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El Pontífice saludó, en primer lugar, a la presidenta argentina Cristina Fernández Kirchner, con quien ya se había reunido el lunes y almorzaron en la Casa de Santa Marta. Quienes pegaron el faltazo fueron el presidente uruguayo José Mujica y su esposa. La primera dama de Uruguay, Lucía Topolansky, afirmó que ni su esposo, el presidente, ni ella asistieron a la asunción del papa Francisco porque no son católicos y porque su país es “absolutamente laico”.
Por otra parte, anécdoticos fueron los breves pero contundentes encuentros que mantuvo con algunos de los líderes latinoamericanos.
Por ejemplo, la esposa del presidente chileno, Sebastián Piñera, le pidió que le bendijera varios rosarios. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, que acudió con su madre, le mostró una foto de familiares para que también la bendiga. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, que concurrió con su esposa y sus dos hijas, le regaló un solideo blanco.
También charló con el presidente de China, Ying-Jeo Ma, y su esposa. Las relaciones entre China y el Vaticano son delicadas porque el gobierno chino nombra obispos que no han sido aprobados por la Santa Sede. Además, el Pontífice saludó a un cardenal de Taiwán y tuvo ocasión de encontrarse con el presidente de Irlanda, Michael Higgins, que no tiene representación diplomática en el Vaticano.