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Gerardo Martino, el discípulo cuerdo del Loco Bielsa

Domingo, 23 de junio de 2013 12:38
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“No sé si en la Argentina estamos preparados para que se recuerde a un equipo que no gana algo”, una crítica de Mar tino al exitismo extremo

Producto genuino de la lepra rosarina, marcado a fuego por su gran maestro, Marcelo Bielsa, logró lo que muy pocos pudieron en el club que le robó el corazón desde pibe.

Gerardo “Tata” Martino, el mejor discípulo de la filosofía bielsista, primero como jugador y luego como entrenador, terminó de convertirse en el símbolo supremo de la historia de Newell's, al que en poco tiempo logró salvar del descenso y posicionar nuevamente en lo más alto del fútbol sudamericano. El título del Torneo Final y la clasificación a las semifinales de la Copa Libertadores terminaron por consagrarlo.

Firme en sus convicciones, aun sobre lo material, luego de ganarse la consideración de gran parte del mundo por su campaña con la selección de Paraguay en Sudáfrica 2010, el Tata dejó de lado una millonaria oferta en dólares de la federación colombiana para dirigir su selección y, atraído por su gran amor, no dudó en aceptar el difícil desafío de sacar a la lepra del borde de abismo.

Nunca había dirigido en la máxima categoría de la Argentina. Apenas registraba antecedentes en el ascenso con Brown de Arrecifes, Platense e Instituto de Córdoba, además de su exitoso paso por Libertad y Cerro Porteño de Paraguay.

Martino volvió al club rojinegro en 2012 y sin desarmar demasiado el plantel que recibió, se apoyó en la base de jugadores que tenía y le dio forma a un equipo, al que con el tiempo le daría una identidad de juego. No apeló solamente a las condiciones futbolísticas de sus dirigidos, también les golpeó el corazón. Hizo un perfecto combo de sentimientos, aptitudes y pertenencia, tal como se lo inculcó, a lo largo de su trayectoria el Loco Bielsa. A su gran capacidad de técnico, seguro de su proyecto, incorporó muchas cosas de su “maestro”, pero también le dio el toque de su personalidad y de su gusto futbolero. Así logró diseñar un equipo que nunca renunció al juego ofensivo y que se erigió en un gran campeón que expuso un fútbol virtuoso, algo que por estos tiempos escasea en la Argentina.

Su mirada crítica

Martino es un constante formador de reflexiones, aunque no es técnico que comparta mucho tiempo con los periodistas, al contrario. Con honestidad brutal, hizo varias observaciones crudas sobre la marcha de este torneo, que tuvo muchas aristas polémicas por diversas cuestiones (cambios de horarios, arbitrajes deplorables, sospechas continuas, etc.). “El fútbol argentino es tramposo y ventajero, se desprecia la estética y el resultado disimula todo, es muy difícil convivir con eso. Quien dirige en Argentina estaría preparado para dirigir en cualquier parte, no por lo competitivo, sino por todas las cosas de las que tenés que ocuparte acá”, aseguró el Tata, que se expuso a fuertes críticas. Pero no se desdijo ni un milímetro, porque se lo imponía su conciencia: “El fútbol argentino me da de comer, pero si no digo lo que pienso, no estaría comprometido para que todo esto pudiera mejorar”, reflexionó.

Dentro de la vorágine de un ambiente histérico, Martino mordió el anzuelo y mostró su “lado flaco”. Reaccionó de la peor manera ante la prepotencia del árbitro Juan Pablo Pompei, quien cansado de sus reclamos, durante un partido con Arsenal, lo expulsó e insólitamente lo empujó cuando el DT cruzó la línea de cal para pedir explicaciones.

Calentón, como Bielsa, al Tata a veces “se le sale la cadena”. Pero lo asume, se avergenza e inmediatamente aflora la cordura: “Yo venía para adelante y él también y nos chocamos, nada más. Lo que pienso de los árbitros no se condice con mi comportamiento dentro de la cancha”, dijo tras el altercado con Pompei y no habló más.

En un mundo tan hipócrita como el del periodismo actual, donde siempre se priorizan las declaraciones explosivas sobre las reflexivas, Martino no rinde porque no “vende humo”. El Tata impone su verdad, tanto en la derrota como en la victoria. Cultor del perfil bajo, nunca chapea con sus logros; prefiere hablar poco y poner toda la energía en la planificación. Cuando alude al rendimiento de su equipo: admite sin especular si lo planeado le sale bien y también si le sale mal.

En plena pelea por el campeonato y disputando a la vez instancias definitorias de la Copa Libertadores, buscó ser mesurado en sus palabras, en lugar de abrir el paraguas como hace la mayoría de los técnicos, que siempre se excusan con lo difícil que es la doble o la triple competencia.

“Existe el riesgo grande de quedarnos sin nada, pero si el resultado no llega nos habrá gustado haber recorrido el camino como lo hicimos”, afirmó en su momento.

Luego de provocar una revolución en Newell's ya prepara la despedida, aunque prometió quedarse para lograr su gran anhelo: la copa Liberta dores. Pero luego sí se marchará ha cia otro rumbo (ofertas del exterior le sobran), nadie le hará cambiar la de cisión. Su partida de este fútbol con taminado es toda una señal. Y todo lo bueno que Martino podía seguir aportando se irá con él. Así será difi cil cambiar...

Los mismos colores, la misma pasión

Apenas consagrado campeón con Newell’s, Gerardo Martino se acordó de su maestro, el Loco Bielsa. “Quiero compartirlo con mi familia y con toda la gente de Newell’s, y dentro de toda esa gente está Marcelo Bielsa”, dijo el Tata, sobre quien le inculcó una filosofía de fútbol muy distinta. Más allá de preferir un esquema 4-4-2 al 3-3-1-3 de su mentor, siempre trató de tomar lo mejor de su musa inspiradora.

Martino, como DT de Paraguay y Bielsa, de Chile, se enfrentaron dos veces durante las eliminatorias para Sudáfrica 2010 con un triunfo por lado, aunque en ese Mundial la selección guaraní llegó a cuartos de final y la roja del Loco no pasó de octavos.

La historia dice que Bielsa fue el ideólogo de ese Newell’s que gritó campeón ante Boca en la mismísima Bombonera en el ‘91. ¿Y quién era uno de los jugadores que mejor interpretaba su mensaje en la cancha?: el Tata Martino. Lo mismo ocurrió con el campeonato del ‘92 y en la obtención del subcampeonato en la Libertadores del mismo año.

El sueño de medio Rosario, una vez que Martino deje el cargo, es que Bielsa pueda tomar su lugar. Algo dificil que suceda pero no imposible. Sería lo ideal, para dos ídolos al que los une los mismos colores y la misma pasión.

 

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