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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Lo mejor y lo peor en 10 años de modelo K

Sabado, 25 de mayo de 2013 21:17

Sintetizar en una singularidad lo mejor y lo peor de la década del gobierno es doblemente difícil: por lo dilatado del escenario temporal y por la objetividad, siempre esquiva.

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Sintetizar en una singularidad lo mejor y lo peor de la década del gobierno es doblemente difícil: por lo dilatado del escenario temporal y por la objetividad, siempre esquiva.

Así, desde la subjetividad de una pluma que intentara ser justa, indicar que fue lo mejor de la década, sin dificultades ni vacilación puede señalarse como lo mejor a la inversión realizada en educación . Para elegir lo peor, tampoco hay vacilación: el injustificable abandono sufrido desde 2003 por el Ferrocarril Belgrano Cargas, por sus letales efectos en toda la región norte del país.

Se han obviado para este balance en singular, temas legislativos e institucionales, conductas personales y acciones opinables ocurridas en el campo de la discrecionalidad administrativa.

Volviendo al mejor logro del gobierno nacional en la década, se elige la inversión en educación por haberse alcanzado un porcentual del producto bruto nacional que superó todos los índices precedentes. Esa inversión en capital humano pasó del 4% en 2003, su punto más bajo en la década, a 6,4% en 2009; esto se obtiene sumados los presupuestos nacionales y provinciales destinados a educación, ciencia y tecnología. En 2005, la Ley de Financiamiento Educativo fijó como objetivo para el año 2010 destinar el 6% del Producto Bruto Interno para educación, esa meta en 2009 ya había sido alcanzada aunque al año siguiente bajó al 5.6 % del PBI.

El aumento de inversión en educación previsto por la ley para el quinquenio 2006 - 2010, esfuerzo fue un esfuerzo conjunto realizado por Nación y provincias para garantizar la igualdad de oportunidades de aprendizaje, la calidad de la enseñanza y fortalecer la investigación científico-tecnológica, entre otros objetivos. Se logró cumplir con la primera parte de éstos, aumentar los presupuestos educativos, pero no se logró en cambio una mejora sustancial en la calidad educativa. Conforme señalaba la CIPPEC “la estructura social desigual e injusta que se mantiene en nuestro país impacta inevitablemente en el desarrollo de las políticas educativas”. No obstante, el país había logrado ascender del puesto 81§ que tenía en 2004 al puesto 19§ en 2010, en el ranking mundial de inversión educativa con relación a la riqueza de los países. Pero la ley no logró revertir las brechas existentes entre las provincias, producto de la desigual disponibilidad de recursos fiscales. Un ejemplo: según un informe de la CIPPEC en 2010 Tierra del Fuego invirtió anualmente $17.213 por alumno del sector estatal, mientras que Salta sólo invirtió $3.276.

A pesar de ello, puede señalarse que fue lo mejor del modelo. Educación es futuro.

Para elegir lo opuesto, lo peor de la década K desde una mirada regional se desemboca indefectiblemente en el transporte ferroviario. Si la política ferroviaria en general fracasó, y mucho, en el caso particular del Ferrocarril Belgrano Cargas su elección no exige mayores argumentos, el NOA vio y vivió el deterioro del servicio que lo llevó casi a la extinción. Existe aquí suficiente prueba de las muchas promesas recibidas y del nunca jamás de las cumplidas.

Como si no fuese suficiente, el gobierno lo acaba de confesar, públicamente, hace poco más de cien horas en el Boletín Oficial de la Nación, al publicar el Decreto de Necesidad y Urgencia N§ 566/13, ya en vigencia, en cuyos considerandos se autoincrimina con respecto a la mala gestión y peor control que siempre desarrolló sobre este servicio, al cual sin embargo, en impúdica contradicción, lo reconoce como “una herramienta central” para “el desarrollo regional” y para el “crecimiento de las economías provinciales.” Si esto es tan claro no se entiende porqué tanta demora en tomar las decisiones que enmarca y define el decreto de necesidad y urgencia.

¿Porqué ahora la urgencia?

En sus considerando, explica que se dictó para “lograr una administración y operación integral y eficiente de la infraestructura y servicios para el transporte de carga”. Es decir, reconoce que en la década no se había logrado ni la integración ni la eficiencia en la operación de la empresa. Confesar que hizo falta tanto tiempo para darse cuenta de lo evidente es confesar un fracaso. Fracaso que las palabras del decreto confirman: “la importancia que tiene el transporte de cargas y su integración con los puertos y el comercio por vías navegables” le hace necesario incorporar también a la nueva empresa estatal, recién ahora, a la Administración General de Puertos. Fracaso confesado también cuando define al Belgrano Cargas como de “alto valor estratégico”, a pesar de lo cual permitió que fuera ineficientemente administrado y negligentemente controlado.

Pero se necesitó una década para darse cuenta que la línea ferroviaria carguera más extensa del país, de “alto valor estratégico”, se extinguía.

El desgobierno y el olvido para con el Ferrocarril Belgrano puede ser elegido, sin duda, como lo peor de la década del modelo K.

 

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