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Duro golpe para el Gobierno en los distritos más importantes

Lunes, 12 de agosto de 2013 04:40
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Tal como se preveía, y en medio de una disputa encarnizada por la sucesión presidencial, el kirchnerismo perdió ayer en todos los distritos grandes de la Argentina y quedó en una incómoda situación política de cara a las definitorias elecciones generales de octubre. Pese a la sonrisa de la Presidenta anoche en el bunker oficial, el escrutinio dejó en claro que el oficialismo atraviesa uno de los momentos más complejos de la última década.

La dura derrota de Martín Insaurralde en provincia de Buenos Aires, que apenas superó el 28 por ciento de los votos, podría ampliarse aún más en dos meses, cuando buena parte de los sufragios de Francisco de Narváez se trasladen sin escalas a Sergio Massa.

El resultado de Insaurralde, quien siempre pidió el voto en favor de Cristina, actuaría hoy como el techo de la jefa de Estado en Buenos Aires, en donde más del setenta por ciento de la ciudadanía votó opciones opositoras. Ese número ya venía siendo adelantado por las encuestas, que marcaban un desencanto de entre el 65 y el 70 por ciento hacia la gestión de Gobierno.

El intendente de Tigre, aún con un ambivalente discurso proselitista, hizo campaña solo dos meses y le sacó más de seis puntos de diferencia al kirchnerismo en su distrito más poderoso, donde la última contienda había superado el 55 por ciento.

El dato actual bonaerense, además del indiscutido posicionamiento presidencial de Massa, arrojó otra conclusión difícil de desestimar: en la principal provincia del país, que hasta ahora estuvo hegemonizada por el kirchnerismo, también se respira una especie de aire de fin de ciclo.

Si bien es cierto que el Gobierno salió primero a nivel nacional, también lo es que el porcentaje total que obtuvo apenas superó el 26 por ciento, muy por debajo incluso de lo obtenido en las elecciones de 2009, cuando Néstor Kirchner perdió contra el colombiano de Narváez por solo dos puntos.

Cristina, quien hizo campaña personalmente en casi todas las provincias para apuntalar a sus candidatos, sabe a la perfección que en los comicios de ayer se jugaba mucho más que la futura conformación del Congreso: en las primarias se puso a prueba el respaldo real que el Gobierno goza hoy, muy lejano de ese renombrado 54 por ciento de 2011.

La re-re

Los resultados de anoche no solo derrumbaron por completo las eventuales aspiraciones reeleccionistas de Cristina, sino que potenciaron las chances de varios de sus competidores más directos. Las victorias de Massa en Buenos Aires, del macrismo en Capital, de Hermes Binner en Santa Fe, del delasotismo en Córdoba y de Julio Cobos en Mendoza dejan a esos cinco líderes nacionales en buenas condiciones para octubre y anotados directamente para la aún difusa carrera por la sucesión.

En la oposición se vienen desafíos de mayúscula importancia si se quiere aprovechar el respaldo de ayer a varias de sus alternativas. El massismo deberá demostrar que tiene la fortaleza política para no perder la iniciativa con el paso de los días y que es capaz de afinar mucho más sus propuestas de cara a la sociedad. La ambivalencia de Massa puede servirle para imponerse en octubre, pero si quiere ser candidato a presidente deberá exhibir una postura más concreta sobre todos los temas.

El macrismo, que volvió a ganar en Capital aunque todos los candidatos de UNEN lo hayan superado, tiene que demostrar que es capaz de construir una propuesta política más allá de la Ciudad de Buenos Aires. Con el paso de las horas se verá si Macri incrementa su acercamiento a Massa o si, por el contrario, esa alianza se termina esfumando por completo.

El socialismo volvió a transformarse en un actor principal de la vida política argentina y su líder, Binner, es ahora el candidato no peronista más influyente del país. En ese rubro podría anotarse también Cobos, pero el exvicepresidente ganó en una provincia grande pero de menor caudal electoral que el santafesino.

 

 

 

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