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Con estos dos gestos cargados de simbolismo, Francisco comenzó oficialmente su ministerio como pontífice número 266 de la Iglesia católica, una religión que profesan 1.200 millones de personas en todo el planeta.
Un sello personal
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita de la historia, dio ayer el puntapié inicial a su pontificado con una multitudinaria misa en la Plaza San Pedro, ante líderes políticos y religiosos de todo el mundo, y una marea humana de fieles, muchos de ellos argentinos.
El argentino Jorge Bergoglio buscó imprimirle su sello personal a la ceremonia, en la que se le colocaron los símbolos del pontificado: el palio y el anillo del Pescador, fabricado en plata dorada y no en oro, como era tradición hasta ahora en el Vaticano.
Antes de la misa el papa recorrió durante 20 minutos la plaza San Pedro, colmada de gente, a bordo de un jeep blanco descubierto, saludando en varias oportunidades a niños y especialmente a una persona discapacitada que se encontraba junto a su familia.
Orar en la tumba de Pedro
La celebración comenzó en el interior de la Basílica, donde Francisco oró ante la tumba de San Pedro, el primer papa, y luego -junto al colegio cardenalicio- se trasladó al exterior, donde comenzó la misa, que duró menos de 2 horas tras ser acortada en algunos tramos.