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Polémica por los cardenales que elegirán al nuevo papa

Martes, 19 de febrero de 2013 21:19
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La presencia de varios cardenales acusados de haber tratado de ocultar casos de clérigos pederastas, uno de ellos de Los Angeles, Roger Mahony, ha levantado una oleada de críticas, que ha llevado a la revista católica “Famiglia Cristiana” a preguntar a sus lectores si consideran oportuna su presencia.

“Da tu opinión: Mahony, sí o no en el cónclave”, pregunta el semanario de la Sociedad de San Pablo en la portada de su último número, que abre con el gran titular: “Cónclave, estalla el caso Mahony. El cardenal acusado de casos de pederastia estará entre los que elegirán al nuevo papa. En EEUU se pide que renuncie al cónclave”.

“Por supuesto que no”, “no es digno de su cargo”, “hay que evitar que participe”, son algunas de las respuestas que dan las decenas de lectores del semanario católico a la preguntas, a la vez que resaltan la necesidad de que la Iglesia de “nuevas señales” de que sigue las indicaciones de Benedicto XVI de “tolerancia cero” contra la pederastia.

El 31 de enero, el arzobispo de Los Angeles, José Gómez, destituyó a Mahony, prelado jubilado de esa archidiócesis, de todos sus cargos por no haber denunciado algunos de los centenares de casos de abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes y por la mala gestión de los mismos.

Mahony ha dado a entender en su cuenta de Twitter que tiene intenciones de participar en el próximo cónclave y ha escrito: “vuestras plegarias son necesarias para que podamos elegir el mejor papa para la Iglesia de hoy y de mañana”.

La asociación estadounidense “Catholics United” ya pidió que el purpurado no participe y en esa misma línea se pronunció Kristine Ward, representante de la asociación de víctimas de curas pederastas “National Survivor Advocates Coalition”, que exigió al Vaticano que impida la participación de Mahony.

Pero Mahony no es el único. También está el primado de la Iglesia de Irlanda, Seán Brady, de 74 años. En marzo de 2010, los medios irlandeses revelaron que en 1975, cuando era sacerdote, Brady estuvo presente en dos reuniones en las que se pidió a dos niños víctimas de los abusos del cura Brendan Smyth (fallecido en 1997, uno de los más conocidos curas pederastas del país) que hicieran un voto de silencio.

Brady reconoció el hecho y dijo que no alertó entonces ni a los padres ni a las autoridades civiles sobre los abusos porque participó en aquella investigación en calidad de administrativo, “solo para tomar notas e informar a sus superiores”.

El cardenal expresó su arrepentimiento y señaló que había el nombramiento de un obispo coadjutor que le ayudara “a desarrollar el vital trabajo de curación, arrepentimiento y renovación, incluido el contacto con los supervivientes de abusos”.

El Papa defendió el celibato a rajatabla

Por Juan Lara (Analista Agencia EFE)

Benedicto XVI ha defendido el celibato sacerdotal y mantenido cerradas las puertas del sacerdocio a los homosexuales, pero ha concedido más dispensas que su predecesor a clérigos para que se casasen.

Joseph Ratzinger siempre ha reafirmado el “valor del celibato sacerdotal según la tradición católica”, pero en el libro “Luz del mundo”, de Peter Seewald, afirmó que si un cura vive con una mujer y desea casarse “lo mejor es que se casen” y abandone el sacerdocio.

Según el Papa, el problema de fondo es la sinceridad y el respeto hacia el otro y en aras de ello hay que evitar las mentiras y la ocultación de la situación.

Las palabras del Papa, según los observadores vaticanos, demostraron una mayor disposición a conceder las dispensas a los sacerdotes que querían colgar los hábitos y casarse, tras la rigidez de Juan Pablo II.

Tras el Concilio Vaticano II, durante el papado de Pablo VI, cientos de sacerdotes en todo el mundo colgaron los hábitos y disminuyeron las vocaciones sacerdotales.

Juan Pablo II aprobó en 1979 una normativa, considerada muy rígida, y que supuso un freno a la concesión de las dispensas a los sacerdotes.

Ya el papa Wojtyla dijo en aquellas fechas que no se podía considerar la dispensa como un derecho que la Iglesia católica tenía que reconocer de manera indiscriminada.

Según fuentes eclesiásticas, todos los años llegan al Vaticano 1.200 peticiones de dispensas sacerdotales y se concede una media de 500.

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