y corrupción de algunos dirigentes”.

Tras esta evaluación del panorama, los obispos reclamaron tomar medidas urgentes. “Si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes, costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez más espacio”, aseveró el presidente de la Comisión de Pastoral Social, el obispo Jorge Lozano, al leer un texto titulado “El drama de la droga y el narcotráfico”.

En el texto se pone énfasis en las sospechas que hay en la sociedad de que los miembros de las fuerzas de seguridad, funcionarios de la Justicia y políticos colaboran con esos grupos mafiosos vinculados a la droga.

Al respecto, Lozano alertó que “la Argentina está corriendo el riesgo de pasar a una situación de difícil retorno. Pero no es verdad que nada se puede hacer”, agregó.

El texto fue consensuado por casi un centenar de obispos que participaron en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de la localidad bonaerense de Pilar, de la 106 Asamblea Plenaria del Episcopado argentino.

Más cuestionamientos

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, cuestionó que se haya hecho “poco y nada” pese a que la Iglesia viene alertando hace años sobre esta realidad y reclamó que esta problemática sea “asumida políticamente y sea prioridad en la mesa política, por las consecuencias que tiene. Es necesario ponerlo en un lugar destacado, porque no es un tema secundario”, subrayó. Además, alertó que “ya no somos un lugar de paso, sino de consumo”.

En la declaración, la Iglesia reclamó políticas públicas de corto, mediano y largo alcance, al recordar que perseguir el delito “es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado”.

Los obispos expresaron también su preocupación por la desprotección de las fronteras y por la demora en dotar de adecuados sistemas de radar a las zonas más vulnerables. Y lamentaron que el organismo estatal a cargo del tema, la Sedronar, se encuentre acéfalo desde hace meses.

LA OPINIÓN 

solo les falta la alfombra roja

POR HUGO KRASNOBRODA, [email protected]

Lo que dice la Iglesia no tiene nada de nuevo, El Tribuno lo publicó en infinidad de ocasiones. En Argentina el narcotráfico hace años que tiene una de sus sedes más rentables de la región y, a su vez, hay una pésima política para la reinserción de los adictos. Esa combinación, representada crudamente en el aumento de los homicidios vinculados a la droga y en la inexplicable acefalía del Sedronar, provoca el escenario ideal para que el crimen organizado pueda actuar con una impunidad que asombra.

El hecho más paradigmático en todo esto, seguramente, es el del organismo que debe luchar contra el narcotráfico y que no tiene conducción hace meses. Esta es la señal más transparente de las prioridades reales que tiene el Gobierno nacional, aliado a sus gobernadores adictos que hacen la vista gorda, para ganarle la batalla a un flagelo que está destruyendo generaciones enteras. Si a eso se le suma que las fronteras son literalmente coladores, donde pasa gente de un lado a otro y ni siquiera es registrada en un papel, el resultado no puede ser otro que el que está a la vista.

Los pocos radares que existen funcionan mal. La Gendarmería se fue de la frontera para cuidar el tránsito a Buenos Aires. El Ejército, su reemplazo en las zonas más calientes del país, no tiene poder de policía y no queda del todo claro para qué está. Escasean los centros de rehabilitación y la mayoría de los adictos termina siendo otra vez carne de cañón para los dealers.

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