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Llegar a la localidad de La Poma, a unos 230 kilómetros de Salta capital, es acceder a uno de los paisajes naturales más singulares que puede ofrecer la provincia. A siete kilómetros de La Poma, se ubica el paraje Puente del Diablo, donde el río Calchaquí se sumerge en una cueva calcárea que se extiende por 111,47 metros, con un desnivel de profundidad, entre la entrada y la salida del río, de 1,50 metros.
Se trata de un paisaje interior que la naturaleza del río fue construyendo a lo largo de miles de años, con una fauna propia y colores que no pueden encontrarse en otra parte. Los viajeros pueden acceder en vehículo hasta el borde de la parte superior de los barrancos formados por el río Calchaquí. Luego, debe bajar una caída de 14 metros, para llegar al techo exterior de la caverna. Desde allí se puede penetrar a la caverna ya sea por la entrada o la salida del río.
El terreno fue erosionado por el viento que corre “encajonado” por los barrancos, y por los escurrimientos del agua de lluvia. El río, por su parte, disolvió y erosionó el horizonte calcáreo formando la caverna. Helictitas y estalactitas son algunas de las formas que sorprenden a los que in ingresan a las cuevas.
¿Entramos?
La caverna cuenta con dos galerías “fósiles” en los niveles superiores, de la cual la inferior permite el acceso a la galería principal por donde corre el río, aunque es más fácil continuar hasta el lecho del mismo y penetrar con él a la caverna. La temperatura del agua puede llegar a los de 12§C dentro de la caverna. Otro factor a tener por el visitante, es el caudal del río que puede llegar a empujar bastante ya que la entrada, por ser angosta, aumenta la fuerza de arrastre y por ello se debe prever algún cabo de seguridad para evitar caídas y golpes.
En el primer sector de la caverna podemos encontrar una sala amplia donde se puede estar de pie. Luego hallamos un desnivel provocado por una pequeña cascada, que da a un segundo sector donde la sala se ensancha y desciende la profundidad del río. Hay varios remansos donde se acumula una arena fina poblada de cangrejos.
Cangrejos de las pinzas
Debido a algas fotosintéticas, desde este punto el agua toma una tonalidad verde. Las algas y la materia que arrastra el río, son aprovechadas por pequeños cangrejos que se agrupan en los remansos y se trasladan enganchados unos a otros.
Pequeñas arañas, hormigas, moscas y ácaros completan la fauna del medio ambiente que creó el río en su paso. La sala continúa angostándose hasta transformarse en una galería de un metro de ancho y mayor profundidad del agua, que en algunos tramos llega hasta el pecho del visitante. En algunos sectores la altura del techo baja hasta obligarnos a hacer el recorrido de cuclillas. Ya la zona de salida se amplía formando una sala donde nuevamente el río pierde profundidad y gana la superficie. Afuera de la caverna se debe subir una pared con un desnivel de 3 metros y se vuelve a acceder al techo exterior de la cueva.
Durante años, la gente temía del lugar. Hoy es atracción turística.
Aunque aún se debe desarrollar una infraestructura que soporte el impacto del turismo y facilite el acceso de los viajeros, la propuesta a las que no enfrenta la existencia de esta cueva, es sin dudas singular y convocante. En un pequeño tramo de un poco más de cien metros, podemos encontrarnos con los paisajes interiores de la geología de nuestra región.
Estalactitas, estalagmitas y otras formas indescriptibles, son el escenario de esta aventura que está a disposición de los viajeros, a cinco horas de viaje desde Salta Capital. Una promesa, que debería crecer con el tiempo y el esfuerzo. Hay otros lugares impresionan tes en La Poma, como los silos incaicos para guardar semillas.